Nicolás es un joven maestro que empieza a impartir clases en un colegio supliendo a su tío.
Todo va bien en la escuela pero los inocentes encuentros que tiene cada mañana con una de sus alumnas hace que entre ellos dos surja un fuerte sentimiento.
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—¡No uses solo técnicas! ¡Pelea bien! —lo regañaba Thaly, desesperada por la forma casi aleatoria con la que Nicolás apretaba los controles del mando.
—Si hay técnicas en el juego es para usarlas, no es mi culpa que no sepas sacarlas.
—La gracia de esto está en salpicar la sangre de tu oponente. No seas un pusilánime y pelea de verdad.
—Eres una sanguinaria y creo que esto solo incrementa tu violencia. Debería estar prohibido para gente como tú —le decía sin quitar los ojos de la pantalla.
—Todo lo contrario, si no fuera por los videojuegos agarraría a golpes a muchos en la vida real. —Le dirigió una mirada acusadora.
—Deberías hacer una lista de la gente a la que matarías a golpes, seguro yo la estaría encabezando.
—De hecho ya la hice. Estás en el sexto lugar, después de Estefanía y antes que Alex.
—Ya en serio, ¿por qué te molesta que sea perfecto? —la miró de reojo con burla haciéndole perder la concentración y aprovechando para darle el golpe final, quitándole la poca vida que le quedaba.
—¡Ya deja de molestar con eso! ¡Solo yo entiendo lo que escribo! —protestó intentando hacerle un fatality en el pecho, a lo que Nicolás respondió con una carcajada, eso más que nada le hacía cosquillas; se burlaba hasta que lo empujó con fuerza, tumbándolo al suelo y lo golpeó con una almohada. Aquello solo le provocó más risa, Thaly también comenzó a reír y se pasaron un buen rato jugando de esa forma.
—Está bien me rindo —dijo Nicolás apartando a la chica, quien estaba encima de él intentando sofocarlo. Thaly comenzaba a levantarse cuando él la tomó por los hombros e invirtió los papeles, ahora él se encontraba encima de ella. Se acercó a su oído y le susurró que era una debilucha. Levantó el rostro y sus miradas se encontraron, todavía permanecían quietos y callados, muy cerca el uno del otro. Empezaron a sentirse incómodos con la situación y se levantaron intentando esquivar la mirada.
—Por cierto, Martha no es mi novia —rompió el silencio mientras volvía a sentarse derecho.
—Ah, bueno, como siempre andan juntos todos en la clase piensan eso ¿pero debes tener otra novia, no?
—No, antes de regresar al país rompí con mi novia, estuve años con ella y no salgo con nadie en serio desde entonces, las mujeres solo sirven para complicarte la vida —dijo lo último más para sí mismo, pensando en ella. Thaly lo miro curiosa y antes que dijera nada decidió cambiar de tema—. ¿Ya estudiaste matemáticas?
—Sí, un poco —mintió dirigiendo su mirada al televisor, eligiendo un personaje para un nuevo combate.
—No es cierto, apuesto a que ni siquiera abriste tu libro. Si mañana no apruebas el examen no podrás ir al campamento.
—No importa cuánto estudie, es un caso perdido, jamás voy a aprobar, ya me resigné a no ir —alegó con indiferencia.
—Claro que puedes aprobar, yo te ayudo a estudiar, ven —le extendió la mano para que se levantara del suelo. Estudiar les ayudaría a pasar el tiempo, además no quería ir al campamento si ella no estaba ahí, todo sería demasiado aburrido. Le carcomía la curiosidad respecto a los aterradores relatos que los maestros contaban. Como ese sería su último año de colegio, estaba seguro de que Thaly y Alex habían preparado una broma maquiavélica. No pensaba perdérsela, aunque cayera víctima de ella.