Capítulo VII

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Las luces de la casa Danvers estaban aún encendidas, por supuesto, ellos no podían descansar sin saber que sus hijas se encontraran bien, sin dejar de lado que cuidaban a su pequeño nieto como si fuera su hijo propio, después de todo, era un Danvers. Kara miró la hora de su móvil, el mismo marcaba las 7:30 P. M, no hacía mucho tiempo desde que se había separado del grupo para regresar a su hogar. Suspiró aliviada, de poder cenar no tan tarde, el notorio gruñir de su estómago no se hizo tardar, tenía bastante hambre.

Estacionó el auto de Lena con cuidado para no causarle algún daño, lo menos que quería era que su poca suerte para conducir hiciera acto de presencia. Apagó el auto y quitó las llaves para salir al fin de él, sonrió de medio lado sintiendo una gratitud enorme por la ojiverde, gracias a ella no tenía que esperar a su padre. ¿Quién iba a decir que, detrás de esa faceta de militar se encontraba un osito de peluche? Ese pensamiento divertido la hizo sonreír más, porque se imaginaba a Lena con una pijama de ositos, sacudió con suavidad sus pensamientos .

Dio unos cuántos pasos, pero se devolvió recordando que tenía sus presentes en la cajuela, se tomó el atrevimiento de abrirla como si fuera suya y comenzó a sacarlos uno a uno dejándolos cerca del umbral. Se  dirigió hacia la puerta, utilizó sus antiguas llaves y para abrirla. En el momento que atravesó el umbral, se encontró a sus padres e hijo terminando de cenar. El pequeño Ty apenas la vio, su rostro se iluminó y en su rostro se formó una gran sonrisa, su mami estaba en casa.

— ¡Mami! — se bajó con un poco de torpeza y corrió hacia ella. Kara comenzó a sonreír feliz de verlo y lo alzó en el aire. Sus padres se miraron entre ellos con una pequeña sonrisa.

— ¡Hola mi pequeño hombrecito! — le acomodó su cabello que estaba un poco enredado — ¿Te portaste bien con tus abuelos? — el pequeño asintió con vehemencia.

— Hola hija — se acercó Jeremiah para darle un sentido y cariñoso beso en su frente. Kara cerró sus ojos con una pequeña sonrisa — Lamento no haber podido pasar por ti. ¿Lograste conseguir un taxi?

— No, papá, en realidad Lena me prestó su auto — hizo una mueca divertida a la vez que encogió sus hombros. Eliza sonrió terminando de servirle la comida a la mesa.

— ¿Lena sabe tú historial con los autos? — le preguntó divertida Eliza corriendo la silla para que se sentara.

— Yo misma se lo advertí, mamá — le dio varios besos a su pequeño que estaba quedándose dormido en su hombros — Pero me siento orgullosa de informarles que no le hice nada a la Explorer — dijo con autosuficiencia tomando asiento después de darle a Ty a su madre.

— ¿Tiene una Ford Explorer? — preguntó Jeremiah fijándose a través de la ventana. Kara soltó un pequeño gemido de felicidad por la comida.

— Sí y del año — se metió un bocado de la lasagna que preparado su madre. Jeremiah soltó un pequeño silbido.

— Vaya, esa militar es muy desinteresada. ¿Cuánto llevan conociéndose? ¿Veinticuatro horas? — comentó divertido soltando pequeña risa tomando asiento en el sofá.

— Jeremiah, no molestes a tú hija — lo reprendió con cariño su esposa — A mi parecer es una buena mujer, se nota en sus ojos — Kara sonrió recordando como le compraba a cada pueblerino, una sonrisa que sus padres no vieron.

— De hecho, mamá tiene razón. Quizá al principio me sentía disgustada con ella, pero hoy la conocí mucho más y es agradable — encogió sus hombros metiéndose un poco de puré de papas a la boca — Por cierto, en la puerta hay bastantes cosas que compró en el pequeño de las montañas.

— ¿Fueron hasta allá? — Kara asintió ante de la pregunta de su madre — Asumo que es algo muy serio.

— Mucho, mamá. Nos tomará un poco de tiempo resolver el caso — unió sus manos a la altura de su mentón con cierta preocupación.

Riesgo De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora