DanEnfermedad:
Malestar, alteración, daño o perdida de la salud. Únicamente diez letras, cuatro silabas, una frase; que te hacen llegar a detestar tu suerte en tan solo un diagnóstico.
El más amplio concepto como el universo mismo, que logra reducir tu tiempo y tus días arrebatándote la posibilidad de ver todo aquello que puede componer tú propio universo. Desmoronado cada ilesa parte que aun te queda aquí dentro.
La única manera que encuentra la vida pare seguir recordándote que eres de carne y hueso.
La única manera en la que puedes seguir a pesar de estar muerto en vida.
Un corazón incompleto.
La atresia pulmonar es una cardiopatía congénita que apareció desde que tengo uso de razón, una pequeña anomalía cardiaca que afectó enormemente todo mi mundo.
Esta enfermedad, creció conmigo y por lo general, siempre se desconoció la causa especifica de esta.
En la atresia pulmonar; esa tan importante válvula pulmonar que permite que nuestra sangre salga del corazón y se dirija a nuestros pulmones para tomar oxígeno, en mi caso, nunca se desarrolló correctamente.
Un sinfín de agujas, cirugías, temores, visitas al médico, interminables pasillos blancos y personas por atenderme aguardaban por mí.
Mi primera cirugía de corazón sucedió a los pocos meses de nacer, ahora esos recuerdos, se depositan en mi cabeza como un ambulante fantasma.
Y aunque los doctores aseguraban que tenía poca probabilidad de sobrevivir a ello, cinco años después supe por primera vez lo que era tener aparentemente una vida "normal" lejos del agotador mundo de tratamientos y más cirugías que en esos momentos se había convertido en mi segundo hogar.
Después de un tiempo, los riesgos de infecciones pulmonares empeoraron.
La recaída se volvió difícil, tenían que actuar rápido antes que las complicaciones fatales causaran que mi corazón dejara de latir, esperar aún más conllevaba grandes riesgos para que mi corazón se detuviera en un suspiro y una futura cirugía se volviese imposible, siendo así solo un niño.
Mi casa se llenó de enfermeros y terapias particulares desde ese entonces que, para un pequeño perecía un infierno.
Durante un par de años mi actitud y ese niño feliz que había crecido escuchando a sus cantantes favoritos hacer música; descartó la posibilidad de poder cumplir sus sueños, anhelar poder vivir lo que otros niños si podían.
Mi mundo recayó mucho antes de poder darme cuenta que para mí ya no existiría algún remedio, alguna cura, o salida.
No fue hasta que, cuando estaba a punto de cumplir doce, mi madre me regaló mi primera guitarra acústica.
Siempre había creído que la música tenía un poder sanador, reparador, y en ese momento pude descubrirlo.
Anhelaba que, si este incompleto corazón me lo permitía, algún día sería el integrante de alguna banda y tocaría con mis mejores amigos, en cientos de conciertos, para miles de personas que solo se reunirían por una sola razón: la música.
Pero bien dicen, qué tal vez todas esas pequeñas cosas que nos causan felicidad, en el fondo, sabemos que no serán para siempre.
A mis diez y nueve fue indescriptible la manera en la que empeoré.
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La Melodia al Oir Sus Ojos +18 [ACTUALIZANDO]
RomanceAmber es arrastrada a la abertura de una discoteca, donde conocerá a Dan, el guitarrista de la banda que pondrá su mundo de cabeza. El ritmo de sus vidas cambia cuando esta chica decide dejarle el móvil en la chaqueta con el pretexto ideal para volv...