18. Maldita sospecha

2.3K 169 7
                                    

Aquel día fue perfecto, pese a los pequeños inconvenientes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquel día fue perfecto, pese a los pequeños inconvenientes. Nicolás no se arrepentía de la decisión que había tomado. Una parte de él le decía que aquello no era correcto, que podría traerles inconvenientes, sobre todo a Thaly. Si su padre se enteraba... no quería ni pensar en ello. Aun así no podía negar lo que sentía, no más. La necesitaba; necesitaba estar con ella, saber que se pertenecían, aunque ello significara darle la espalda al mundo. Sus labios, su rostro, sus manos, su aroma, su personalidad, todo era como una droga; una vez probada era imposible dejarla. Él estaba consciente de ello, era adicto a Thaly y eso era más fuerte que cualquier riesgo o prejuicio de la sociedad.

Cayó la noche trayendo consigo la oscuridad engalanada por las luces de la ciudad. Thaly se aferraba a Nicolás sintiendo el viento cortar contra su rostro. Aquel día había acabado muy pronto, antes de lo que deseaba. Se dirigía a casa, aquel lugar que llamaba así por convención, la infraestructura que le brindaba protección sobre la intemperie. Siempre le costaba volver ahí, ese día más que nunca. En casa se sentía prisionera, un ave enjaulada que no cumple un fin ni propósito. Su padre siempre la había hecho sentirse así, como un objeto inútil que ocupaba un espacio en su vida, del cual no se podía deshacer.

A partir de ese momento vivía algo nuevo y maravilloso, algo imprevisto, pero bien recibido. Le costó unos segundos animarse a bajar de la moto y despedirse con un beso en la mejilla. No se animó a sentir sus labios, si lo hacía aquella despedida sería más difícil. De pronto se encontró caminando calle abajo, escuchando el ruido del motor alejándose, preguntándose por qué se sentía de aquella manera tan estúpida; él no se iría, volvería a verlo al día siguiente, no era una despedida permanente. Se sintió ridícula por un instante, tan ridícula como aquellas protagonistas de novelas, quienes pasaban noches en vela pensando en su amado, o considerando quitarse la vida por un desamor. Ella nunca había sido tan tonta o enamoradiza, siempre juzgaba a aquellas heroínas de fantasía pensando que aquellos sentimientos que vivían no ocurrían en la vida real, o al menos no en la realidad a la que ella pertenecía; si de un momento a otro empatizaba con ellas ¿significaba que aquel mundo donde se encontraba no era real? ¿Era solo una vana fantasía pasajera?, no estaba segura, pero si así era, deseaba permanecer en aquella ilusión para siempre.

***

El nuevo día comenzó con rutina, el exterior permanecía igual, su interior era el que parecía pertenecer ahora a otra dimensión. Esa era la última semana de clases antes de las vacaciones, el estrés de los exámenes acabarían el viernes, solo debía sobrevivir cuatro días.

Thaly estuvo absorta en sus pensamientos toda la mañana, cosa común en ella, solo prestó atención al examen de inglés, que le resultaba demasiado fácil como para preocuparse.

Alison y Daniel la miraban inquietos, sabían que su amiga estaba siempre en las nubes, pero aquello ya era demasiado, si no fuera porque suspiraba a ratos, hubieran jurado que estaba en coma.

—¿Ya nos vas a decir qué te pasa? —inquirió Alison cuando no pudo aguantar más el aparente autismo de su amiga.

Thaly pensó antes de responder, le picaba la lengua por contarle lo sucedido el día anterior, pero había hecho una promesa. Nicolás le hizo jurar que no se lo diría a nadie, ni a sus mejores amigos; al menos no por el momento. Alan era la excepción porque lo había descubierto por casualidad y Nicolás iba a encargarse de mantenerlo con la boca cerrada.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora