El Sol De Hydra

28

Morgan echó la cabeza para atrás, en sus fosas nasales percibía algo diferente al olor de su padre. Menos fuerte e intenso que de costumbre.

-¿Estás bien?

Cuando Hydra enfrentó los ojos marrones, la castaña se fijó en los azules con toques rojos. Brillaban más que cualquier día.

Le costaba hablar y mover hasta los músculos de su cara. Asintió repetidas veces, emocionado.

-Muy bien. ¿Tú?

Morgan encogió los hombros.

-Perfectamente. Pensé que no llegabas, ya iba a pedirle a Edith que preparara la sala del cine para ambas.

-¿Te fallo seguido? -Soltó inquieto.

La señorita se apresuró a negar.

-No -sonrió -nunca me fallas. Eres el mejor padre del mundo, ¿por qué de pronto te preocupas? ¿Qué ocurre?

Buscó inseguridad en los ojos del alfa pero lo único que encontró fue una amarga tristeza.

La vocecita de cuatro años ahora era una de dieciséis. El cabello más largo y ondulado.

-¿Papá?

Hydra tomó las manos de su hija y la miró con el mayor de los apegos.

-No pasa nada -insistió -es solo que, quiero que compartamos mucho tiempo, como si estos doce años atrás no hubiésemos estado juntos...

-¿Doce? Tengo dieciséis, serían dieciséis, ¿no?

Tan tonto...

Ensanchó una sonrisa y respiró hondo para no caer en el llanto. Su más grande sueño era ya una realidad.

Su pequeña realidad humana.

-¡Sí, como si nunca hubiésemos estados juntos!

A Morgan le fascinó el nuevo ánimo de su papá y lo único que pudo hacer es volver abrazarlo. A pesar de todo... lo extrañó, y pues, tal vez su padre le daba algunos negativos pero era más la felicidad que abundaba en su corazón.

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Washington DC

Volvió a secar su frente y se volvió a sentar. Se sentía desesperado, con miedo, casi que podía sentir el arma de Hydra sobre su cuello.

-¿Por qué ahora? ¿Por qué no después? -Discutió.

Pierce observó con la cara larga a Sitwell. Todo estaba concretado. Dreykov finalmente les había comprado la libertad de Morgan Rogers.

Necesitaban alguien con carácter, inteligencia, habilidad... si bien la chica no era lo que ellos esperaban la iban amoldar, dominar, ejercerían su poder sobre la señorita Hydra.

Incluso hasta podrían utilizarla para procrear más soldados.

-Tenemos prioridades, Sitwell, prioridades -. Respondió el cenador orgulloso.

No podían lanzar el proyecto Insight y entregar a la hija de Hydra al mismo tiempo porque era lógico que el rubio dejaría todo por su pequeña. Así que, las cosas se iban acomodar como mejor les convenía a los tres y a Hydra.

Morgan sería entregada en pocos días. Sin juegos, sin rodeos, El Capitán Hydra era fuerte e imponente pero ellos buscarían la forma de hacer un hueco entre esas fortalezas.

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Edith y Yelena no estaban por ningún lugar lo que le causaba mayor confusión a la castaña. Pero suponía que cada una estaba haciendo sus cosas.