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Flashback, Morgan de cuatro años.

El médico apenas salió de la habitación de la niña cuando fue acribillado por el alfa terriblemente preocupado, con miles de preguntas y amenazas por segundo.

-¿Me va dirá qué tiene mi hija o qué?

-L, lo, ha, haría, si, me, dejara, res, pi, rar...

Hydra soltó el cuello del hombre y pasó sus manos por el rostro.

De un momento a otro, Morgan se puso muy mal, con temperatura de cuarenta grados.

-La pequeña tiene fiebre, dolor de estómago y resfriado.

Hydra se tenso.

-¿Y qué hará para que se le quite? ¿Por qué tiene eso?

-Es algo natural porque... -Tenía miedo de decirlo pero lo hizo de todos modos. -Ella no es de Alemania o no ha residido aquí, hasta hoy, ¿verdad?

-No, no es de Alemania y no ha residido aquí nunca.

-Lo supuse. El cambio de clima la está afectando. Se le pasará, le di la receta médica a la señorita que estaba adentro, con todas las indicaciones.

Hydra suspiró, enfadado.

El doctor acomodó sus gafas.

-La niña... ¿tiene papá?

El rubio frunció el ceño.

-¿Qué cree que soy, un secuestrador?

-Me refiero... a otro papá.

-No. Murió.

-Es que... todo esto atribuye también a la falta de su padre omega, la está limitando. Necesita el aroma y la atención. Si usted puede dársela, le vendría bien. Haga un nido para que ella se recueste y dele alguna foto u algo que haya sido de su padre.

-¿Y eso la ayudará? -Preguntó, interesado, el rubio.

-Sí. Contribuirá a la recuperación. Por favor, que sigan las indicaciones que dejé. Yo vendré, si usted lo permite, mañana por la mañana a revisarla, esta es mi tarjeta por si me requiere por alguna emergencia.

Hydra chasqueó los dedos, eso significaba dos cosas para los hombres al inicio del pasillo: uno que tome la tarjeta, otro que pague y escolte al doctor no sin antes darle una pequeña advertencia por si se le ocurre abrir la boca respecto a lo que vio y dónde lo vio.

Se hicieron las compras para el medicamento de Morgan y Hydra, decidió obedecer al doctor, todo en nombre de su hija.

Entró al espacioso clóset, quiso arrepentirse pero, era la salud de su hija lo que no lo dejaba hacerlo. El corazón se le hizo añicos, si es que quedaba algo, al sentir el aroma de SIM entrar por sus fosas nasales.

Exquisito, delicioso, tentador, pasaba el tiempo y él no olvidaba esa sensación, ese amor, esa pasión, ese aroma.

Cerró los ojos y se mordió los labios. La ropa seguía igual, la última corbata que uso, seguía tirada por el banquillo, ahí la dejó él...

Recordó el momento...

SIM deshizo el nudo de la corbata y la tiró por detrás de él esperando que alguien más se hiciera cargo.

La prenda cayó por una de las patas de un banquillo de madera.

-Recoge eso -advirtió el rubio.

El omega lo miró de mala manera, todavía que lo embaraza lo quiere obligar a hacer algo que consiste en agacharse, que se pudra él y su pene de mierda.

-Vete al carajo.

-Vente conmigo -susurró Hydra, SIM hizo la mirada traviesa -pero, recoge eso primero.

-Mañana lo haré...

Ni Hydra, ni SIM, se imaginaron que esa corbata jamás sería recogida... al día siguiente, el omega entró en labor de parto, nunca más volvió, nunca más pudo recoger la prenda.

El rubio abrió los ojos y escuchó las risas que compartió junto con su omega, aquellos insultos y amenazas de muerte.

Miró alrededor y lastimó más su estabilidad al observar los trajes colgados... los que quedaron sin poder estrenar, los zapatos que no se volverían a usar.

Respiró profundamente, una vez más. Sacó una unas cuantas mantas que reposaban en bolsas negras.

No entendía bien, pero pensó que al compartir el mismo aroma que Tony Stark su hija estaría bien, ella estaba muy apegada a ese jodido desgraciado.

Pasaron días para que la niña pudiera estar mejor. Las mantas no hacían ninguna conexión con ella, hasta que, miró una foto de SIM ella entre sus delirios, recordó esos momentos con un hombre de ojos distintos a los de la foto, sin embargo los recuerdos se mezclaron y presentaron al de ojos azules borrando los rastros del de ojos avellana.

Actualidad.

Regresó del paseo, que fue todo un caos, y lo primero que hizo fue sacar de entre sus cosas viejas fotos de su padre. Se quedó tirada a los pies de la cama, mientras tenía la caja destapada, con papeles y cosas rezagadas, mirándolo.

-¿Por qué te moriste? ¡Por qué! -estaba, enojada, el odio por la desgracia de no tener a su padre, la estaba consumiendo.

Las lágrimas aparecieron rápido, Morgan se sentía destruida, y no sólo porque su padre podría estar con otra persona, sino, porque la injusticia de no tener consigo a SIM, la mataba de dolor.

-¡Yo te necesitaba y me dejaste, me dejaste! -exclamó.

¡Se sentía sola! Ni Yelena, ni Edith, nadie, ya no estaba nadie ahí que ella conociera. Las caras de los agentes no las conocía, a su papá lo desconocía.

La noche cayó enseguida, la castaña dormía en el piso, rechazó la cena de Rogers, y procuró dejarle en claro que no lo quería cerca.

Esto, podía tomarse como parte de un drama pero no lo era, Morgan estaba reaccionando así porque presentía que algunas cosas cambiarían y el miedo se alojaba en su cuerpo.

Mientras Steve daba las coordenadas necesarias, se acordaban los puntos, se hablaban de estrategias y diversos planes por si las cosas salían mal, Hydra estaba sentado, mirando el techo de la jaula de cristal en la que se encontraba.

Le dieron un aviso, pronto sería trasladado a Wakanda junto con sus cómplices. Únicamente lo mataba estar lejos de su hijay de sentir que volvería a esos malditos. Lo peor era que le habían dicho que no volvería a verla...

Yelena por su parte seguía en duda, luego de ver los ojos de Nathasha y leer una verdad demasiado extraña, la pelirroja la dejó ahí, con sus pensamientos, desde entonces, ha estado hablando con ella misma.

Por otro lado, Pierce preparaba su "dos pájaros de un tiro" Desde luego, todo era una complicación que involucraba a muchas personas libres de pecados.

Morgan no nació para ser feliz y eso alcanzaba a Tony Stark, Steve Rogers y Hydra. Después de todo, ella sería el trapo que limpiaría los pecados de los primeros tres.

El Sol De HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora