𝟵. 𝙖𝙢𝙧𝙚𝙥

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𝐉𝐀𝐒𝐎𝐍

A la mañana siguiente desperté aterrado por la pesadilla.

Mire al techo tratando de aclarar las ideas de mi loca cabeza. Debía poner las cosas en orden y sobre todo descartar que todo había sido un mal sueño, en realidad, había partes que deseaba que lo fueran, como el hecho de que había estado en una fiesta con Lindi en la que un Demonio había masacrado a la mitad de los asistentes. Esas partes eran borrosas porque no sabía ensamblar los hechos unos con otros como cualquier persona lo haría, ese era el problema de tener la salud mental comprometida. No me era posible recordar cómo había pasado de estar en la escalera a la tina del baño, y vivo.

También, me aferraba a las partes que no podían ser de mi invención, como el aroma de Belami o incluso el sonido de su voz que me provocaba un escalofrío cada vez que usaba ese tono en voz baja.

En el exterior, el clima era oscuro y siniestro. El cielo era una cortina de nubes negras a punto de liberar una gran tormenta, el aire era gélido y doloroso cuando te pegaba en la cara.

Baje las escaleras sin saber que podía esperar con mi madre luego de mi llegada tarde anoche. Esperaba que no hubiera visto las noticias de esta mañana para que no se preocupara de más. Era cierto que estaba mucho más consciente el día de hoy, mi mente parecía ir normal, así que todo iba a estar bien.

Observe la figura sentada en la barra de la cocina. Mi madre estaba detrás sirviendo una taza de café, se la paso al invitado con calma. Las voces eran tan bajas que no alcanzaba a escuchar la conversación. Di unos pasos sujetando los bordes de mi chaqueta para cerrarla cuando la figura se volvió hacia mí. Belami ladeo la cabeza, sus ojos me miraron una fracción de segundo y se volvió a mi madre para sonreírle.

―¡Buenos días! ―me saludó mi madre―. Encontré a Belami frente a la casa cuando saqué el auto de la cochera... Dice que anoche él te acompaño a casa, por eso llegaste tarde y quedaron de irse juntos a la escuela esta mañana.

―¿Ah sí? ―pregunté extrañado.

―Si hubiera sabido eso, no me hubiera disgustado.

―¿Estás listo? ―me pregunto.

Asentí sin responder nada más. Me acerqué a mi madre, mientras él se ponía de pie, le dio un trago a la taza de café y se encaminó hacia la salida. Terminé de cerrar la chamarra y me colgué la mochila que no era la habitual, puesto que había dejado mis cosas en la camioneta de Lindi. Me despedí de mi madre para marcharme.

Belami estaba de pie en la orilla de la calle. Tenía las manos en los bolsillos de sus pantalones color azul marino. Llevaba una sudadera negra y una chaqueta gris. Se había rasurado la barba y su cabello estaba peinado a un lado. No llevaba lentes y eso aún no había quedado claro. Sus mejillas estaban rojas por el frío, jamás había visto una persona tan hermosa como él. Y lo que transmitía era una enorme fascinación muy difícil de explicar, definitivamente no era un humano.

―¿Por qué viniste? ―le pregunté comenzando a caminar por la calle.

―No iba a dejarte ir solo.

―En realidad mi madre me iba a llevar, estoy castigado y ya no tengo mi bicicleta. Gracias, así me evitó una incómoda intervención ―Eché un vistazo por el rabillo del ojo.

―¡Que bueno que eres libre! En realidad, quería hablar sobre lo que ocurrió anoche. Estar cerca de ti mantiene al monstruo oscilante y en calma, aunque estar muy cerca quizá no sea bueno ―parecía que de verdad quería disculparse.

―¿Vas a decirme por qué no llevas gafas?

―Te lo dije, estar cerca de ti mantiene al monstruo en calma, así que curaste mi ojo demoníaco. No entiendo cómo es posible, así que... Escucha. No me es familiar este sentimiento, el preocuparme por alguien como tú, y que no conozco.

𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙤𝙨𝙘𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora