Han pasado 19 años desde la guerra que le puso fin al terror de Voldemort. Harry está felizmente casado con Ginny y tienen tres hijos, de los cuales dos asisten a Hogwarts. Severus Snape murió en el ataque de Nagini, tanto James como Albus tendrán i...
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El silencio reinó entre ambos hombres, quienes se permitirán perderse en la mirada impropia, Potter había reconocido a viva voz sus sentimientos, incluso frente a los niños, mas Snape, quién sabía perfectamente lo que sentía por aquél, por quien entregó la vida en pos de protegerlo, le era imposible el modularlo, el enojo que tenía meses atrás no había sido cultivado, la falta de la presencia de Potter no hacía más que torturar su vacío existencial.
Se había sambullido en que necesitaba los detalles que tendría el hechizo. El colega que aguardaba por él en el despacho de Minerva, sería, según su voto de fe, el único que podría ayudarlo a desenmarañar el asunto; obviamente no había mencionado nada más allá del hecho de que no había muerto, o al menos no del todo, por lo que al irse pudo pedirle que le facilitara ciertos tomos, en donde incluyó uno que otro de hechizos. Lamentablemente no fueron suficientes, por lo que debió requerir una colaboración más profunda por parte de Lucius Malfoy. Agradeció que éste aún mantuviese algunos contactos en el Ministerio de Magia, así podría tomar prestado uno que otro libro, no sería la primera ocasión.
—¿Lo has encontrado ya? —había cuestionado la cabeza de la familia Malfoy.
—Solo he pedido privacidad mientras estoy aquí. —murmuró molesto ante la intromisión.
—Lo sé, no eres un huésped especialmente quisquilloso con los platillos. —comentó en tono socarrón—. Aún así me pides saquear la biblioteca del Ministerio, y me niegas información.
—No la necesitas.
—Yo creo que sí. He leído esos libros antes de entregártelos, ¿qué es lo que buscas? Comienzo a temer que el Lord está involucrado.
—Hice la misma pregunta hace algún tiempo.
—¿Y la repuesta? —apremió.
—No tiene que ver con el Señor Tenebroso.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente.
—Aún así no me encuentro tranquilo, tus pedidos son dudosos, más cuando mis elfos afirman que no has leído ni uno de pociones.
—¿Me espías?
—Eso sería irónico, ¿no es así? —suspiró y camino lentamente por el amplio y exquisitamente decorado despacho—. Has requerido tomos sobre drenas de núcleos y lo que me parece aún más raro, has solicitado las penalidades por gestación mágica en todo el montón de libros. —volvió a suspirar—. ¿Planeas engendrar un niño? Quizá introducir tus recuerdos en él, ¿es una especie de búsqueda de inmortalidad?
—Hemos presenciado, en lugares de privilegio, lo que la búsqueda de inmortalidad provocó en el Señor Tenebroso.
—Desde que me confesaste que no estás muerto estoy realmente confundido, Severus, estoy seguro que me has contado solo parcialmente la historia. Acepté ayudarte, pero requiero saber en qué.