XIII. Un despertar hermoso

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Al día siguiente, Jisoo despertó sintiendo los rayos del sol atravesar por la gran ventana que la habitación tenía

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Al día siguiente, Jisoo despertó sintiendo los rayos del sol atravesar por la gran ventana que la habitación tenía. Se removió entre las sábanas, encontrándose sola en dicha cama.

Frunció el ceño al no ver a Rosé allí por lo que su vista buscó en toda la habitación si la mayor se encontraba en algún rincón pero no. Quiso levantarse pero le fue imposible debido al dolor que sintió en su cuerpo, sobre todo en sus pechos y zona íntima. Le dolía como el infierno.

—Maldición Rosie, no me puedo ni siquiera levantar.

Se quejó entre dientes al recordar todo lo sucedido la noche anterior y la madrugada. Y es que, Jisoo no entendía de dónde sacaba Rosé tanta energía como para dejarla sin aliento.

Se sonrojó por ello, Rosé sin duda era una diosa en la cama y ella no pensaba negarlo, la rubia sabía muy bien como hacerle ver las estrellas.

—¿Dónde se habrá ido? Claro como ella no es quién sufre...— Murmuró molesta, en verdad esperaba que Rosé estuviese a su lado dándole mimitos y caricias después de pasar toda una noche teniendo relaciones.

En ello, la puerta fue abierta con lentitud. Jisoo parpadeo un poco al ver a Rosé ingresar con una bandeja. En la misma, traía el desayuno para ambas. Sonriendo cerró con el pie suavemente la puerta y se acercó a la menor quién aún parecía confusa.

—Buen día Soo.

Habló al dejar la bandeja en el centro de la cama y regalarle un suave beso en la frente a la azabache.

—¿Dormiste bien?

Jisoo, embobada por el beso, asintió. Rosé se colocó del lado contrario de la cama, acomodando bien su cuerpo para que la bandeja no cayera sobre ellas, y permitió que Jisoo apoyara una mitad de su cuerpo en su pecho.

—Te preparé el desayuno, espero te guste.

—Todo lo que hagas me gustará. Gracias— Jisoo sonrió al beber un poco de café.

—Bien, porque planeo hacerlo todos los días.

—¿Planeas dejarme en cama todos los días?— Respondió la menor levemente en un tono divertido antes de comer una tostada con queso derretido.

Rosé entendió muy bien esa referencia y soltó una risa a tal punto de atorarse con el propio café. Jisoo se volteó un poco dándole palmaditas en su espalda.

—¿Te encuentras bien?

La rubia asintió tratando de recuperar el oxígeno. Dejó su taza en la bandeja para mirar como Jisoo comía su tostada con una sonrisa.

—Sí, lo siento, ¿qué tanto te duele?— Preguntó sin pensarlo, a lo esta vez fue Jisoo quién casi se ahogó con la tostada.

Aquello provocó que la menor tuviese un muy notable sonrojo en sus mejillas, las cuales Rosé deseaba besar por verse tan tierna.

Eres la música en mí | Chaesoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora