Entrevista con James Smallwood

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Me volteé a mirarlo e intenté que mi sobresalto no se me reflejara en el rostro.

Él estaba más pálido de lo normal y los ojos le brillaban. Ya no eran del tenue color verde que lo caracterizaba, sino que centelleaban en azul y estaban casi blancos. Las venas debajo de su piel se tornaban de un escarlata y parecían danzar debajo de su epidermis
Jensen se veía realmente muerto, un cuerpo sin vida pero que mantenía, aún, una pequeña sonrisa en su escultural rostro.

—¿Cómo descubriste qué soy realmente? —preguntó el hombre y los caninos filosos se avistaron en su boca.

Los incisivos laterales eran tan puntiagudos como los colmillos que se abultaban debajo de sus rojos labios. Me miraba con esos ojos que parecían dos cuencas vacías en su cara, pero que no se mostraban para nada amenazadores. Parecía como si la sangre no lo tentara en lo absoluto; como si pudiera contenerse sin hacer ningún sacrificio.

—El anillo que me regalaste… descubrí que tenía una inscripción. Traté de buscar su significado y descubrí una foto tuya y de tu esposa —le respondí.

Como siempre, no me sentí en peligro por él en ningún momento. Muy al contrario, a pesar de su condición sobrenatural me sentí protegida, y aunque estaba en conflicto conmigo misma por aquella mezcla de sensaciones tan contradictorias, descubrir la verdad siempre dejaba un sabor a victoria en la boca. Quería saber todo lo que él me dijera. Un nuevo y misterioso mundo se abría para mi aburrida y monótona realidad.

—Entonces, me imagino que tienes miles de preguntas: ¿Qué sucedió con tu esposa? ¿Dónde está tu hija? ¿Quién era ese hombre? ¿Quién te convirtió? ¿Cómo fue? ¿Anna también…? Estoy en lo correcto ¿no es cierto? —me preguntó mientras volvía a la normalidad.

Dejé escapar una sonrisa ante sus palabras, pues aquellas eran exactamente las preguntas que estaba formulando en mi cabeza, incluso en ese orden.

—Pensé que era un mito eso de que los vampiros podían leer tus pensamientos pero ya veo que también en eso estaba equivocada —contesté, al parecer la habilidad de Jensen, ya había causado efecto sobre mí.

—Contestaré todas tus preguntas, pero después que te cubras esa herida. Estás malgastando tu sangre —me dijo apuntando la mancha roja que había dejado en el fregadero.

Me trajo unas vendas y me ayudó a lavarme la mano. Aplicó una crema antiséptica y colocando el apósito sobre la cortada, me dejó saber que él era muy diestro en los primeros auxilios.

—¿Te asombra? —inquirió en total calma.

—No —dije aún intentado disipar mi temblor—. Supongo que debes mantener a tu alimento con vida por más tiempo.
Su risa simpática me hizo estremecerme. ¿Qué había dicho mal?

—No me alimento de sangre humana o de animales, Elizabeth —se sinceró el vampiro—. Poseo una compañía especializada en el plasma sanguíneo que funciona como mi principal fuente de alimentación. Y mi entrenamiento con los primeros auxilios se debe a que serví como médico en las dos guerras mundiales.

Cuando hubo terminado, me invitó a pasar a su despacho donde podíamos hablar con toda tranquilidad y privacidad necesaria. Abrió una botella de burbon y tomó el primer sorbo instándome a iniciar el interrogatorio que tenía preparado.

—Puedes comenzar con tus preguntas —me dijo inclinándose en la silla detrás de su escritorio.

Dudé un minuto en cuál sería mi primera interrogante pero al cabo de unos segundos de indecisión me llené de valor finalmente para cuestionar lo que era, a mí entender, lo más apremiante.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora