7. ¿Celosa yo?

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Casi dos semanas habían pasado desde que Nicolás conoció a Martha y ante las insistentes llamadas que recibía por parte de la mujer, accedió a salir un par de veces

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Casi dos semanas habían pasado desde que Nicolás conoció a Martha y ante las insistentes llamadas que recibía por parte de la mujer, accedió a salir un par de veces. Aparentemente ella buscaba iniciar algún tipo de relación, pero Nicolás no estaba dispuesto a ello. Martha era muy hermosa, no había duda, y era una persona agradable para conversar y salir, muy extrovertida, disfrutaba salir a bailar y tomar. Nicolás compartía algunos de esos gustos aunque también disfrutaba realizar actividades más tranquilas, cuando salía con una mujer prefería ir a comer o tomar algo. Las salidas a ruidosas discotecas o bares las reservaba para sus amigos, después de todo ¿cuál era el sentido de salir en pareja a un lugar donde el objetivo era ligar con una o varias mujeres? Posiblemente ese era el motivo por el cual no disfrutaba de sus citas con Martha como debería.

Debido a las ocupaciones que tenía con la escuela, el trabajo y ahora Martha, había pospuesto el verse con Alan en repetidas ocasiones; hasta que su amigo logró convencerlo de salir al centro comercial una tarde.

Pasearon un poco por las tiendas, Alan trabajaba en una agencia publicitaria y buscaba modelos para una campaña; pensó que el centro comercial sería un lugar idóneo para encontrar adolescentes normales pero bonitas, lo suficientemente atractivas para incentivar a otras chicas a comprar y al mismo tiempo lo suficientemente comunes para no intimidar como lo haría una modelo profesional.

—Vamos, tú trabajas en un colegio, deben haber miles de chicas bonitas que quieran participar —rogaba Alan mientras se dirigían a una cafetería.

—Con mis alumnas no te metas, ¿qué en tu agencia no llaman a castings o algo así?, no entiendo por qué vinimos acá, debemos parecer un par de acosadores...— reclamó Nicolás, nervioso, la idea de ir persiguiendo jovencitas para preguntarles si querían ser fotografiadas le hacía sentirse como un pervertido.

—Ya realizamos dos castings y siempre son las mismas niñas con exceso de maquillaje que creen que por aparecer en un comercial se convertirán en actrices o modelos. Pero si me presentaras alguna alumna tuya, no tendríamos que perseguir chicas por la calle. —Lo miró suplicante.

—No, ya te dije que con ellas no te metas.

—¡Vamos! No me obligues a ir a buscarte al colegio. Debe haber alguna que quiera participar, solo son un par de afiches. Se toman unas cuantas fotos, se les paga y ya.

—Claro, y luego tú aprovechas de salir con alguna de ellas —lo apuntó acusadoramente.

—¿Y eso que tendría de malo?, o me vas a decir que no te gusta ninguna de tus alumnas— Nicolás casi se atraganta con el sorbo de café que tomaba al escuchar tal cosa.

—¡Por supuesto que no! —gritó nervioso y algo molesto.

—Ay por favor, eso se lo creo a tu tío que tiene como cien años, pero no a ti. ¿Me vas a decir que no hay ni una sola chica en esa escuela que te guste, ni siquiera una de último año?, no te creo —afirmó incrédulo.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora