¿Y ahora qué hago?

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·Meses después·

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·Meses después·

Son las once con cincuenta y tres minutos... Todos están abajo celebrando el año nuevo, me gustaría estar junto con ellos, pero lastimosamente no me siento bien. Hay veces que me quiero parar pero me dan ganas de vomitar.

Hoy no me he sentido del todo bien, sin embargo, he podido estar abajo por unas horas sin vomitar.

La segunda semana de enero vuelvo a retomar las sesiones con la psicóloga, me está yendo bien. Poco a poco estoy asimilando la muerte de mis padres y con ello las autolesiones inconscientes han disminuido un poco.

Después de unos meses que pasó de la cirugía de Elek, mis tíos tuvieron que hacer papeleo para ver si era posible que ellos se vinieran a vivir a Canadá. Mi tía tiene doble nacionalidad, pero sus hijos y su esposo no.

En unas horas ya va a ser un día especial...

De tan solo pensarlo siento unas leves cosquillas por todo el cuerpo.

Sonrío como si fuera la consecuencia más linda de olor su perfume, es tan embriagante que me hace distraerme de mis tareas.

—¿Ya te sientes mejor? —me pregunta entrando a la habitación.

Asiento dejando el lápiz en el escritorio.

—Al menos estás dibujando y no estudiando —bromea.

Tengo que ir a la universidad y para no seguir como lo estaba en la preparatoria decidí estudiar todo este tiempo que tengo, estudiar todo lo que pueda para que ningún conocimiento se quede al aire.

—Me sigo saliendo mal —suspiro—, tú haces ver a la muerte como algo deseado...

Pone una cara de ofendido retrocediendo gradualmente.

—Señorita Isis, discúlpeme que dibuje lo que me apetece —dice entre carcajadas.

Señalo el cuadro que tengo enmarcado junto a mi mesa de noche.

Últimamente ha estado haciendo sus dibujos con acuarelas y en especial ese me gustó mucho, por ello, me adueñé de ese. Recibí algunas quejas de su parte, no le tomé mucha importancia.

El dichoso cuadro es un esqueleto con alas y con una mariposa posando en sus dedos. Desde mi perspectiva, cualquiera quisiera morir si así fuera la muerte y te recibiera con los colores pasteles que él pintó.

—¿Ya te sientes mejor? —me pregunta sentándose a mi lado.

—Algo —hago una mueca con mi boca—, todavía no termino con historia universal.

En un inicio amaba historia universal, ahora solo la odio.

Elek se quita su polera rosa y se pone de pie.

Un aroma muy embriagador proviene de esta, me acerco a la polera y el aroma se acentúa más.

—¡¿Van a bajar?! —gritan desde el pasillo.

Un Virus Imperfecto © | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora