𝟱. 𝙥𝙪𝙧𝙚𝙯𝙖 𝙖 𝙩𝙧𝙖𝙫𝙚𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙛𝙪𝙚𝙜𝙤

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𝐉𝐀𝐒𝐎𝐍

Cuando abrí los ojos, el mundo que vi era como un recuerdo vacío.

La luz blanca de la sala de urgencias me tenía muy desorientado. Las personas se movían a mí lado tratando de quitarme la ropa mientras me hablaban a la vez que mi cuerpo se retorcía del dolor y las extrañas sensaciones de los agresivos tirones que me daban, aunque en realidad, no podía oír ni sentir absolutamente nada más que el latido de mi corazón tratando de escapar por mis oídos.

Ya había visto esta escena más de una vez, con diferencia de que cuando era un niño, mi madre estaba sujetando mi mano bajo una cortina de llanto y desesperación, la última vez que estuve en una cama de urgencias, yo sabía que había cortado la piel de mis brazos lo suficientemente para poder desangrarme. Mi madre me había encontrado en un charco de mi sangre, había llamado a la ambulancia y me habían traído a una sala de urgencias. En este caso, no tenía ni la mínima idea de lo que me había ocurrido, recordaba los ojos como luces mirarme entre los árboles oscuros del bosque, había un ardor en el interior de mis entrañas. Traté de ponerme de pie, apoyé mis codos en la camilla mientras los doctores me empujaban de regreso. Miré hacia el pasillo, él, estaba de pie mirando hacia mí, con un ojo lleno de sangre y una mirada perdida, luego me desvanecí.

El terror que había sentido antes de hundirme en la oscuridad seguía dentro de mí, me recorría por todas partes y era como un malestar que estaba ahí en alguna parte y que no se había ido jamás. La confusión hacía que ese terror fuera mucho más grande, no había una manera cuerda de explicarlo, porque también estaba el sentimiento de que no quería que mi madre pensara que otra vez había intentado quitarme la vida. Ese no era mi plan.

Cerré los ojos cuando, lo que sea que me hubieran administrado, empezó a hacer efecto. Las luces encima de mi comenzaron a verse borrosas, las cosas blancas se veían dobles. La laguna mental sólo había servido para que mi mente empezará a dar vueltas entre mis recuerdos, y no había manera de pararla.

Trataba de jalar el cinturón de seguridad para abrocharlo, aunque este se había atorado con la puerta y me era imposible colocarlo. Intenté decirle a papá que me ayudara, pero no me oía por el sonido de la música. Lo observe fijamente mientras iba conduciendo. Los movimientos eran tan bruscos que mis manos se aferraban al asiento, tenía la mandíbula apretada y no recordaba haber sentido tanto miedo como ese día. No supe exactamente cómo ocurrieron las cosas hasta que todo ocurrió. Primero, el golpe contra algo hizo que el auto se moviera bruscamente, chocamos contra uno de los postes del puente y mi cuerpo salió volando en el impacto. No podía hablar ni oír nada, solo había un sonido como un chirrido. Estaba sobre el pavimento de la calle, inmóvil y mirando fijamente el cuerpo de un chico delante de mí. Quizá tenía unos dieciséis años. Estaba a unos metros de mí, sus ojos grises me miraron de último momento antes de desvanecerse. Era unos ojos grises, pero oscuros y profundos a la vez. Es lo último que recuerdo.

Desde que estuve a punto de morir en ese accidente con mi padre, había tenido esa pesadilla cada noche. Unos ojos que me miran fijamente, una persona de pie sobre una fila de rocas negras irregulares con el bosque en neblina de fondo. La persona no deja de mirarme hasta que al final se sienta sobre las rocas y deja su cabeza entre sus rodillas. No sé si ese es el final, ya que suelo despertar hasta ese punto.

Al principio no entendía por qué veía a esa persona, es decir, no tenía la mínima idea de que quien pudiera ser o por qué estaba mirándome de esa manera. No fue hasta que ocurrió lo de Blake, que recordé que esa mirada, la que veía todas las noches en mis pesadillas, pertenecía al chico que mi padre había atropellado. Lo había olvidado por completo, hasta ese día, recordé que me encontraba tirado en el suelo sobre la calle y unos metros delante de mí estaba el chico mirándome fijamente con esa mirada de mis sueños. Tenía unos ojos verdes... No grises. La mirada perdida, quizá porque ya estaba muerto, pero me miraba fijamente.

𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙤𝙨𝙘𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora