AmberPor la noche cuando entré en dirección a mi edificio, no sé si eran las mareas de emociones en las que me imaginaba, pero parecí sentir el sabor de esa noche distinguirse.
Me subí al ascensor dejando todo el peso y el miedo en el piso cero.
Mi madre y mis hermanos ya se habían quedado dormidos cuando entré a la habitación a dejar mis cosas; dejé la guitarra de Dan junto al mueble y las cartas con las que habíamos jugado charadas esa noche en el hospital.
Sin hacer mucho ruido me quité los zapatos y me metí en mi pijama, ya eran pasadas las doce cuando salí a la sala y solo dejé encendido un pequeño foco de la cocina, las patitas de Miel avanzando por la cálida madera me hicieron darme cuenta que la había despertado, la tomé en mis brazos, había crecido tanto durante las últimas semanas que ya no era tan fácil de cargar como antes, me senté.
La oscuridad hacía prevalecer la gigantesca vista de la ciudad en aquella penumbra.
Enfermedad.
Hasta entonces, no me había permitido sentarme a pensar en lo que esas tantas letras significaban ahora.
El libro se estaba cerrando antes de ser terminado, y yo solo necesitaba más tiempo para contemplar las veces suficientes el tono de aquellos ojos que me mantenían con el pulso necesario en mi cuerpo.
Pero, ¿qué se supone que debes hacer cuando sabes que alguien que amas puede fallecer? ¿En cuántas cosas no tienes que pensar querer vivir con esa persona que puedes perder?
Todo estaba en llamas y yo solo me preguntaba si acaso; ¿era posible sentir toda una vida en tan solo tres segundos?, como si solo me quedasen tres fugaces segundos antes que se desatara la locura, antes que la muerte me lo arrebatase...
Abrí los ojos y el delicioso aroma de algo cocinándose en el fuego abrazó mi nariz, despertándome.
Me había quedado dormida en la sala con Miel acurrucada en mis brazos.
—¿Aún sigue respirando? —la voz aguda de Clío me hizo enfocar sus grandes ojitos oscuros observarme anonada.
—Clío... ¿qué hora es? —dije en un gruñido.
—Ya casi anochece otra vez...
—¡¿Qué?!
—Ya deja a tu hermana tranquila, Clío —dijo mi madre mientras pasaba con una enorme cesta de ropa—. Apenas son las ocho, cariño, el desayuno ya está casi listo, anda apúrate si no quieres llegar tarde al hospital —en menos de cinco minutos me vestí y ya me encontraba en la mesa lista para toma mi desayuno.
—¿A qué hora tienen el vuelo mañana, mamá? —dije mientras me llevaba el vaso de jugo a la boca.
—Salimos por la tarde, como a las cinco...
—Estos días con ustedes han sido mejor que un sueño Má, que pena que se hayan terminado así de rápido.
—También para nosotros, pequeña, pero ya es hora de regresar al pueblo, además, tenemos responsabilidades, alguien tiene que ayudar a Pablo con todo lo de la tienda... —acotó mientras terminaba de prepararle a Oliver su mamila.
—Lo sé —baje la vista inmersa en mis pensamientos, tenía la cabeza en ese hospital, en Dan, en su corazón...
—Ya verás que cuando menos te lo esperes, tú y Dan estarán de visita con nosotros.
—¿Tú lo crees mamá? —pregunté como si solo ella pudiese leerme la mente.
—Ya lo creo hija, su recuperación ha sido grandiosa, tanto que no me sorprendería que pronto lo llevaras a conocer nuestro pintoresco pueblecito.
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La Melodia al Oir Sus Ojos +18 [ACTUALIZANDO]
RomanceAmber es arrastrada a la abertura de una discoteca, donde conocerá a Dan, el guitarrista de la banda que pondrá su mundo de cabeza. El ritmo de sus vidas cambia cuando esta chica decide dejarle el móvil en la chaqueta con el pretexto ideal para volv...