Extra 1 Antojos (Kookmin)

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Desde que la noticia del embarazo de ambos Omegas, había caído en los oídos de aquellos Alfas, la rutina de cuidados y caprichos dio inicio, siendo tan igual y a la vez tan diferente para cada uno.

Por parte de Jimin, las cosas se podrían considerar algo bueno... o al menos en cierta parte.

Si bien, cada mañana, sin falta, Jungkook aparecía en la habitación con una enorme bandeja repleta de toda la comida que el menor amaba, con el aroma dulzón esparciendose en la habitación cuando la puerta era abierta, mientras el Alfa le despertaba con sutiles besos, provocando que, inconsciente se hiciese un ovillo sobre la cama... el sentimiento de soledad y aburrimiento no paraban de oprimir su corazón, pues, las semanas habían comenzado a transcurrir y no sumaban más de 2 ocasiones en las que se pudo reunir con Tae o Jin.

Pero ellos lo sabían, los tres estaban concientes de que aquello podía ocurrir, que inevitablemente, en algún punto, sus visitas y reuniones serían sumamente esporádicas o casi nulas, después de todo, nadie arriesgaría a los Omegas a que algo sucediera en el camino, teniendo en cuenta, que los tres eran parte de los líderes de la gran mafia coreana... y estando los tres encinta, era lógico que el intento de un ataque, podría ser una opción, pues todo mundo sabía, que un Omega embarazado, fácilmente tendía a ser ligeramente más débil o suceptible.

Debido a ello, Nam-joon había mandado a colocar una gran vigilancia en los hogares de cada miembro, disminuyendo las salidas y posibles accesos a los edificios, llevando a que los Omegas, se viesen cautivos en sus casas en lo que nacían sus cachorros.

Viendo aquello, era entendible la frustración de todos, el aburrimiento y soledad de los chicos, en lo que los Alfas regresaban tras alguna breve junta... sin embargo, y si se eran sinceros, más allá de su separación y la incomodidad que esto les causaba... sin duda, aquellos omegas encontrarón una forma muy peculiar de distraerse.

En particular Jimin, quien había vuelto su distracción perfecta, el convertir a Jeon en su lindo esclavo.

A cada día que pasaba, Jungkook corroboró que aquel chico que lo tenía sumamente cautivado, sin lugar a dudas, le hacía honor a la leyenda detrás de su nombre de Killer, volviéndose impredecible y completamente insaciable de caprichos.

Jungkook aún recordaba los días anteriores, donde en medio de la noche, Jimin se había quejado, despertandolo con un puchero y pidiendo a gritos una sandía, la cual, después de dar una sola mordida, fue abandonada en la cocina para ser sustituida por un snack de chocolate y almendra.

Si, 2 horas de búsqueda tiradas en 2 segundos.

No obstante, escondido tras aquella expresión de cansancio y molestia que el Alfa expresaba ante los caprichos cambiantes del menor, internamente lo adoraba. Amaba con cada fibra de su cuerpo aquellos pucheros y miradas cristalinas que Jimin ponía cada vez que deseaba algo, jodiendolo mucho más, cuando eran acompañados de aquella acción de acariciar sutilmente su vientre ligeramente abultado mientras mordía uno de sus labios.

Joder, realmente amaba demasiado a ese chico... y el estar ahí, en la tienda de conveniencia a las 2:42 de la madrugada, en busca del helado de mango y maracuyá, con el que el peli-rosa había soñado y despertado en medio de un sutil quejido, demandando la atención de su Alfa para que lo consiguiera para él, era la viva prueba.

Como era costumbre ante una petición del menor, Jungkook accedió con un beso. Había salido de su apartamento, envuelto en un costoso abrigo negro para buscar el postre de su Omega... aunque eso significara que, muy probablemente, el menor iba a pasar de él tras un par se cucharadas.

-Lo haces por Jimin, lo haces por Jimin, lo haces por Jimin...- comenzó a susurrar el pelinegro mientras recargaba su frente contra el cristal del refrigerador vacío.

🄱🅁🄾🄺🄴🄽 🅁🅄🄻🄴🅂 🄸🄸 Ⓛⓐ ⒻⓘⓔⓢⓣⓐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora