Capítulo 2 parte C

288 30 5
                                    

Flash Back

Chicago, 1917

En una de las oficinas bancarias del consorcio Andrew, un llamado a la puerta se escuchó.

Adelante — alguien autorizó desde el interior.

Señor Andrew —, una secretaria apareció por el umbral; — el señor Terrence Granchester solicita verlo.

¿Terry? — replicó el rubio y ordenó: — Hágalo pasar, Bianca, por favor.

La empleada salió del despacho dejando la puerta abierta para que Terrence ingresara al lugar.

Gracias — dijo el actor, y la mujer cerró por fuera.

¡Terry! ¡Amigo! ¡Pero qué enorme sorpresa! — el joven magnate fue a su encuentro.

Hola, Albert — la voz del actor sonó completamente serena.

Y los dos guapos hombres se abrazaron con efusividad.

Luego, se separaron; y Albert le condujo hacia la elegante sala.

¿Quieres beber algo? — ofreció el magnate antes de ocupar su lugar.

No, gracias — se oyó; y ambos tomaron asiento desabrochando sus sacos primero.

Y bien, cuéntame, ¿a qué se debe esta inesperada visita? Por cierto —, el rubio volvió a extender su mano que el castaño aceptó; — debo felicitarte por el éxito de tu carrera actoral. Todo mundo habla de ti y los periódicos ni se diga — complementó el ojo azul.

En cambio, el actor hizo una cara de fastidio deshaciendo el saludo.

Sí, me lo imagino, y hasta hablan de lo que no es — finalizó irónico y con arrogante porte.

Bueno, esa es la desventaja de ser una figura pública altamente reconocida — comentó el magnate queriendo sonar convincente pero...

Y quiero pensar que lo dices también por ti, ¿no es cierto, Albert?

Terry levantó inquiridoramente una ceja.

Porque fue una verdadera bomba para la sociedad cuando se dio a conocer la noticia que quien todos creían y consideraban un vagabundo, resultó ser nada menos que el famoso tío abuelo Williams, el magnate heredero del Consorcio Andrew —, el castaño sonrió burlón. — ¡Tú sí que eres una verdadera caja de sorpresas! Ya me imagino la cara de la pobre de Candice cuando lo descubrió.

Sí, se sorprendió bastante, pero así debía ser — arrojó un suspiro el magnate, más enteró: — debía ocultar mi identidad hasta llegar a la mayoría de edad y así poder hacerme cargo de la familia. Aunque Candy como siempre lo entendió muy bien. Pero vamos, dime ¿qué te trae a Chicago? ¿Acaso tienes alguna presentación especial aquí? He estado tan ocupado que ni tiempo me ha dado de enterarme de otra que no sean negocios — se disculpó el rubio.

¡Caramba, Albert! ¿es que acaso no puedo hacer una simple visita a un buen y viejo amigo como tú? — dijo Terry haciendo que el magnate sonriera.

Tienes razón, Terry. Disculpa mi curiosidad.

No hay nada que disculpar, Albert. Pero sí, tienes toda la razón, y me imagino que sospechas el por qué estoy aquí.

Candy, ¿cierto?

El actor miró directo a los ojos azules del rubio; afirmó con la cabeza y exigió:

NAVIDAD SIN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora