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Eros


Mis labios recorrian el hombro del alfa, mordiendo su tierna piel y meneando despacio mi cadera, no sabía cuantas veces nos habíamos apareado con exactitud pero no me interesaba realmente.

Su pene sé introdujo de nuevo en mi, sacándome un jadeo gustoso sintiendo de nuevo aquellos movimientos.

Mis jadeos sé convirtieron casi en gritos placenteros, hundiendo y marcando la espalda el alfa mientras mis mejillas estaban Increíblemente  calientes a causa de ese calor.

Mi espalda siendo presionada sobre aquella roca me hizo colocar mis ojos en blanco disfrutando de aquello, sintiendo como su boca chupa mis pezones.

No tardé en que ese orgasmo tan delicioso volverá a azotar tanto a mí como a el, sintiendo de nuevo aquel nudo dentro recargando mi cabeza en la piedra.

Salió sacándome un gemidito bajo, abriendo mis piernas totalmente para el, sintiendo como mi lubricante natural sé deslizaba por mis muslos mezclado de su esperma y miré el cielo, notando esos tonos amarillentos.

—¡Mierda ya es tarde! - casi grito y el ríe pasandome la ropa. — adiós gatote. - besé sus labios por última vez.

Aquella  rapidez en la que estaba avanzando era algo increible, podía notar como el sol comenzaba a desaparecer causando un revoltijo en mi vientre y gruñese.

—¡Hasta que llegas! - Gritó mamá.

Agradecía el hecho de haber estado en el agua, así no me identificaba aquel otro aroma del tigre.  Sonreí de lado al ver esa mirada amenazante de su parte.

Elevé mi barbilla de manera desafiante y subí a mi habitación, revolviendo mi cabello sintiendo como por fin me de baja caer al suelo con las piernas temblorosas a causa de mi encuentro con el tigre.

—Vaya, llegaste - una voz masculina sonó en el silencio y mis respiraciones pesadas.

Un fuerte Chilillo escapó de mi boca tirándole un libro y el soltó un quejido.

—¡Zach! Ay perdón - mis mejillas sé calientan por aquella acción y su mano acaricia su cabeza soltando una risa y sé recostó sobre mi cama sacándome una nueva sentándome, o más bien dicho tirándome en esta.

—Esta bien. - musitó con los ojos cerrados. — Mira, parece que un animal rabioso te agarró del cuello. Por suerte tu mamá piensa que estabas conmigo, ¡tuve que subir por la ventana! - sus brazos sé alzan y sé desploma en la cama.

Rei un poquito, envolviendo mi cuerpo en aquellas mantas y solté un pequeño sonido.

—Nos casamos en la última Luna llena de la temporada - musitó.

Mis ojos sé abren sorprendidos.

—Pero eso es en una semana.

Y caí en cuenta que ni siquiera había pasado una semana en que había conocido a Rhodes.



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Tiger roar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora