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SeokJin era más bajo que él

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SeokJin era más bajo que él. No por mucho, tres centímetros tal vez, pero era suficiente para que NamJoon se sintiera cálido por dentro.

—Soy un asco bailando— le informó el castaño mientras ambos se posicionaban en medio de docenas de cuerpos sudorosos, su boca estaba cerca del oído del moreno, causándole escalofríos.

—Ya somos dos. Sólo pregunté para alejarme de Tank y Brewer. Lo juro por Dios, esos dos me vuelven loco. El mayor pasatiempo de Brewer es molestar a Tank y divertirse con eso, y Tank serviría felizmente la cabeza de Brewer en bandeja—

Jin se rio, luego le agarró del cuello y le atrajo junto a su cuerpo. —Tendremos que frotarnos, entonces, en vez de bailar—

Ese era un plan con el que NamJoon podía estar de acuerdo.

El peli gris rodeó con los brazos su cintura, mientras se acercaba aún más, ambos cuerpos mezclándose de una manera que haría que les arrestaran en la mitad de los países del mundo. Pero no ese. No en ese club. Dios, NamJoon amaba ese lugar.

Los dos se balancearon al ritmo de la música, cada centímetro de sus cuerpos presionado el uno contra el otro. Al principio, sus cabezas estaban separadas, era un poco incómodo, pero luego el moreno se rindió ante el profundo impulso de poner su mejilla contra el hombro del castaño. La camisa que el menor llevaba puesta, la cual resaltaba tan perfectamente sus ojos, era suave bajo el contacto de su piel, y no pudo resistirse a enterrar su nariz contra ella.

Si le preguntaban a NamJoon, el cuerpo de SeokJin era perfecto.

Por otro lado, Jin tenía un pequeño fetiche con los bíceps. Era uno de esos tics raros e inexplicables que todos tenían, y éste era el suyo. Cada vez que veía a un hombre, miraba sus bíceps primero.

Bueno, tal vez no primero. Siempre apreciaba la cara y toda la apariencia automáticamente, pero era lo primero que buscaba específicamente. Otros querían asegurarse de que su hombre tuviese una sólida polla de veinte centímetros o lo que fuera. A él, le gustaban los bíceps sólidos y tonificados.

No del tipo Arnold-Schwarzenegger-en-sus-días-gloriosos, donde los bíceps eran tan gruesos como su muslo. Pero odiaba los brazos delgados. Le encantaba un conjunto de músculos perfectamente esculpidos y bien desarrollados en la parte superior del brazo.

Su primer enamoramiento había sido con un niño, bueno, él tenía diecisiete cuando SeokJin tenía catorce, así que un niño, todavía, y el chico había estado ayudando a su papá en el depósito de chatarra todo el verano. Era alto, bronceado de trabajar afuera, y siempre usaba esas camisetas negras sin mangas. Golpeadoras de esposas, las llamaban, que era un nombre estúpido para camisetas que se veían tan sexys en él que al castaño se le caía la baba cada vez que lo veía. Sus brazos eran perfectos. Absoluta y pura perfección. Marcados, pero no abultados.

Justo como los del moreno.

Los había visto antes, y estaban exactamente en su línea de visión ahora, esos brazos perfectos y fuertes. Sus músculos se flexionaban y ondulaban mientras le sujetaba con fuerza contra él. Tan. Malditamente. Sexy.

STAY BY ME¡! ↬ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora