El despertador sonaba en la mesa de noche de Nicolás. Eran las seis y cinco de la mañana y aunque intentaba con todas sus fuerzas abrir los ojos, no lo conseguía. Después de diez minutos de lucha, por fin se incorporó. Retiró la gruesa cortina azul oscuro que cubría la ventana detrás del respaldar de su cama y descubrió que todavía estaba oscuro.
—Qué fastidio, soy capaz de no ir, pero me pasé casi toda la noche haciendo el cronograma así que ni modo... —exclamó en un bostezo.
Aunque no quería admitirlo se sentía emocionado por su primer día de clases.
Cuando llegó se paró frente al establecimiento, sin duda era enorme, parecía más un campus universitario que un colegio secundario. No era la primera vez que iba, mas entrar al recinto vacío le daba escalofríos; buscó por todas las instalaciones, no parecía haber nadie más ahí que él y el portero que le había abierto la puerta.
«Edificio norte salón 3-A, supongo que es este» pensaba mientras se aproximaba a un edificio de dos pisos. Ingresó al aula, dejó sus cosas sobre el escritorio frente a la pizarra y de repente escuchó una voz detrás de él, la cual, en un sonido corto y animado emitió un informal saludo.
—Hola.
A Nicolás casi se le sale el corazón del pecho al escuchar ese «hola» proveniente de un lugar que antes consideraba vacío.
—¿Quién eres? —preguntó alterado mientras volteaba.
—Natalia —le respondió una adolescente que lo miraba con la expresión consternada.
—Lo siento, es que no te vi, te apareciste como fantasma —dijo mientras cerraba los ojos sintiéndose algo estúpido y neurótico por aquella reacción.
—Yo no me aparecí, estuve sentada aquí todo el tiempo —le respondió con total desinterés mientras devolvía la mirada al libro que traía entre manos.
Nicolás la miró con detenimiento, a simple vista era una chica común de un largo cabello castaño recogido en una cola alta, con unos grandes ojos marrones de soñadora expresión, estatura media y complexión delgada.
—¿Qué pasa? —preguntó Natalia al sentirse observada.
—No nada, lo siento, por un momento me dio la impresión de haberte visto antes.
—Pues tal vez me viste antes —habló sin quitar la mirada del libro.
—Lo siento de nuevo, no me presenté, soy Nicolás Cohen, seré el profesor de física y química este año.
—¿En serio? —Natalia parecía preguntar con real interés mientras lo examinaba de arriba abajo—. No pareces profesor.
—¿Ah sí?, es que soy muy joven para eso —le dijo con una sonrisa.
—Bueno sí, eso también.
—¿También?, entonces ¿por qué no parezco profesor?
—Porque los profesores parecen más serios, se visten con terno y tienen una expresión inteligente en la mirada. —Volvió a su desinteresada actitud.
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Después de clases (DDC1)
RomanceNicolás es un joven maestro que empieza a impartir clases en un colegio supliendo a su tío. Todo va bien en la escuela pero los inocentes encuentros que tiene cada mañana con una de sus alumnas hace que entre ellos dos surja un fuerte sentimiento. ¿...