Frío

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Habían pasado dos semanas desde la última vez que había visto marcharse a Sam. Hacía caso omiso a las llamadas de Erick o Anna y a pesar de que Hans intentó contactarlo en diversas ocasiones, había tenido la misma suerte que mi hermano y su novia. Jensen era el único de nosotros que sabía dónde se encontraba el chico y solo lo reveló cuando Taewon, Hans y yo nos montamos en el auto, directo a buscarlo.

—Fui a verlo la misma tarde en la que regresé y lo único que recibí de su parte fue un portazo y un regaño pidiendo que lo dejáramos tranquilo de una vez y para siempre —explicó Jensen a petición mía—. Lo conozco demasiado bien, Lizzy, y cuando él está así es mejor dejarlo solo por un tiempo.

—Está sobreactuando —comentó Taewon de forma despreocupada a la vez que se dejaba caer en el asiento delantero del auto.

—Dices eso porque no sabes lo que estos cazadores le hicieron cuando solo era un niño —respondió Hans rápidamente tomando asiento a su lado.

Yo, por mi parte, escuchaba sentada en el asiento trasero del carro, pero no tenía muchos ánimos para agregar o refutar ningún comentario a la conversación que mantenían aquellos dos brujos total y completamente opuestos. Realmente no estaba de humor luego de mi silenciosa discusión con Lachlan y no era necesariamente porque el tema no me despertara curiosidad o interés.

—Entonces, ahora tenemos encontrar a Sam y pasar la noche en una casa de campo —comentó Taewon un tanto aburrido mientras las luces de la ciudad se alejaban detrás de nosotros—. Definitivamente no estoy vestido para una noche en una cabaña.

—Esa no es una cabaña. Por lo que me dijo Jensen, esa era su casa antes del incendio que mató a su familia —le corrigió Hans y sentí algo dentro de mí estremecerse.

Recordé toda la conversación que tuve con el chico en el cementerio a los pocos días de conocernos y no pude hacer otra cosa que retorcerme en el asiento trasero del auto.

Condujimos hasta la dirección que marcaba el GPS. El sitio al que nos había remontado Jensen estaba a un lado de la interestatal que llevaba a Black Lake. El frío me estaba matando y lo único que me alentaba a seguir con mi arriesgada empresa era el saber que él quizás estuviera en peligro por mi culpa.

Tuvimos que dejar el carro a un lado de la carretera y adentrarnos en el bosque para llegar a la cabaña. Caminamos un buen tramo viendo solo árboles y más árboles a nuestro alrededor. No escuchaba más que mis pasos y el caer de la llovizna fría sobre las ramas congeladas de los abedules del bosque. La lluvia pronto arreció más y se hizo más fría hasta el punto que casi creí que había comenzado a nevar.

—Juro que esta es la última vez que te acompaño a algún lugar, Elizabeth —me reñía el pelirrojo, a quien se le enterraban los zapatos en el fango.

—Demasiado sombrío para una primera cita, ¿no es cierto, Hans? —presionó Taewon con una maliciosa sonrisa.

Perfecto. Ahora estos dos están filtreando, pensé y para mi suerte pude divisar la cabaña a lo lejos.

Era un lugar más bien modesto pero bastante espacioso. Lo suficiente alejado como para meditar y estar en paz con sus propios pensamientos. Era la única casa que había divisado en todo nuestro caminar, así que supusimos que sin duda alguna se trataba de la cabaña de Sam. Tenía aún partes chamuscadas y la montaña de retazos de madera a su lado me dejaba saber que parecía que Sam estaba intentando remodelar la casa. Había fundas de nylon cubriendo las ventanas del ala este y todo un display de herramientas debajo de las escaleras del porche.

Como la lluvia empeoraba cada vez más, corrimos hasta el portal y allí, un poco mojada y con el frío que me calaba hasta los huesos, me decidí a llamar a la puerta luego de un rato de buscar las palabras adecuadas para comenzar a explicarle lo que había sucedido.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora