11. Castigados juntos

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El domingo era el peor día para Thaly

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El domingo era el peor día para Thaly. Ese día no tenía donde huir, no había colegio, ni actividades extra por la tarde, algunos fines de semana tenía algún partido o competencia, pero el resto de la tarde nada. En algunas ocasiones iba a la iglesia de San Rafael, a escuchar la misa del padre Sebastián y jugar un rato con los niños de la catequesis. Aunque no era muy religiosa siempre le gustó ese lugar. Estando allí sentía mucha paz, todo en silencio a excepción del coro que entonaba un bellísimo canto gregoriano. La luz que cobraba diversos colores a través de los vitrales le daban un ambiente mágico al lugar, el techo alto y el espacio ancho la hacían sentirse diminuta; eso le agradaba, imaginarse volando en el cielo, libre y tranquila.

Pasó por la iglesia, hacía mucho tiempo que no iba por ahí y tenía la sensación de que sería un último momento de paz antes de muchos de intranquilidad que se avecinaban.

La calma de ese lugar la relajó y le hizo olvidar que una de las personas que más amaba ya estaba a kilómetros de distancia. Al finalizar la misa se dirigió a su casa pensando y brincando alegremente como siempre hacía.

Ni bien cruzó la puerta al llegar, Vanessa la recibió con una cachetada. Aquello había sido tan inesperado que se quedó con la mano en la mejilla tratando de comprender qué sucedía. Confundida miró a la mujer y esta le extendió un periódico.

—¿Se puede saber qué es esto? —le señaló una fotografía, la publicidad estaba impresa en toda una plana del periódico.

Thaly abrió los ojos sorprendida, se había olvidado por completo de las fotos que le habían tomado, y como Nicolás no le había dado tiempo de hablar con Alan, no sabía que aquello saldría en el periódico.

—¡Por favor no se lo digas! —le suplicó tomando el periódico con las manos temblorosas.

—Ya lo sabe, me llamó muy molesto hace un rato. Será mejor que vayas a tu cuarto y te atengas a las consecuencias, sabes que yo no puedo hacer nada por ti. —Se dio la vuelta dejando a Thaly sola en la entrada de la casa.

La chica miraba el periódico con los ojos llorosos, todavía temblando. Permaneció así unos minutos hasta que la puerta se abrió y un hombre alto y fornido entró.

—¡Mocosa maldita, quién te dio permiso para posar como una cualquiera! —le gritó con mucha dureza. La agarró con fuerza de la muñeca y la torció hasta lograr que cayera de rodillas.

—Perdón... por favor suéltame, te juro que no haré algo así nunca más —intentaba excusarse, pero las palabras apenas le surgían de la boca, tenía miedo, muchísimo miedo.

El día lunes era el más odiado por Nicolás. Debía regresar a trabajar teniendo en mente que la semana recién comenzaba y había mucho por delante. Ese lunes en particular no habría sido tan malo si no tuviese que ver a Thaly y recordar los sueños que tenía últimamente con ella, sin mencionar que aquella chiquilla le estaba haciendo la ley del hielo e irónicamente eso también le molestaba. No quería que se acercase mucho a él y tampoco quería la total indiferencia... solo pensaba que las cosas eran mejor hacía dos semanas atrás.

Después de clases (DDC1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora