Nicolás es un joven maestro que empieza a impartir clases en un colegio supliendo a su tío.
Todo va bien en la escuela pero los inocentes encuentros que tiene cada mañana con una de sus alumnas hace que entre ellos dos surja un fuerte sentimiento.
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Nicolás la buscaba con la mirada sin soltar al guardia; cuando de repente sintió como un balde de agua fría caía sobre él y su adversario. Volteó hacia la única dirección donde no había buscado antes y vio a su alumna con un balde en la mano y una mirada de desaprobación.
—¡Qué te pasa, estás loca!
Natalia se dio la vuelta y le devolvió el balde a una anonadada mujer que segundos antes limpiaba el suelo de la recepción. Mientras el guardia los insultaba a ambos, Nicolás se exprimía la ropa y Thaly se dirigía a las escaleras.
—Oye, ¿por qué hiciste eso?, esa agua estaba sucia —reclamó exprimiéndose la camisa, para desdicha de la mujer que limpiaba el pasillo, quien no dudó en maldecirlo mientras trapeaba con furia.
—Lo hice porque estabas a punto de matar a ese tipo. —En su rostro se notaba lo enfadada que estaba.
—No lo iba a matar, solo quería asustarlo un poco...
—Sí, claro, lo habrías matado y luego a mi me habrían encerrado contigo por cómplice. ¿Cómo se te ocurre decirle que soy tu hermana?
—Lo hice para que te dejara entrar, es verdad que pueden prohibirte visitar a alguien si no eres su pariente.
—¿Y por qué no sólo le dijiste eso y ya? ¿Era necesaria tanta agresión?
—¡Él estaba siendo agresivo contigo!
—¡Yo no necesito a nadie que me defienda!
—Vaya, mis niños favoritos tan escandalosos como siempre. —Sin darse cuenta habían llegado hasta la habitación del profesor Cohen, y este al verlos, los recibió con una sonrisa.
Thaly se acercó cariñosamente a darle un beso, mientras Nicolás mantuvo su distancia porque no quería mojarlo.
—¿Qué pasó, por qué estás mojado? —preguntó el profesor al darse cuenta del estado de su sobrino.
—Esta niña loca me mojó —respondió señalándola.
—Sí, porque estaba peleando —lo acusó.
—Por qué no vas a secarte al baño, ahí tengo una toalla.
El joven no lo pensó dos veces y entró a exprimir su camisa.
El profesor Cohen le hizo un gesto a la muchacha para que se acercara y le dijo en un susurro:
—Bien hecho, a mí nunca se me ocurrió tirarle agua.
—¿Esto sucede con frecuencia? —preguntó también en voz baja.
—Nico es algo peleador, culpo al padre, él era igual; siempre peleaba con los chicos del barrio.
—Pues yo creo que es bipolar. En un momento es dulce y tranquilo y luego parece un asesino demente.
Nicolás regresó del baño y los otros dos se callaron de inmediato.