Nicolás es un joven maestro que empieza a impartir clases en un colegio supliendo a su tío.
Todo va bien en la escuela pero los inocentes encuentros que tiene cada mañana con una de sus alumnas hace que entre ellos dos surja un fuerte sentimiento.
¿...
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—Natalia teníamos cita la próxima semana. ¿Qué pasó? ¿Te sientes mal? —preguntó la doctora, quien había atendido a Thaly esa mañana.
—No, es que él insistió. —Entró al consultorio con Nicolás agarrándola de los hombros.
—¿Tú eres...?
—Nicolás, el novio de Thaly —se presentó notando los nervios de la muchacha.
—Así que ya se lo contaste. Qué bueno, Natalia.
—En realidad le fueron con el chisme —murmuró yendo a tomar asiento.
—Solo quería saber de su estado. Ella dice que está bien, pero yo la veo débil —habló acariciándole la cabeza, ocasionando que Thaly apretase los dientes sintiéndose como un perro en la veterinaria.
—Por supuesto que está débil. Está anémica, ya le dije que tiene que alimentarse bien, casi no ha comido en días. Por suerte ella es fuerte. Aun así es muy joven y no está completamente lista para esto físicamente. Así que siempre hay riesgo de pérdida. Debe descansar mucho y no hacer esfuerzos. Menos deportes. —La miró acusadoramente y Thaly comenzó a encogerse en su silla. Parecía que confabulaban en su contra, con todo lo que la doctora decía Nicolás reaccionaba con miedo y reprobación. Thaly sabía que si él podría ponerla en una silla de ruedas a partir de ese momento, lo haría—. Tenemos cita la próxima semana, y como le dije a ella, no podrá tener parto natural, le programaremos una cesárea dentro de unos meses.
Nicolás la escuchaba atento, pensando qué acciones debía tomar. Al terminar la consulta que fue un interrogatorio por parte de Nicolás al médico, la doctora detuvo a Thaly para susurrarle:
—¡Qué lindo es! Van a tener un bebé precioso.
Thaly sonrió y salió con él regañándola por no alimentarse. Comenzó a sentirse mal y le pidió caminar para tomar aire, aunque el insistía en volver al consultorio. Pasaron frente a una tienda de bebés, e instintivamente Thaly volteó. Rápidamente volvió su mirada al frente, esperando que Nicolás no se hubiese dado cuenta.
—¿Quieres entrar? —le preguntó al notar su reacción.
—No, es muy pronto para eso —respondió tímidamente.
—No nos hará daño mirar. —Regresó hacia la tienda y la llevó adentro. Miraron a su alrededor algo asustados. Aún faltaba mucho, pero cayeron en cuenta de que en un par de meses estarían enterrados en un montón de esos objetos suaves y de color pastel. Una vendedora se aproximó a ellos preguntando si tendrían un bebé. Thaly casi mata a su novio cuando este respondió inocentemente que sí. En su experiencia en compras, ella sabía que la vendedora no los dejaría tranquilos hasta convencerlos de comprar algo. Después de escuchar las cien formas en las que un bebé podía morir en casa y lo rápido que se acababan las cunas; terminaron comprando un kit de seguridad, juguetes, ropa y una cuna que les enviarían después.