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Iba pasando por el pasillo que conectaba a las habitaciones cuando se detuvo para ver aquella foto que yacía desde hace tantos años sobre la mesilla alta con patas de arquitectura caracol.

No le prestaba mucha atención a esa foto que veía a diario pero, en ese momento sintió la necesidad de detenerse y apreciarla como nunca lo había hecho en todos estos años.

Cogió el retrato y la inclinó. Recuerda perfectamente ese día... se tomaron muchas fotos celebrando distintas festividades.

-¿Qué habrá sido de ti, sestra?

Sonrió con nostalgia y volvió a colocar el retrato que enseñaba a las pequeñas Romanoff y Belova.

Puso su arma en la funda de uno de sus muslos y entró a la cocina. Su esposo le daba de comer a su pequeña hija.

En su pequeña pelirroja se veía lo que ella pudo tener si la suerte hubiese estado de su lado.

Era curioso, porque si le dijeran que tiene que aceptar pasar por todo lo de su pasado, no lo dudaría porque gracias a eso tiene la felicidad que nadie nunca iba brindarle.

Le fue mal pero algo bueno sacó de su terrible pasado, conocer a su esposo y tener una hija con la oportunidad de brindarle una vida sana y segura.

-¡Ahí está mami! -La niña Barnes-Romanoff señaló a su madre y brinco desde la silla para comer.

Natasha sonrió y estiró sus brazos caminando hasta su hija. La cargó y la llenó de sus besos maternales, dejando marcas de labia sobre su cara.

-Oye, déjame un poco -protestó el sargento sonriendo. Quién diría que aquella chica que el mismo entrenó terminaría siendo su alfa y la madre de su hija.

A Steve y a él la vida los compensó gratuitamente. Ningún otro par de alfas mejores amigos iba irse del pasado al futuro para tener una enorme fortuna personificada en alfas destinados.

Qué bueno era saber que Steve no murió virgen y que él no murió sin haber amado de verdad.

-¿Alguna novedad? -Preguntó Bucky luego de ser apremiado con un beso ligero.

Natasha colocó a su hija en la sillita y le puso unas galletas para entretenerla.

-No. Sin cámaras y señales disponibles de ese día, es imposible saber el paradero de Morgan.

Romanoff se sentó frente a su esposo y suspiró frustrada.

-Tony no quiere salir de cama... tampoco comer. Y no lo juzgo, y no pienso obligarlo a salir de ese agujero. Alguien tiene que entender su dolor y dejarlo hundirse.

-¿Crees que será bueno eso? -Indagó Barnes.

Romanoff asintió.

-No creo que llegue a hundirse. Ama a sus hijos más que a nada. Sabe que no es momento para tristezas pero tiene que darse cuenta por si solo que debe dejar de lado el sufrimiento para ayudar a Morgan.

La agente suspiró y prosiguió:

-Si lo presionamos pensará que estamos minimizando su dolor. Estamos para él y lo que necesite

En ese instante le llegó un mensaje de voz que provenía de Steve. Lo reprodujo: Rogers le explicaba a Natasha que Tony no planeaba quedarse en cama sin hacer nada.

Aquello le daba esperanza a Nat pero algo insistía en quitársela un pensamiento profundo, lleno de advertencia.

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Al siguiente día en el castillo Hydra.

Era raro despertar en una nueva habitación pero era más raro no ser recibida en la mañana por los besos de sus padres.

El Sol De HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora