Capítulo II

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Duró una semana entera terminando de acomodar los muebles en su nuevo hogar, casi no vio la luz del sol en ese breve tiempo, tenía curiosidad y ganas de hacer turismo en ese pequeño pueblo, uno del que muy seguramente encerraba muchos secretos. Con respecto a la casa, desde el primer momento que la vio, se sorprendió, jamás pensó que sería enorme, se sintió un poco torpe al inicio por haber adquirido una casa guiándose únicamente con las fotos de la publicación y no de forma presencial, como se acostumbraba siempre. Ya no podía hacer mucho, ese era su hogar y su nuevo comienzo, ya no le importaba si tenía una casa de esa índole para ella sola. Algo iba a ingeniar Lena para no sentirse como una completa desconocida en ella.

La primera noche casi no pudo dormir bien, se sentía consciente todo el tiempo. Los demás días lo hizo sin problemas, se sentía más relajada, más descansada y bienvenida.  Se levantó temprano para hacer un poco de ejercicios, no quería perder la buena costumbre, se tomó una hora para completar su rutina. Terminó bastante sudada, sus mejillas estaban sonrojadas, tomó su toalla para limpiarse el rostro dirigiéndose hacia la cocina, mientras hacía ejercicio dejó puesto el café, también tenía afuera el jugo, varias frutas y los ingredientes para hacerse un omelette con espinaca.

Se tomó su tiempo para prepararse su desayuno, suspiró con una pequeña sonrisa. Dejó haciéndose el omelette solo para lavar todo lo que utilizó, así como meter a la refrigeradora las frutas sobrantes. Debo ir a hacer las compras, pensó arqueando una ceja poniéndose una nota mental de buscar un supermercado en su visita al centro. Se limpió las manos con la toalla de cocina y se sirvió propiamente para sentarse a la mesa con mucha serenidad.

Horas más tarde, ya lista para salir tomó las llaves de la casa para salir a recorrer, quería hacerlo a pie y no su Ford Explorer. Comenzó a caminar sin dirección dirigida, solo donde su instinto quisiera, se topó a uno que otro de sus nuevos vecinos y los saludó con cortesía en su paso. Por supuesto, ellos se detenían breves instantes para corresponder el saludo y, a la vez analizarla, como cualquier persona hacía.

El día estaba fresco, el aire se sentía limpio, no como en cualquier ciudad. Eso conquistó un poco su corazón, vitalidad que se sentía era extraordinaria por la cantidad de áreas verdes.

No le fue tan difícil llegar al centro, más o menos le tomó veinte minutos. Desde que supo de Midvale, pensó que todo sería un poco rústico y, ciertamente, no se equivocó del todo, porque se sorprendió un poco. Observó como había una gran variedad de locales, pero eso sí, en apariencia se conversaba su fachada como pueblerina, desde ahí se sentía la brisa del mar, ahí iba a ser su lugar para esperar el atardecer. Siguió caminando con tranquilidad dejando que el viento moviera sus collar con sus placas de soldado y entró al que parecía ser un pequeño supermercado.

Las puertas se abrieron automáticamente, sacó las manos de sus bolsillos para tomar una canasta. Compraría lo que consideraba como necesario para sobrevivir un par de días.

— Qué barato — murmuró para ella mirando los precios accesibles y muy cómodos.

Abrió la cámara fría para tomar un pequeño galón de helados. Estaba por cerrar la cámara fría cuando sintió como algo, o alguien rebotaba en su pierda izquierda. Miró hacia abajo extrañeza dándose cuenta que era un bebé. El pequeño la miraba con profundidad sin pestañear, como si este estuviera hipnotizado. Lena comenzó a sonreír embelesada por el pequeño guapo que se había quedado sentado en la misma posición en que quedó.

— ¡Tyler! — Lena levantó la mirada viendo como una bella señora se acercaba. Por el parecido físico dedujo que era familia — Aquí estás, pequeño escurridizo. Los niños son tan ágiles para escaparse — lo levantó con ternura sonriéndole a ella — Él es mi pequeño nieto, tendré que tener mucho cuidado.

Riesgo De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora