𝟮. 𝙢𝙖𝙙𝙧𝙚𝙫𝙞𝙤𝙡𝙤

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𝐁𝐄𝐋𝐀𝐌𝐈

Atravieso con las garras la piel de sus brazos.

Se parte como papel y el río de sangre se desborda entre mis manos. Sangre caliente y espesa. Al principio, su cuerpo se retuerce debajo del mío tratando de escapar. Sus músculos se contraen, flexiona las piernas y la maleza debajo de su cuerpo cruje ante su movimiento. Escuchó los latidos rápidos de su corazón, estaba demasiado asustado.

El aroma de su sangre se cuela en mi nariz y me provoca una sed terrible. El dolor seco en la garganta. El vacío del ansia en el estómago.

Siento como su corazón deja salir un flujo de sangre con cada latido, la misma que se mueve a través de sus arterias, viaja hacia sus venas, recorre debajo de la pálida piel de sus brazos, de su cuello y en su pecho caliente. Siento su calor abrasador, y puedo imaginar el calor de sus entrañas. No puedo detenerme.

Sus pulmones se llenan de aire y su aliento me quema despacio cada vez que respira.

Deslizó mi lengua sobre su cuello listo para arrancarle la garganta. Él se queda muy quieto debajo de mí peso, debajo de la monstruosidad en la que me había convertido solo para matarlo. Su expresión es tranquila, mirando el cielo oscuro de la noche. Deja salir un suspiro cargado de melancolía, aunque también puede que sea uno de alivio.

Se queda muy quieto esperando por mí, esperando a que termine de una buena vez. Jamás imaginé que alguien estuviera tan calmado cuando iba a ser destrozado.

Moví mi cuerpo un poco para mirar sus ojos, con demasiada curiosidad de pronto y estos me observaron detenidamente. Fue tan solo un pequeño instante. No había nada en ellos, parecían tan vacíos.

Una descarga de electricidad me recorrió el cuerpo entero. Me estremecí completamente. Sus ojos me parecieron tan familiares de pronto. Mis brazos se contrajeron hacia atrás de manera repentina y me obligó a saltar hacia atrás. El movimiento es tan rápido que mi cuerpo golpeó la fila de árboles detrás en la oscuridad y comienzo a desvanecerme.

El chico permanece en el suelo, recostado y herido. Trata de ponerse de pie y me observa sorprendido, quizá muy confundido por lo que ha sucedido. Frunce el ceño, parece que él también ha sentido esa extraña sensación.

Aquí es donde comienza toda la pesadilla.

No había conseguido pegar el ojo en toda la noche después de aquello que me había ocurrido. Tampoco es que pudiera conseguir dormir cuatro horas seguidas sin tener que saltar de la cama mirando ese par de ojos.

Siempre era el mismo sueño, lo había tenido por tanto tiempo que conocía como iniciaba y como terminaba. Había alguien sentado en el filo de rocas negras con la cara hundida en sus rodillas hasta que alzaba la mirada y me veía. No tenía ni la menor idea de quién era, pero esos ojos hacían que me despertara a la mitad de la noche. Me provocaba una convulsión cada vez que me despertaba.

Esa noche había sido distinta. No fue porque mi instinto me había hecho transformarme en un monstruo, había salido de mi cuerpo sin poder controlarme. Ni por que estuve a punto de matar a un chico del pueblo. Lo que había sucedido al mirar sus ojos vacíos y despreocupados es lo que había activado algo en mi como para ser capaz de detener mi instinto asesino y salir huyendo.

Y no podía dejar de pensar en eso. Tenía la mirada perdida en las líneas del suelo, que se cruzaban unas con otras, observando las sombras de las personas que se movían por los alrededores del lugar. Formando imágenes y manchas borrosas que claramente no estaban allí. Las voces soporíferas se mezclaban una con otra, entre risas, sonidos distantes, el chirrido de las sillas, botellas siendo aplastadas, no había ninguna conversación clara en cual perderme para desviar los pensamientos que tenía.

𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙤𝙨𝙘𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora