Interludio (14.2)

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Talk

En el pasado.

Caigo al suelo, mi medallón choca con el piso también, cuando el hombre que se dice ser productor se acerca a tomarlo, se lo arrebato rápido y me levanto como puedo.

—¿Así piensas conseguir el papel estelar? —se burla—. Deberías ser más amable con lo que te estoy ofreciendo, una sin talento como tú nunca conseguirá nada si no se sabe valer de sus atributos —expresa perversión.

Presiono el collar entre mis dedos llena de furia.

—¡Usted es un viejo asqueroso! —le grito y frunce el ceño—. ¿Yo? ¿Acostarme con usted? Hace perder mi tiempo.

Toma mi brazo de manera abrupta.

—¡¿Tanto insististe con este papel y no sabes abrir unas malditas piernas?! —Me zamarrea, volviéndome a empujar por segunda vez al suelo.

—Muérase, viejo verde. —Me intento parar, pero en esta ocasión se me tira encima, así que le escupo—. ¡Váyase al infierno!

—Maldita chica malagradecida. —Forcejeamos—. Si crees que tienes talento, estás muy equivocada. —Agarra con fuerza mi cuello—. La única razón por la que actuaste en esas películas de bajo costo es porque todo el maldito equipo te tenía ganas, ya va siendo hora de que pagues todo lo que se te ha dado.

Le muerdo la mano cuando en un descuido subió sus dedos a tocar mis labios. Fue muy estúpido de su parte no desconfiar de mis dientes. El hombre chilla y me levanto rápido estando agitada. Tomo mi medallón que ha quedado otra vez en el suelo, entonces escapo de su oficina mientras acomodo mi ropa.

—¡Regresa aquí, prostituta, nadie va a creerte! —sigue gritando, pero yo ni caso le hago.

Logro salir del edificio, apoyo mi espalda en la pared y cuando la adrenalina se detiene al fin, comienzo a llorar. Tapo mi boca, entonces desciendo despacio al suelo, mientras mis sollozos continúan.

No puedo creerlo, me pasó otra vez.

Hago un grito desgarrador sintiendo el dolor de mi alma, en esas calles desoladas porque la lluvia empieza a caer.

No pienso pasar por ese proceso de nuevo, denunciar algo que a nadie le importa, ya ni me interesa pasar por ese circo otra vez.

Quedo unas horas tildada en el mismo lugar con la mirada perdida. No tengo a donde ir de todas formas. El mundo del espectáculo es una mierda, o al menos para mí. Ni sé por qué me gusta actuar, es una porquería ¿Qué le vi a un montón de personas recitando frases de guiones absurdos? Qué sueños del asco tengo. Si al menos tuviera algún lugar al que volver y llamar hogar.

Veo como una familia se resguarda de la lluvia. A uno de los hijos le falta un paraguas y su padre le comparte el suyo. Qué envidia. Levanto mi collar y miro el medallón dorado conformado con formas muy extrañas, es un adorno muy curioso, es lo único que tengo de mis progenitores y ni sé para qué lo conservo si las señoras del orfanato me dijeron que me encontraron en un tacho de basura. Debería empeñarlo, pero no puedo, es lo único que en realidad me pertenece. Es más, de este medallón sacaron mi nombre, había un papelito dentro con este escrito, no se gastaron en buscarme uno, las viejas que me encontraron.

Taeri, un nombre desconocido, sin significado, totalmente vacío, justo como me siento siempre.

—Ah, sigues aquí.

Me sobresalto al escuchar al productor, rápido me levanto del piso, temerosa de lo que pueda hacer. Debí haberme ido más lejos, pero no podía más. Cansada y muerta de hambre, sin hogar ¿A dónde huiría?

—¿Qué quiere? —digo molesta, aunque agitada.

—Lo admito, me pasé. —Me ofrece su mano—. ¿Me acompañas a mi auto? —Lo señala.

Presiono el medallón entre mis dedos y frunzo el ceño.

—No, ya me iba.

—En serio, quiero disculparme, ven conmigo. —Toma mi muñeca de repente y me hace caminar hasta su vehículo—. Entra de una vez. —Volvemos a forcejear.

—¡No quiero! —expreso a punto de llorar—. ¡Suélteme! ¡Auxilio! —grito cuando me obliga a entrar.

Está por cerrar la puerta de su coche cuando ya me tiene dentro, pero alguien pone la mano antes de que lo haga.

—¿Algún problema? —pregunta el hombre que acaba de llegar de la nada, su rostro está por completo destruido y da miedo, sin embargo eso no evita que me alivie al ser mi salvador.

El productor frunce el ceño.

—Es un tema entre mi novia y yo —expresa el desgraciado—. No se meta.

—¿No es muy viejo para tener una novia tan joven? —se burla el hombre de rostro demacrado.

—No le importa. —Logra cerrar la puerta y chillo mientras intento volver a abrirla con desesperación—. Que tenga un buen día. —Rodea el auto, entonces entra en la parte del conductor.

—¡¡Llame a la policía!! —pido golpeando el vidrio mientras el coche arranca—. ¡Ayúdeme, me va a violar!

—¡Cállate! —me grita el infeliz—. ¡¿No ves que estoy conduciendo?!

—¡¡Déjeme ir, no deseo estar con usted!! —expreso desesperada.

—Nos vamos a divertir, ya verás que no es para tanto.

—¡¡Ojalá se muera, deseo que se muera!! —chillo con puro odio.

De repente el auto aumenta la velocidad como por arte de magia, se choca contra un poste, el productor se golpea la cabeza, muriéndose en el acto. Segundos después el vehículo se frena como si nada y el hombre del rostro feo aparece a mi lado.

—¿Pediste un deseo? —me consulta el individuo extraño—. Mis modales, soy Isidor. —Me ofrece su mano.

Estoy traumada y temblando.

—¿Quién eres?

Él se carcajea.

—Estás tan impactada que me preguntas algo que te acabo de decir.

—Yo...

Apoya un dedo en mi boca y me calla.

—Escucha, necesito un favor, a cambio te daré la vida que tanto has querido, aunque eso sí, para cumplir tu deseo debes cambiar de sexo.

—¿Qué? —Parpadeo varias veces.

—Reglas absurdas de una tradición pagana ¿Te apuntas?

—S... sí.

En la actualidad.

Oigo el sonido de mi despertador, qué irritante, me duele la cabeza. Me inclino levantándola y miro la hora. Cielos, es muy tarde. Vuelvo a poner la cabeza en la almohada.

—¡Un ratito más! —grito quejándome, mi voz masculina suena en toda mi habitación, es un lamento muy en serio.

¿Por qué soñé con el día que conocí a Isidor? Ah, sí, ayer mi cuerpo volvió a ser el de Taeri, mi yo original. Por unas horas reviví la sensación de ser una chica a la que utilizaban y maltrataban. Por suerte ya no soy ella, soy el fabuloso Talk y no tengo que lamentarme de nada.

Me siento en mi cama y miro mis mensajes. Muchas chicas quejándose en mis redes porque finjo salir con Ginji, aunque eso no lo saben. Todavía no puedo creer que Ginniska y él sean la misma persona. Isidor no me adelantó nada, de hecho ni sé por qué me reclutó, pero no me importa.

La verdad solo quiero dejar mi vida pasada atrás.

Alzo mi cabeza viendo el medallón sobre mi mesita de luz, lo agarro y lo observo con tristeza.

—Ay ¿Por qué no puedo tirarte? 

La secta del cambio de géneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora