•Mi Ángel 2• ▪︎Invasión en las alturas/tenkuu Shinpan▪︎ Franqui

•Capítulo 21•

El francotirador observó a la enmascarada, la cual estaba en el suelo. El solo tenía tres últimas balas, no valía la penas gastarlas así, pero tampoco tenía otro tipo de arma.

—No pudiste matarme, ahora bien debes de suicidarte. —habló seco.

La enmascarada giro unos centímetros su cabeza hacia la derecha, y se quedó en silencio sin hacer nada.

—¿Y bien? —el francotirador suspiraba, cansado, estresado. Estaba atento, tanto que reaccionó al instante que la enmascarada se levantó con rapidez y trató de romperle las piernas, pero el esquivó su patada.
—Mierda. —esquivó, y regresó la misma agresión hacia esta. La peteó en la frente con fuerza y brutalidad, así dejándola inconsciente.

Yuka, comenzó a frotarse la frente con su mano derecha, le dolía la cabeza y sus pensamientos de preocupación no ayudaban a mejorar su estado.

—¿Kuon? —levantó su vista y la buscó, pero no la encontró. 
—Donde caraj.. —comenzó a caminar, buscando a aquella chica de cabellos coloridos celestes.

Su preocupación aumentó, aparte del dolor muscular que padecia, sentía jaqueca y cansancio, todo estaba más que mal.

~Franqui. 

—¿Mujer? —volteó con rapidez, creyó escuchar su voz, pero no encontró a nadie cerca.              —¡¿Mujer?! —siguió su búsqueda más alterado.

Caminaba perdido, eso jamas le había pasado. Si antes, al principio estando solo, cuando su único objetivo era asesinar, eso ya había cambiado.

El francotirador levantó la vista, sintió la presencia de alguien.

—Pedazo de mierda. —apuntó su francotirador hacia el frente.

—Tranquilo, Yukita. —habló burlón, Aikawa. 

—¿Donde está?

—Pronto vendrá, y te recomiendo que si quieres que uno de ustedes viva, debes de irte ahora y no volver. O no, mejor quédate, de seguro disfrutarás verla mía.

Yuka sabía que el castaño le hablaba con trampa, que mentía y que no debía de creerle en todo, ya que ese estúpido con complejo de Dios, estaba loco.

—Claro, te creeré. Ahora, dime en donde está, o tu cabeza si disfrutará un balazo traspasando tu cráneo hediondo —recargó su arma.

—¿Crees que puedes matarme? Ja. Soy el futuro Dios de este mundo, ser inferior. —se acercó a el.

—Probemos, que tal se vería la bala traspasando tu viscosa frente. —el también se acercó.

—Vamos, dispara. Ah, pero si lo haces, tu mujer no se curará de su enfermedad. Que lastima.

—Utilizas eso otra vez para utilizarme, cuando siquiera sabes de su enfermedad,. —tomó aire —Tienes suerte de que solo tenga dos balas.

—Ja. Eres tan ingenuo, me das lastima enmascarado francotirador,. Te haces el serio, el más fuerte, más inteligente y protector, cuando no pudiste antes ni ahora proteger a "tu mujer " de mi, y ella mism.. —dejó de hablar al sentir el peso del otro hombre caer sobre el. El enmascarado comenzó a golpearlo, rompiendo los límites de su máscara.

Algo le ordenaba a Yuka detenerse, no asesinarlo, era un más cercano a Dios, el sabía las reglas.. Pero, algo lo detenía.

—De acuerdo, no puedo matarte, pero si romperte la cara. —estaba dispuesto a dejarlo agonizando del dolor.

Sus golpes a puño duro iban directo al rostro del castaño, mientras este intentaba taparse con sus brazos, pero Yuka lo seguía golpeando.

El enmascarado lo agarró del cuello con mucha agresividad y lo asfixió lentamente mientras sus dedos hacían punta para lastimarlo aún más.
Su furia era inmensa.

Aikawa dejó de intentar sacarlo de encima al enmascarado, y en cambio levantó sus brazos e hizo una acción inesperada. Aplaudió cuatro veces.

Corriendo, la enmascarada que parecía haber estado inconsciente, regresa en busca de protección al más cercano a Dios. Agarra a Yuka por la espalda y casi le clava un cuchillo en el cuello, pero este la detiene, con una mano en el cuello del castaño y su otra mano sosteniendo la muñeca de la enmascarada.
Dobla su muñeca con fuerza, y luego sostiene el cuchillo.

—Maldita, tenias que haberte rendido. —apenas volteó mientras la enmascarada acomodaba su muñeca fracturada, el clavó con ese mismo cuchillo hacia el estómago de esta, apuñaladola dos veces. Fue tan profundo que el arma de mano de quedó incrustada en el estómago de esta.
La enmascarada cae al suelo, sangrando ferozmente. Le había perforado un órgano.

Luego con el mismo cuchillo, regresó al castaño y lo acercó lentamente al rostro de este.

—Tienes razón, no te voy a matar. Pero no es porque la máscara me lo impida, sinó porque voy a hacer que sufras en vida, en carne propia y vas a vivir hasta que tus poderes se hagan inútiles., Pero, mientras tanto te voy a hacer desear la muerte. "Maestro".