9. Todo por dinero

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La semana posterior a la fiesta de cumpleaños pasó tranquila. Poco a poco se acercaba el fin de trimestre y los exámenes finales, lo que ocasionaba ansiedad en muchos alumnos. A Thaly no le gustaba estudiar así que normalmente no lo hacía; aprobaba las materias de literatura, historia, inglés y biología sin problemas, le bastaba con hacer las tareas y prestar atención en clases para sacar diez en los exámenes. Por otro lado, las materias exactas le daban dificultades. Cada trimestre se resignaba a ir a recuperatorio y perder la semana de vacaciones que tenían los alumnos que habían aprobado todo con una nota superior a la media.

Durante la clase de ese día estaba distraída y distante, no a consecuencia del colegio, otro tipo de problemas rondaban su cabeza. Nicolás notó que Thaly cada día estaba más distraída, todavía más de lo habitual, y aunque últimamente lo trataba con más cortesía, conversaba menos con él. Las mañanas temprano cuando se veían, las pasaban en silencio, él notaba que ella tenía algún problema, pero no sabía cómo preguntárselo sin sonar inoportuno.

Al finalizar el periodo, mientras los estudiantes disfrutaban el recreo, Nicolás se quedó en el aula corrigiendo tareas, odiaba mandárselas a los chicos porque luego perdía horas calificándolas. Era una tarea tediosa, sin embargo, corregir la tarea de Thaly era un deleite especial. Por lo general la mitad de ejercicios estaban hechos y la otra mitad tenían cartelitos que decían: «yo qué sé», «no me importa a qué velocidad deben ir los autos para chocarse, lo importante es cuantos mueren en el accidente», «¿de qué me va a servir en la vida conocer la energía potencial?». Reía cada vez que leía una cosa así y no dudaba en poner un cinco o una menor nota a cada trabajo. Justo en ese momento leía la tarea de Thaly, cuando escuchó a sus alumnos conversando. Recién se percató que tres de ellos permanecían en el salón.

—Solo tengo doscientos —dijo Daniel sacando dinero y poniéndolo sobre la mesa. Thaly y sus dos amigos se habían quedado en el aula al igual que Nicolás, tenían la siguiente hora libre y aprovechaban para contar el dinero que habían juntado.

—No es suficiente —replicó Thaly—. Con lo mío y lo de Alison son apenas setecientos, no va a alcanzar.

—¿Cuánto necesitas? —inquirió Alison preocupada.

—Al menos mil doscientos.

Nicolás no aguantó más la curiosidad, quería saber para qué juntaban dinero.

—¿Qué hacen?

Los chicos se sobresaltaron al verlo y guardaron el dinero rápidamente.

—Nada, eso no te importa —Thaly se paró altanera y salió del aula seguida por sus amigos, quienes miraron a su maestro con vergüenza por la contestación; después de todo, aunque fuera joven, Nicolás era su maestro, y no estaban de acuerdo con que Thaly lo tratase igual que a cualquier chico del colegio. Pero a él no le importó, ya estaba acostumbrado a los desplantes de su alumna, le inquietaba más verla tan preocupada y con aparentes problemas financieros. Se fue pensando en eso cuando la directora lo llamó.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora