25. Falsas ilusiones

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Ella le había prometido ir directo a verlo en cuanto acabara su pijamada

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Ella le había prometido ir directo a verlo en cuanto acabara su pijamada. La esperaba ansioso, necesitaba probar el néctar de sus labios. Los segundos se le hacían eternos mientras esperaba en el sillón de cuero negro. Por fin el sonido que esperaba se dejó oír anunciando su llegada.

Le abrió la puerta esperando un beso, o al menos un abrazo. No obstante, Thaly entró apretando los puños. Después de aventar su sleeping y su mochila, lo miró con furia.

—Hola a ti también —le dijo cerrando la puerta, esperando ser regañado.

—¿Es verdad que las chicas del colegio te andan mandando cartas de amor? —le recriminó cruzando los brazos y fulminándolo con la mirada.

—Ah, sí. ¿A qué viene todo esto? —preguntó contrariado.

—¡¿Y por qué no me lo dijiste? —gritó.

—Y por qué habría de hacerlo. Desde que empecé a dar clases mi buzón aparece lleno de cartas. Las primeras veces las abría para ver de qué se trataba y al encontrarme con las mismas declaraciones una y otra vez decidí no abrirlas más y devolverlas —respondió comenzando a enfadarse. Esperó un contra ataque de Thaly; al ver que no decía nada le preguntó—. ¿Y? ¿Eso es todo lo que querías saber?

Thaly se quedó sin argumentos, estaba molesta con sus compañeras del colegio, no con él. Al no saber qué añadir. Comenzó a rezongar.

—Sí, es todo. Malditas arrastradas, más te vale que tires todas esas porquerías a la basura.

Nicolás no pudo más que reír, ver a Thaly tan celosa le encantaba.

—Sabes bien que no importa lo que me envíen, solo me importa lo que tenga que ver contigo. —Le acarició el cabello en un intento de calmarla. Le dio un corto beso en la frente y la acomodó en el sillón. Por más que quisiera, Thaly no podía enojarse con él mucho tiempo. Aquello le frustraba, era la primera persona que podía cambiarle el humor con una mirada.

Otro corto beso pasó esta vez a su mejilla y otro más a la comisura de su boca, poco a poco se convirtió en un beso apasionado y demandante. Sus cuerpos resbalaban en el sofá hasta encontrarse recostados en él. Nicolás se acomodó sobre ella evitando posar todo su peso con una mano. Apasionadamente entrelazaban sus lenguas, deleitándose con cada sensación y el sabor del otro. Con la mano libre rodeó su cintura, levantándola y arqueándola contra su abdomen. Su mano subió pausadamente por debajo de su camiseta y recorrió su espalda antes de moverse hacia sus senos. El arrebatador beso impedía a Thaly hablar, quería que se detuviera; intentaba hacérselo notar contorsionándose, pero él continuaba masajeando su pecho por encima del brasier. En el momento en que la sintió moverse incómoda, se levantó abruptamente, disculpándose por su falta de auto control. Aquello cada vez era más difícil: besarla sin llegar a más.

Thaly se incorporó arreglándose la ropa. No cruzaron palabra unos momentos hasta que Nicolás preguntó si quería escuchar música. Thaly asintió con la cabeza y él se levantó a colocar un CD en el aparato de sonido. Después de un momento, actuaron como si nada hubiese ocurrido.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora