❛Camilo❜

14 4 0
                                    

Salí de la escuela, tenía tremendo sueño.

Agarre una moneda y fui a ver mi peso.
Había bajado dos kilos. Algo que hizo que me pusiera bastante feliz, aunque se supone que no debería bajar más de peso.

— ¡Woah! Estás muy delgada, ¿estás bien, chica rara? — Pregunto Alexander detrás de mí.

— Ah, según yo sí. — Quite mi tapabocas.

— Tienes esa nariz demasiado roja, pareces Rodolfo el reno ¡Jaja!

— Ja, ja, ja. Chistosito. — Fruncí el ceño.

— ¿Por qué tienes la nariz así?

— El tapabocas hace que me pique mucho la nariz.

— Ya veo..Es una lastima que tengas que tener ese tapabocas tanto tiempo.

— Sí

— Te ves muy linda con la nariz así

— ¿Gracias? — Sonreí.

— Realmen-

— Alex, Camilo te llama. — Interrumpió el chico raro.

— ¡Oye! Si quieres que me vaya solo dilo.

— ¿De qué hablas, niño estúpido? — Dijo un chico de pelo negro, piel pálida, ojos negros y bastante alto.
Supongo que ese es Camilo.

— ¡Camilo!

— ¿Quién es esta?

— Yo me llamo-

— Amparo Grisales...— Dijo Alexander.

— Oh — Dijo Camilo.

Escuché una risa por parte de Benjamín.
Era bastante linda.

— Me llamo Sosteila

— Sosteila suena como sostén — Dijo Camilo.

Todos empezaron a reír, menos yo.
Benjamín noto eso, así que el también dejo de reír.

¿Por qué? No sé.

Después de un rato Alexander y Camilo también se quedaron callados.
Ahora que lo veía, yo y Benjamin nos veíamos muy pequeños al lado de ellos, fue algo que me hizo sonreír.
¿Por qué? No sé.

— Tienes una sonrisa muy linda, Sosteila. — Dijo Alexander.

— ¿Por qué le coquetas? — Pregunto Camilo.

— No le estoy coqueteando, solo le estoy diciendo lo que siento.

— Eso no te lo crees ni tú.

— Alexander, ¿me puedes hacer un favor? — Pregunté.

— ¡PORSUPUESTO!

— ¿Podrías hablarle a la chica que pregunto tu nombre?

— ¿Uh? ¿A quién?

Benjamín se quitó el tapabocas, Alexander aún estaba esperando mi respuesta, pero me quedé embobada viendo la cara de el chico raro.

Chocamos miradas, hizo que me pusiera nerviosa, así que de inmediato quite la mirada y le respondí a Alexander.

— Se me olvidó decir que una chica fue quien me mandó a preguntar tu nombre..Tenía mucha vergüenza, así que se me hizo difícil decirlo.

Benjamín sonrió y Camilo empezó a reír.

— O sea, Alexander estaba ilusionado y no paro de hablar de ti todo el tiempo, pensaba que estabas interesada en el, ¿y ahora vienes con eso? — Dijo Benjamin para después reír.

— Nunca dije que no estaba interesada en el. — Rasque mi cuello.

Benjamín dejo de reír, Camilo siguió riendo y Alexander se volvió un tomate, hasta sus ojos habían cambiado, parecían apunto de salir.

— Ben, ¿te gusta esta chica también?
Es un feto aún — Dijo Camilo riendo.

— Solo me llevan un año. — Fruncí el ceño.

— Pero pareces un pitufo, ¿por qué le gustas a mis dos amigos? — Dijo Camilo riendo.

— Nunca afirme eso. — Dijo Benjamin.

— Tampoco lo negaste. — Dijo Alexander.

— Tú tampoco. — Dijo Camilo.

— Esto es una estupidez.
Nadie está interesado en esta chica, solo dejemos de hablar de eso.
Me voy ya, adiós. — Dijo Benjamin.

— Adiós Nadie. — Dijo Camilo


Me quite el uniforme, estaba agotada, mi casa queda como en el cielo.

La casa estaba sola, algo que me puso feliz.
¿Por qué? No sé.

Puse música en mi celular y empecé a bailar porque sí. Nunca bailo cuando mi familia está conmigo, me da vergüenza.

Pero unos segundos después tocaron la puerta.

¿Por qué volvieron tan rápido?

Abrí la puerta, pero no ví a mi familia, ví un Ángel de Dios.

— ¿Soy yo o te veo en todos lados?

— ¿Qué haces en mi casa?

— Estoy bastante cansado de correr por toda la loma. Necesito un vaso de agua, y entre todas las casas que ví esta fue la única que me gusto.

— Ah, ¿quieres pasar o te quedarás afuera?

— Quiero agua

— Te la daré. — Rodeo los ojos.

Me fui a la cocina por un vaso. Agarre agua helada de la nevera y la eche en el vaso.

Me dirigí hacia donde se supone que estaba el, pero ya no estaba.

— ¿Serví agua para nada? — Fruncí el ceño.

— ¿De qué hablas? Dámela. — Estaba sentado en mi cama, estirando su mano.

— No

— ¿Qué?

— Párate y agárrala.

— Dámela

— No soy tu sirvienta

Se paró de la cama, agarro el vaso de agua y tiro el agua en el suelo.

— Apúrate, limpia esto. Sirvienta

¿¿¿!!?!?!?????

Fui hacia la cocina, me estaba palpitando una vena la verdad.

Agarre todo el tarro de agua, fui hacia donde el y se lo eche encima.

— Lárgate de mi casa. — Fruncí el ceño.

— Hace frío... — Se acercó a mí. — Estás loca. — Sonrió.

— ¿Y qué quieres que haga? Afuera está haciendo sol, vete.

— No me quiero ir, te pedí un vaso de agua, ¿no?

— Mira, en el suelo hay, agáchate y toma.

— Sirve el agua en un vaso.

— Toma el agua por tu cuenta.

— Me la echaste toda encima, ¿qué hago?

— No me intere-

Puso una mano en mi boca.
Creo que me dará un patatus

— Cierra la boca, eres muy odiosa.

— ¿Quién te crees?

— ¿Puedo vivir aquí?

Qué

Miradas con el chico raroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora