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En algún momento del inicio de su vida con su familia a su lado creyó que todo se iba derrumbar. Era demasiado bueno para ser cierto, demasiado generosa había sido la vida como para no cobrarle sus pecados de lujuria y arrogancia.

Aunque... con el tiempo cualquier miedo se había desvanecido.  Pero hoy, que todo indica que su hija había sido raptada... reapareció esa sensación y se dio cuenta que jamás se había ido, que solamente estaba oculta.

Llevaba un día y medio en la cama, sabía que tenía y debía hacer algo, pero, ¿cómo? No había un plan, no había información, por primera vez no sabía nada.

El hombre que lo sabía todo, que tenía respuesta para lo que venga, en ese momento parecía un recién nacido que llegaba al mundo sin saber nada.

Steve entró con una charola, miró a su omega sentado en la cama dándole la espalda, reclinado y con los puños juntos. Se veía fatal, su estado emocional cobraba a su estado físico.

-Llévate eso -murmuró Tony, viendo de reojo la figura atlética de su marido.

-Tienes que comer...

-Ya sé. Lo haré cuando yo quiera no cuando mi estúpido alfa me lo diga.

Cerró los ojos. Steve no tenía la culpa lo sabía pero tenía tremendas ganas de echarle la responsabilidad. En realidad, quería desquitarse con todos a su alrededor.

Ella era una niña... ¿por qué cobrarse algo que debe él con una pequeña de cuatro años que no había estado lo suficiente en este mundo, que parecía más un ángel que un humano?

-No creas que seré un omega débil e irresponsable tirándome a la depresión, ganas no me faltan pero no se trata de mi, sino de mi hija. La que me necesita más que nunca.

Cada palabra le pesaba, específicamente " me necesita" porque no estuvo cuando en realidad la seguridad de la pequeña lo requería.

Steve tuvo que tragarse los gritos desesperados que solicitaban salir.

-Jamás te he subestimado, me molesta tanto que yo te conozca tan bien y que tú a mi no. Basta de que creas que todos dudan de tu capacidad.

Tony alzó la cabeza y se empezó a reír con falsedad.

-Rogers, vete al diablo.

-Al diablo voy a mandar al que nos ha hecho esto. Pero necesito tu ayuda, no necesito a Tony Stark sino a mi esposo, él que me apoya y se une conmigo independientemente del plan.

Dejó la charola sobre una comoda cercana y se sentó junto a Tony. Empezó acariciar su espalda, los músculos del castaño estaban tensos y duros como un palo.

El rubio ayudaba a relajar su sistema. El castaño sabía que esas mismas manos traerían de vuelta a su pequeña.

-Steve... no puedo vivir sin Morgan -se sinceró el millonario viendo a su esposo a los ojos. Brotaban lágrimas de esos hermosos avellanas.

Steve consiguió una expresión débil. Quería ser fuerte pero no se podía obligar a algo que no... que solo no.

-Tampoco yo. No puedo... yo...

Tony acostó su frente contra el pecho de Rogers. Steve pasó sus brazos por el cuerpo del rollito y lo metió entre su cuerpo para darle el calor y seguridad que necesitaba.

-¿Y si la dañan? No... no podré con eso, con mi hijita lastimada.

Quería creer que, quién sea que la tuviera tendría piedad pero... en tiempos como ese, la maldad no podía detener siquiera una niña que emanaba mariposas felices.

El Sol De HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora