-𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔰𝔢𝔰𝔢𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔲𝔫𝔬-

513 59 0
                                    

Lee Minho.

—¿A mi casa?— pregunté sin poder creerlo.

—¿No quieres?

—No es eso, pero... ¿para qué quieres ir ahí? podemos seguir bebiendo aquí.

No es que me avergonzara Hye, pero es que yo no podía llegar a casa como si nada con Seungmin, además no estoy seguro de como reaccionaría al saber que tengo una hija, ¿y si me odiaba aún más?

—No estoy cómodo aquí— se encogió de hombros— Celebremos que volvimos a encontrarnos en tu casa.

—Bueno, ¿me permites tantito?— Seungmin asintió y me levanté rápidamente para ir al baño. Saqué mi celular y marqué el número de Lia.

—¿Qué pasa Minho?

—Lia, necesito que hagas algo por mi— respondí rápidamente.

Si, claro.

—¿Puedes llevarte a Hye por esta noche?— me sentía bastante culpable al pedirle aquello, era mi hija, no debía hacerlo, pero en verdad quería estar con Seungmin — Voy a pagarte el doble.

Oh, wow... está bien, no se preocupe.

Gracias, mañana a primera hora puedes llevarla al departamento.

Okey, Minho— contestó y colgué la llamada.

No pasaba nada si solo por una noche se quedaba con ella, ¿cierto? Lia era un chica muy dulce y sabía cuidarla, confiaba en ella totalmente.

Salí más tranquilo del baño para regresar con Seungmin— Listo, ¿nos vamos?

—Si, vamos— se levantó de la mesa, yo dejé dinero para pagar la cuenta y ambos subimos a mi auto.

No conocía sus verdaderas intenciones, pero suponía que no debían ser malas, solamente quería beber y celebrar nuestro reencuentro, aquello no tenía nada de malo. Es lo que yo quería, poder acercarme a él, poder ser amigos y olvidar todos los problemas del pasado.

— ¿Vives lejos?

—No, ya mero llegamos— aseguré.

Tiempo después ya nos encontrábamos en mi departamento, Lia ya se había llevado a Hye y me sorprendió no ver ningún juguete en el suelo. Seungmin se quitó la chaqueta y sentó en el sofá con las piernas cruzadas.

—Lindo lugar... bebamos algo.

—¿Qué te gusta?— me dirigí hacia la cocina para buscar alcohol.

—Lo que sea.

Tomé una botella de vino y dos copas para sentarme a su lado y servir del líquido en cada una. —Aquí tienes.

Seungmin se hizo el cabello hacia atrás y apoyó la mano en su cabeza mientras la apoyaba en el sofá y me miraba. —Ha pasado tanto tiempo y no has cambiado nada.

—Tal vez físicamente no lo he hecho.

—¿De verdad has cambiado? — bebió todo el líquido de la copa dejándome sorprendido.

—Lo prometo.

—Quisiera creerte, pero cuando te veo, aún siento un poco de enojo— sonrió sin que yo lo esperaba— Pero no te preocupes, no quiero hacerte nada... o tal vez si.

Me miró con aquella mirada coqueta y encantadora que tenía, esa que me ponía los pelos de punta y me hacía querer besarlo de nuevo. Bebí de la copa para relajarme y dejar de sentirme tan nervioso.

— Seungmin, ¿puedo preguntarte algo?

—Ya qué— se sirvió más vino y le dio un trago.

—¿Tienes pareja?

Él se quedó pensando por unos segundos y finalmente respondió: —No, en realidad no.

—¿De verdad?

Me sorprendía que un chico tan hermoso como él estuviese soltero, cualquiera en su sano juicio quedaría enamorado de él.

—Yo no miento— me guiño un ojo y no sé porqué me sentí feliz.

Para ser sinceros, perdí la cuenta de cuantas copas de vino bebimos, pero la botella ya estaba por acabarse. Habíamos estado hablando de tantas cosas, hasta que no pude aguantarme más y terminé besándole.

Seungmin se tardó unos segundos para corresponderme, pero cuando lo hizo, enrolló sus brazos alrededor de mi cuello y siguió el ritmo de mis labios. No importaba cuanto tiempo pasara, sus besos siempre iban a ser lo mejor del jodido mundo, era una sensación increíble, nunca en mi vida he probado unos labios tan dulces como los suyos.

Él se recostó sobre el sofá y me agarró del cuello de mi camisa para hacerme subir encima suyo y rápidamente enredo sus piernas a mi cuerpo. Dejamos de besarnos y llevé mi boca a la piel de su cuello para darle pequeñas mordidas y besos, ambos estábamos ebrios, lo sé, probablemente ni siquiera estemos conscientes de esto, pero prefiero no detenerme a pensar en eso, no podía dejar pasar esta oportunidad.

Era imposible que mi cuerpo no reaccionara al suyo, el bulto de mis pantalones ya era muy notorio y sé que Seungmin podía sentir mi erección.

— Aún te gusto mucho, ¿no es así? — me preguntó mientras me miraba fijamente— La tienes tan dura, ¿quieres follarme?

—Claro que me gustas.

—Responde mi última pregunta.

— Si, quiero hacerlo— él sonrió y llevó sus dedos a mis labios para acariciarlos suavemente sin dejar de mirarme con aquellos hermosos ojos que eran tan hipnotizantes.

— Entonces hazlo.

Me deshice de su camisa y llevé mi boca a uno de sus pezones para chupar y besarlos, provocando que él gimiera dulce y excitantemente. Recorrí un camino de besos desde su pecho hasta su abdomen bajo y finalmente le quité los pantalones junto a su ropa interior.

Me permití separarme para admirar su divino cuerpo, era tan hermoso y sexy, era simplemente arte. Su mirada no reflejaba ninguna pizca de vergüenza, al contrario, estaba tan seguro de sí mismo que no le importaba que yo lo mirase con tanta atención.

—Eres perfecto, joder.

—Ya lo sé, ¿te vas a quitar la ropa o qué?— preguntó mientras abría sus piernas haciéndome sentir tan duro.

Me levanté para agarrar un condón y quitarme la ropa, volví a subir encima suyo y me acomodé entre sus piernas. Mi miembro estaba tan duro que dolía, estaba desesperado por hacerlo ya, así que abrí sus piernas y metí la punta suavemente para no lastimarlo.

Oí a Seungmin gemir al sentirlo y eso me volvió loco, no quería ser salvaje y desesperado, pero es qué si en algo no había cambiado, era en el sexo, siempre me había gustado hacerlo así. Me acerqué para besarlo y sin previo aviso, entrar de una estocada dentro suyo de una vez por todas, él mordió mi labio fuertemente y se quejó al sentirlo, pero enseguida comenzó a disfrutarlo y gemir una y otra vez.

Tenía años que no me había sentido tan excitado, mi miembro estaba tan duro, no había ninguna chica que me causara tanto placer, solamente él podía hacerme sentirlo, desde siempre había sido así.

—M-Minho... no, no hagas eso— rogó cuando yo comencé a golpear su punto dulce una y otra vez, pero sé que ese no, era un si, le estaba encantando. Sus gemidos le delataban, él quería más, así que no me detuve.

—¿En serio quieres que me detenga?

—No, no lo hagas— cerró los ojos con fuerza y supe que estaba por correrse, así que envolví su miembro con mi mano para ayudarle, me sorprendió que ni siquiera tuve que hacer mucho, pues enseguida se corrió llegando a su orgasmo.

Le di unas cuantas estocadas más y yo también lo hice dentro del condón. Ambos estábamos completamente sudados y con la respiración acelerada, pero aún así, en aquella noche no lo hicimos solamente una vez.

•••

Gracias por leer<3

novio toxico ✧ knowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora