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HYDRA

No era necesario que pusiera dos pies para poner a temblar a todo el castillo en el que vivía. No era necesario abrir la boca porque con la mirada te gritaba peor de lo que lo hacía el diablo.

No tienes derecho a verlo a los ojos, no tienes autoridad para contradecir sus palabras, no eres digno de alzar el mentón delante de él. Si estás cerca de Hydra, eres basura a comparación de lo que él significa en este mundo. Este mundo que a su modo, lo quiere hacer mejor.

Así que, por ende e instinto, las mujeres de la servidumbre que se encontraban en esa habitación se dieron la vuelta para ver las paredes, calladitas, sin hacer ruido ni al respirar.

Analizó los tonos, estudió los animales. Verificó los cuadernos y revisó el closet. Sí, estaba seguro que su hija sería feliz entre esas paredes rosas, animales de felpa, cuadernos de dibujo, y con ese closet lleno de disfraces, con la ropa más cara, e ilimitada.

Estaba preparado para todo, sabía que al principio teniendo a la niña ahí, sería difícil porque aunque no le gustara la idea, la pequeña tenía mucho cariño con esos bastardos, y sufriría los primeros días.

Pero ya se iba haciendo a la idea de cómo debía actuar en caso de que su hija se pusiera a llorar. Iba a consentirla como loco y estaba dispuesto hacer lo que fuera para no tenerla triste.

¡Era su hija por Dios, Morgan solo debía quererlo a él, adorarlo a él! Malditos Stark y Rogers, una y mil veces malditos, por quitarle el puesto que a él le correspondía.

-Señor.

Se dio la vuelta cuando Rumlow lo llamó.

Le indicó con la mirada que hablara.

El alfa le enseñó un dispositivo de direcciones con un gran punto rojo en un lugar específico de Nueva York.

-Los tenemos en la mirada. Rollins tiene listos los helicópteros, para el ataque y...

-Pero, ¿qué mierda estás diciendo? -Preguntó Rogers, apretando los músculos de su quijada.

Rumlow ha estado con él desde hace un tiempo. Sabe que es su soldado más leal pero aveces es un majadero irresponsable.

-Vas por mi hija, no por un maldito traidor. Cancela esos ataques si no quieres que le mande un pedazo de tu cuerpo a tu mujer. No quiero que salga lastimada, porque si eso pasa, no dudes que voy anteponer su bienestar sobre tu cadáver y el de tu familia.

Rumlow asintió.

-Puedes hacer lo que quieras con ese maldito matrimonio pero a mi hija me la sacas de ahí nítida, si ningún daño físico y psicológico.

-¿Y si ella no quiere venir por las buenas?

Rogers miró con arrogancia a Rumlow.

-La niña no es una corriente, es hija de Hydra, te va decir que sí, solo dile que su padre la espera.

El alfa se dio la vuelta y antes de correr Rogers le dijo lo siguiente:

-Una  mala mirada hacia mi hija te mueres, un comentario negativo, te mueres, un solo "no" no te mueres te condenas a una vida llena de sufrimiento físico. Desde que la traigan en sus brazos ella será la ama y señora de esta casa.

El agente se grabó todas esas palabras y se marchó. Rogers, viendo que todo estaba como esperaba salió de la enorme habitación adecuada para una niña de cuatro años.

Llegó a su oficina, se sentó delante del escritorio enorme y abrió uno de sus cajones para sacar la foto enmarcada que tanto aborrecía.

La colocó frente a sus ojos, por poco una lágrima escapaba de sus ojos.

Se recostó en la silla y apretó las agarraderas con furia.

-Maldito, mil veces maldito, si estuvieses aquí, yo no estuviese sufriendo por tu puta y molesta ausencia.

Odiaba extrañar a su esposo, odiaba tenerlo en sus pensamientos constantemente pero lo que más odiaba era vivir su vida sin él.

SIM sería para siempre el único amor de su vida. La única persona digna de él, aunque ya no fuera parte del mundo de los vivos.

Se cruzó de brazos y miró mal el retrato.

-Cobarde, inútil, débil, no fuiste lo suficientemente fuerte para quedarte luego de traer a mi cachorra al mundo. Y por tu culpa tuve que vivir cuatro años sin ella,

Estaba enojado, todos los días, todos los días le decía a la foto de SIM cuánto lo odiaba, cuánto lo detestaba. Odiar, si, esa palabra la leerán tanto como puedan, porque eso sentía Hydra.

Hydra era tan hijo de puta como el diablo, jodidamente atractivo como alguna vez lo fue él, y tan malo como él.

Pero, ese corazón negro logró contrastar con el rojo rodeado de sangre de SIM.

Hasta el más malo merecía amar, hasta el más malo merecía sentirse querido. Hasta el más malo necesitaba un alma gemela o al menos alguien con quién compartir la vida.

Le ardía, el corazón le ardía y prefería mil veces sacárselo sin anestesia el mismo antes que seguir sintiendo esa sensación de dolor.

Perder a la persona que más amaba lo marcó más que la infancia, le cortó el oxígeno, la vida lo sujetó a una constante de nada, llena de vacío.

Y la desesperación por reprimir ese dolor no se acababa. Qué terrible era para él seguir levantándose sin ver aquel bello rostro que tanto lo enamoró...

-La voy a traer a casa. La traerá a casa, por ti, por nosotros, por ella -le susurró a la fotografía, intentando ser la fuerza que pretendía ser.

-Te amo en esta vida y en el infierno -Últimas palabras que generaron los pálidos labios de SIM antes de cerrarse para siempre.

-Cuándo te callaba, no era en serio, no puedo vivir una vida con oídos sin tu voz -Habló Hydra contra la frente del difunto SIM.

El Sol De HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora