Nota: se respetuoso, que la historia no terminase como tu deseabas tampoco te da el derecho a denigrar el trabajo de alguien, ten suficiente madurez.
Eros
Zachary logró que continuara el embarazo, cosa que le agradecí, no sabía si mi lobo iba a soportar el hecho de perder al cachorro o simplemente yo.
Eso si, fue un embarazo tan difícil y peligroso para mi y el bebé que esperaba, por lo que recurrimos de inmediato por la marca, logrando así estabilizar mi estado.
Cuando mi primera hija nació, el más grande miedo que tenía era que fuera como Rhodes. No quería que fuera un tigre, era peligroso para ella, no sólo por ser diferente, si no a que no conocíamos la fuerza de un tigre.
Afortunadamente al cumplir sus cinco años se presentó como una lobezna igual que yo.
Zachary a pesar de que no fuera su cachorro en lazo sanguíneo la adoró desde el primer momento, gracias a aquella marca que había hecho en mi embarazo había forjado un lazo para Melody, como si se tratasen de un Alfa padre y su cachorro.
Pudo haber visto a su Omega con Rhodes, rompiéndole en corazón, sin embargo se mantuvo firme por mi y el cachorro, protegiendonos de cualquier cosa.
Nunca volví a ver a Rhodes, grandes muros fueron construidos en la frontera evitando cualquier contacto con los tigres.
Ambos aprendimos a soltar y no dejar que el pasado nos estuviera atormentado toda la vida, debíamos seguir, logramos amarnos entre nostros.
—Y pensar que era una cosita tan chiquita cuando nació - murmuro a Zachary y toqué su pecho al sentir bien aquel abrazo.
—Sigue siendo chiquita, solo mirala, siete años vividos y sigue siendo una bebé.
Miré hacia donde estaba mi cachorrita, dibujando una muy pequeña sonrisa mientras ella jugaba siguiendo una mariposa mientras reía, los rizos en sus cabellos revueltos además de esa bonita sonrisa con hoyuelos.
—¡Mami , papi! - chilla feliz —¡Es una mariposa azul!
Estaba tan llena de vida, me inclino para levantarla unos segundos besando su frente y ella me abraza por el cuello para poner una pequeña margarita en mi cabello.
—Mami es demasiado bonito- susurra y bese a mi pequeña en sus mejillas.
La bajo un poco y ví después como toma de la mano a Zachary mientras el la seguía, me senté en el pasto mirando a ambos jugar y cerré mis ojos acostandome sintiendo una tranquilidad, miré el cielo tan azul y con varias nubes.
—¿En que tanto piensas? - su voz me hizo saltar en mi lugar y le dijo un fuerte golpe a Zachary y soltó un quejido y cubri mi boca soltando una carcajada después sin evitarlo.
—Deberías de dejar de sorprenderme así - tiré de su cabello.
—No deberías distraerte tanto. - respondió y rei recibiendo un pequeño beso en mis labios y lo miré después quedandome serio. —No me mires así, das miedo joder.
Suprimi una risa y me acerco a el, juntando nuestras bocas en un suave y dulce beso y toqué sus mejillas cubiertas en esa barba atractiva que se había dejado desde hace años.
—Estoy embarazado. - Le dije y ví sus ojos abrirse más, además de brillar —Vamos a tener un cachorrito, Zach.
Ví aquella emoción en el, y dio un salto.
—¡Oh por la diosa otro bebé! - soltó feliz, mis mejillas toman color rojizo y me besa —Te amo, te amo, gracias por esto.
Lo abrazo, rodeando su cuello sintiendo sus brazos abrazarme bien, y cerré mis ojos hundiendo mi nariz en su cuello y me separé susurrando un pequeño te amo en sus labios.
—Trae a Mimi - susurro y asintió —Ya es tarde y debe comer.
Lo ví ir rápido por ella, cargandola entre sus brazos y besar su mejilla sacándole una risa, sonreí viendo aquella imagen.
—Tendrás un gran padre - le susurro a mi vientre plano. —Uno muy bueno.
•
Rhodes.
Una de las cosas más difíciles para mi fue avanzar y saber tan perfectamente que jamás volvería a ver a Eros. Sin embargo pude tener una estabilidad en mi sér al ver a Míriam con aquella pequeña cachorra entre sus brazos, su mirada cansada por traerla al mundo y su pequeño llanto me hizo ser tan sobreprotector con ambas.
Al no tener a su Alfa destinado con ella su embarazo se complicó demasiado, llevándola a un estado muy peligroso por lo que la marqué, ayudándola a sanar lentamente, sin embargo desde ese día había logrado tener un lazo emocional con la cachorrita que crecia en su vientre.
Ambos teníamos el corazón roto, jamás olvidariamos de el tener a un destinado sabíamos ambos, comprendimos que siempre iban a estar dentro de nostros de alguna forma. Aprendimos a sanar con el tiempo, logrando recuperar esa felicidad que habíamos perdido. Y la amé demasiado con todo mi ser.
Agradecimos que Dila fuese una tigresa, una muy fuerte además de ser carismática sin embargo muy tímida una Alfa muy tímida y linda.
—Papi- llora en mi hombro mientras la mecia entre mis brazos — E-ellos.
Besé su cabellito.
—Lo sé mi amor, lo sé, perdón por hacer que jugaras con ellos - dije y acaricié sus mejillas rojas por el llanto. —Perdón en serio, jamás volveré hacer eso, vamos con mamá ¿si?
Caminé con ella entre mis brazos, aun sintiendo ese aroma agrio de ella a causa del llanto y abri la puerta de mi hogar sintiendo ese aroma dulce llegar a mi nariz, acompañado a pan.
—No debiste haber dejado que te hicieran eso - habla Míriam mientras limpiaba la rodilla de Dila. —Ay mi bebé - La abraza y ella simplemente continua mimandola.
Me acerco de inmediato cuando Míriam se tambalea y la logró sostener y ella ríe tocando su abultado vientre.
—Me salvaste de nuevo - besa mi mejilla -Hice un poco de pan y muffins, por si gustas cariño - ella continua y gruñi feliz, había desarrollado ese gusto por sus muffins con arándanos. —Oh.
Rei a esas pequeñas patadas en su estómago y acaricié este de forma lenta besando su frente.
—Gracias por estar aquí - le dije de forma suave y ella se sonroja. — Te amo lo sabes preciosa.
—Gracias a ti Rho, me salvaste -Besé sus labios en una pequeña sonrisa.
Ella se separó al escuchar a nuestra cachorra. Sin embargo se dió vuelta y besó mis labios y sonrió con timidez.
—También te amo guapo.
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Tiger roar
RandomEl Alfa quiere encontrar a su pareja destinada. Y la encontró. Pero es un Lobo. ©Prohibida copia o adaptación.