IV. Encuentro

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Pues es lunes y estoy cumpliendo mi promesa, disfruten el capítulo y no olviden votar y comentar.

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Viajar al norte siempre era agotador, mientras más arriba ibas, más duro y más frío hacía y los peligros de la naturaleza aumentaban, Kara sabía muy bien eso, en sus expediciones le había pasado de todo incluso estuvo a punto de ser atacada por un oso, el norte era salvaje y mortal.

Pero con todo y esas cosas terribles ahí estaba Kara cruzando los blancos y congelados paisajes todo para buscar a una supuesta genio científica y regresarla a casa con su familia de mafiosos, luego de casi una semana entera viajando por fin pudo distinguir una señal clavada en un poste, la misma señal que había puesto en su último viaje al norte, oficialmente comenzaba su viaje en tierras desconocidas.

Con su moto de nieve logro adelantar una gran distancia hasta que una tarde bastante despejada afortunadamente, la moto se quedó sin combustible y Kara había agotado su última reserva, enojada descendió de la moto y después de darle una fuerte patada, organizó su trineo y lo ató a su cadera, con un último suspiro siguió su camino para tratar de encontrar a esa chica genio.

Cómo hacía mucho que había superado su última marca, no tenía más refugios a los que ir y tampoco sabía muy bien si la zona donde estaba era peligrosa, solo se guiaba por la apariencia del entorno, pero aún así el blanco y tranquilo paisaje transmitía la sensación equivocada de seguridad, Kara avanzaba con su rifle en mano y observaba todo a su alrededor, esperando y rogando que detrás del siguiente árbol no hubiese un lobo hambriento.

Cuando el atardecer comenzó, Kara se detuvo un momento para verificar su mapa, este le mostraba que estaba cerca de un pequeño poblado, si se apresuraba podría llegar ahí y pasar la noche, lo peor que podría sucederle era pasar una noche expuesta al gélido viento del norte, sentía dolor en el cuerpo provocado por las bajas temperaturas, tenía que refugiarse rápido.

Camino por casi una hora más. Ya no sentía los dedos de las manos y menos los de los pies, sus dientes se golpeaban unos contra otros castañeando por el frío, afortunadamente a lo lejos se podía ver la inconfundible estructura de la primera casa del poblado, apresuró el paso tenía que refugiarse, no pudo llegar hasta la casa principal, pero afortunadamente el granero estaba cerca, con las últimas fuerzas que le quedaban empujó las puertas de madera y entró cerrándolas rápidamente, soltó el rifle y se dejó caer al suelo sintiendo como su cuerpo dolía y protestaba con espasmos.

-No Kara, llegamos muy lejos. Levántate.- Kara comenzó a hablar consigo misma y a tratar de levantarse, pues sabía que no debía perder la conciencia.

Arrastrándose logró llegar hasta un poste de madera y se apoyó en el levantándose, observó en todo el granero hasta que en el fondo encontró unos tablones, casi corrió hasta ellos, los arrastró hasta un fogón, tomó su hacha del cinturón y comenzó a partir las tablas, las arrojó en el fogón y comenzó a hacer chispas con su pedernal, quince minutos después ya tenía un fuego potente que calentaba todo y la hacía sentir mucho mejor.

El ajetreo que Acababa de pasar la hicieron entrar en calor, pero aún sentía sus manos adoloridas, se quitó los guantes y se acercó al fuego, tenía los dedos rígidos pero al menos aún los sentía, procedió a quitarse las botas y calcetines dejándolos secar, afortunadamente tenía un par seco de reserva, una vez entrada en calor acomodo un poco de heno y luego su saco de dormir, aseguró las puertas y se dispuso a escarbar en sus suministros en búsqueda de alimentos.

Las personas de la guardia la habían proveído con raciones de combate pero realmente prefería guardarlas para el regreso, bueno si es que regresaban, tomo carne seca y agua a la que le adicionó un poco de té verde, comió en silencio, escuchando los ruidos de la noche en el norte el problema no eran las personas, eran los animales salvajes.

SnowfallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora