Capítulo 5

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Capítulo 5

Sekiro agarró mi ropa y la metió en su mochila, al abrirla pude distinguir varios libros y frascos que llevaba consigo, no terminaba de entender cuál era su lugar en el equipo, no parecía tener armas o armadura, podía ser solamente el que lleva las cosas, pero esa mochila era muy pequeña para abastecer al equipo entero.

- Es un mago - explicó Leinn.

Mire a Sekiro con los ojos brillosos, este cerró la mochila y se la llevó al hombro.

- ¿Sabes magia?, ¿magia de verdad? - pregunté emocionada.

- Si, tengo bastantes trucos bajo la manga, jeje - sonrió mientras una pequeña llama brotaba de su mano y empezaba a ondear como si él le dijese como hacerlo-

Sekiro cerró la mano bruscamente y la llama se extinguió.

- ¿Te gustaría aprender magia?, no tenemos claro tu clase asi que podrias ser cualquiera -

Siempre me gustó mucho la magia, siempre soñé con poder hacer desaparecer objetos, volar y ese tipo de cosas.

- ¿Me enseñarias? - Sekiro asintió y luego miró a Reaper.

- A mí no me mires, enseñarle magia si quieres. - respondió con su tono desganado de siempre.

- Bien nosotros volveremos a la posada pues -

Mientras hablaban llegó Sasha con un papel en la mano, el cual se lo entregó a Reaper, seguramente se trataría de otra misión del gremio para ganar dinero.

Sekiro y yo nos dirigimos a la posada mientras que los demás salían de las murallas que protegían el pueblo.

En nuestro camino me fijé más en los detalles del pueblo mientras caminábamos, hasta ahora no me había percatado de lo bonitas que se veían las casa de piedra y madera, este mundo tenía otra lengua que yo no comprendía, eran unos símbolos muy extraños, sin embargo si entendía lo que la gente decía.

- ¿Tenemos que aprender a leer otra vez? - se quejó Leinn

- Eso parece - murmuré, Sekiro me miró de reojo pero no preguntó y continuamos nuestro paseo.

- Suru, ¿puedo preguntar de dónde vienes y qué haces aquí sola? - dijo en un tono más serio.

Me puse nerviosa, no podía mentir y decirle un poblado de este mundo porque no conocía ninguno, y si le decía la verdad igual creería que estoy mintiendo.

- S-soy de...Balment - respondí, había escuchado a Kasy decir que eran de ahí y por lo que me contó llevan muchos años sin ir a su ciudad natal por lo que no necesariamente tendrían que conocerme.

- ¿¡Qué haces?!, ¡ahora si te pregunta cualquier cosa de su ciudad sabrá que estás mintiendo! - gritó Leinn

- ¿También eres de Balment, donde te criaste? - se detuvo y me miró.

- Y-yo me crié con mis padres en una cabaña en el campo, hasta que llegaron unos goblins... - expliqué sollozando.

- Nada mal, sabes actuar - dijo Leinn

- L-lo lamento mucho, lo debiste pasar mal, pero como llegaste hasta tan lejos - preguntó

- Fuí de carromato en carromato, pueblo en pueblo buscando comida y refugio -

- Si...como nosotros, en fin veremos qué hacemos contigo - se agachó y me acarició la cabeza, normalmente me molesta mucho que me toquen el pelo, ya que me lo despeinan y eso me pone de los nervios, pero por alguna razón se sintió muy bien tu tacto, puede ser porque estoy en el cuerpo de una niña mitad perro...


Continuamos caminando por las calles, algunas empedradas otras simplemente caminos de tierra. Al llegar a la posada Sekiro saludo al dependiente y este le devolvió el saludo, subimos por unas escaleras de madera estrechas hasta la planta superior, donde se encontraban las habitaciones, había un total de seis, dos de las cuales las ocupaban Sekiro y los demás.

Entramos en la habitación, era un cuarto pequeño con dos camas y una mesa de noche, en ella había una lámpara de aceite, un vaso de agua y un libro, para rematar un pequeño baúl reposaba a un lado de la puerta.

- Es acogedora -dije

- Es algo pequña pero es la única posada del pueblo, las hemos tenido mejores - respondió mientras se quitaba las botas y las dejaba a un lado seguidas de la chaqueta.

- Mmm no se está quitando mucha ropa...- bromeó Leinn, me di un golpecito a mi misma, sabía que él podía sentirlo.

Sekiro tenía el cuerpo fuerte, la piel blanca, todo su ser parecía estar hecho de nieve, me recordó a un personaje de una película animada.

- No te quedes ahí, deja tus zapatos junto a los míos, no quiero tener que limpiar todo, no sabes lo que hay que hacer para que Reaper coja una escoba - dijo cruzado de brazos, me apresure a quitarme los zapatos que por suerte era lo único de la ropa de Leinn que no estaba cuarto tallas por encima por lo que los conservaría hasta que no diesen más de sí.

Sekiro abrió el baúl del suelo y cogió unos libros, puso la mochila en la cama y se sentó en ella.

- No sabes leer, ¿verdad? - negué con la cabeza y me senté a su lado.

- ¿Qué necesito para hacer magia? - pregunte intrigada, él agarró mi mano.

- La magia fluye por todo ser viviente del mundo, solo hay que despertarla - hizo un movimiento con la mano y de la mía brotó una pequeña llama.
["Aviso, nuevo hechizo adquirido, llama simple"]

Mis ojos resplandecían frente a la llama que emanaba de mis propias manos la cual no me quemaba, Sekiro sonrió frente a mi perplejidad.

- Bien, parece que lo vas pillando - me cerró el puño para apagar la flama y se levantó.

Pisó el suelo con fuerza con un pié y empezó a pivotar cual bailarina mientras un espectáculo de luces y palabras brillantes danzaban a su alrededor, haciendo movimientos precisos como si de un reloj se tratase.

- Aprovechamos la energía que nos rodea, y la manipulamos, usamos los elementos también, agua - al decir esto el agua del vaso que estaba en la mesa salió de él y comenzó a orbitar a su alrededor.

- También podemos modificar su apariencia y rigidez - Sekiro sopló y el agua se congeló formando un témpano de hielo, lo cogió y me lo dio.

- Derritelo -

Miré al trozo de hielo e intenté hacer que la llama brotase en mi mano, tras un segundo de concentración conseguí hacer brotar una pequeña llama que descongeló el hielo y este se cayó al suelo rompiéndose en trozos.

Miré atónita a Sekiro, ningún truco de magia de los que vi en la tierra podía siquiera pisarle los talones a esto que acababa de pasar.

- Enséñame más - dije, él sonrió.

- Primero necesito enseñarte a leer - respondió, la felicidad se esfumó de inmediato, pero no el entusiasmo.

Sekiro se pasó la mañana enseñándome a leer, me explico más cosas sobre la magia, era buen profesor, tenía una voz dulce y era paciente, para cuando terminamos la "clase" ya conocía medio alfabeto "Sardar" que era como llamaban a su idioma, los símbolos parecían runas, tenían su parecido a los kanji japoneses.

- Mmmm ha sido una buena clase - estiró los brazos y se levantó.

- ¿Tienes hambre?, no se cuanto mas van a tardar los demás - preguntó, yo asentí con ansias, lo único que había comido desde que llegué aquí fue un pedazo de pan.

Salimos de la habitación y bajamos a la cafetería de la posada, nos sentamos en una mesa para dos personas y Sekiro levantó la mano hacia el tendero para que nos tomara nota.

- ¿Qué te gustaría comer? - preguntó Sekiro, mire alrededor en busca de la carta para ver que tenían de comer, sobre el mostrador distinguí lo que parecía ser un menú, todavía no sabía leer del todo pero hubo varios que pude distinguir, entre ellos, sopa de mujosetas, cornejo asado, carne de grofalo con salsa de champiñón, y caldo de algo que no comprendía.

- ¿Estás segura de que lo has leído bien todo?, nada de lo que has dicho tiene sentido - dijo Leinn.

- Claro que lo leí bien - susurré.

- Qué le gustaría a la señorita - un hombre grande, barbudo y con apariencia amigable se acercó a nuestra mesa.

- Clein, cómo estás amigo - saludó Sekiro.

- Bien como siempre blanquito, espero te la hayas pasado bien con la pequeña, jajaja - bromeó.

- Que dices, no bromees ya sabes que estas edades no son mi tipo - respondió también entre risas.

- Deberíamos correr - propuso Leinn, lo ignoré, no es de extrañar que en un mundo medieval la gente trate a una niña de dieciséis como a una adulta, lo leí en algún libro de historia.

- Mmm, disculpa, me gustaria la sopa de mujosetas - interrumpí sus risas

- ¡Claro! - respondió enérgico, luego miró a Sekiro, este ojeó el menú y pidió cornejo asado, el tendero se despidió con un, marchando, y se metió en la barra de nuevo, ordenando a la cocina nuestros pedidos.

- Conque no soy tu tipo ee...- bromee, Sekiro me miro con una sonrisa.

- No lo culpes el es así, se toma muchas confianzas jaja, igual nos llevamos bien siempre bromeamos, y aveces me invita a una copa así que yo feliz - respondió mirándome.


Sekiro me contó más sobre su pasado y el de los demás, como se criaron en un orfanato, cómo se conocieron, qué les paso, cómo llegaron hasta ahí, y poco mas, pues llego la comida.

La comida tenía muy buena pinta, era una sopa de setas las cuales tenían formas peculiares.

- A Nai le gusta mucho la sopa de fungosetas, cada una tiene un sabor distinto, es popular entre los niños - explicó Sekiro mientras le daba un bocado de su pata de cornejo.

Miré la sopa de nuevo y la probé, las setas tenían sabores a especias cada una distinta, algunas eran dulces, otras saladas, y el caldo estaba muy bueno.

Comencé a devorar la sopa hasta que no quedó nada, luego planté el vol en la mesa y expiré.

- Estuvo deliciosa - dije, sekiro alzó la vista de su plato y se sorprendió al ver lo rápido que me la acabé, luego me ofreció un bocado de su plato, sabia a conejo normal.

- Mmm, está rico - Sekiro asintió, el mesero regresó con dos vasos, uno parecía de cerveza y el otro algún tipo de zumo o batido.

- Invita la casa - dijo Clein colocando los vasos en la mesa.

Un grito interrumpió nuestra comida, Clein se dirigió a la puerta para ver qué pasaba, al abrirla pudimos ver a un grupo de criaturas verdes equipadas con armas de madera y metal destrozandolo todo a su paso, Clein se apresuró a cerrar la puerta y yo me levanté para ponerme detrás de Sekiro, el cual también se incorporó de la silla.

Sekiro avanzó hacia la puerta para ver mejor lo que pasaba, se asomó por la pequeña ventana de esta.

- Parecen simples goblins saqueadores - dijo aliviado.

- P-podrás con ellos verdad blanquito, no están tus amigos - preguntó Clein preocupado.

- E, el hecho de no tener espada, no te convierte en el más débil, de hecho...- Sekiro abrió la puerta de una patada y los goblins que estaban cerca se fijaron en él.

- ¡VOSOTROS!, ¿se os ha perdido algo?, venid tengo algo para ustedes -

Sekiro sonrió al ver que se le estaban acercando los duendes, dió una pisada al suelo y bajo sus pies comenzaron a rodearlo llamas.









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