Corazón de Dragón

~Nido de Águila~

No lo pensé ni un segundo más, con la ayuda de un par de criadas hice el equipaje, fui rápidamente con una de ellas en búsqueda de los Arryn, concretamente de Mizra pero Semele tendría que aprobar la visita. No quería llegar tarde, mientras corría hacia el hostal y mi cabello ondeaba al viento me dí cuenta de que eran de los últimos momentos de libertad que sentiría. Fue un alivio ver que Sémele estaba en la puerta, ya con el carro preparado para su retorno a Nido de Águilas. Le paré y le dije:
-Me preguntaba si podría pasar un tiempo en (castillo de nido de aguila)-
Semele parecía alegre y sorprendida al mismo tiempo
-Claro, sería un honor que la princesa Targaryen pasará un tiempo con nosotras- dijo haciendo una reverencia
-Muchas gracias-respondí sonriendo mientras hacía una reverencia yo también
-Puede ir a buscar a Mizra si quiere-dijo
-Claro, le avisaré-dije
Subí las escaleras del hostal a rebosar de alegría, llegué al pasillo donde se hospedaban, había una habitación abierta. Me acerqué a comprobar si Mizra estaba allí.
La encontré tumbada en sus aposentos, no dormía, parecía estar descansando o pensando en algo, tan bella como la recordaba, transmitía paz y me daban ganas de acostarme junto a ella mirando al infinito mientras pensaba en ella.
En cambio tras admirar su luz y encanto unos instantes;
-Hola, Mizra-dije
-¿Dragoncita?- preguntó confundida mientras se incorporaba
-He pensado que podía pasar un tiempo en Nido de Águila-contesté
Pareció sorprendida
-Oh, claro-contestó
-Semele nos espera abajo, me ha dicho que te pida que bajes-dije
Bajamos y nos montamos en el carro, un quinto de luna (“y muchos gay panics de Lilith”)  después, habíamos llegado.
Era un castillo impresionante a gran altura, las vistas eran inigualables desde luego ese lugar era un paraíso para mí, Mizra, el viento que arremetía contra mi cuerpo, las altas montañas y un reino completo visto desde esa majestuosa fortaleza . Hubiera dado más de lo que nadie podría imaginar por esa vida, esa fantasía que ardía en mi corazón.
Me dieron una habitación cómoda, amplia y lujosa pero no me hubiera importado que una pequeña e incómoda alcoba, sin lujo alguno. Estar allí ya lo era todo para mí.
Cuando el sol se asomó por el horizonte me levanté de la cama, la melancolía me inundaba al pensar que esto se acabaría, cuando ni siquiera había comenzado.
Esperé a que llamaran a mi puerta, no quería despertarlas ni molestar, así que hasta entonces tenía tiempo para prepararme.
Esta ocasión dejé mi cabello suelto, usé el mismo maquillaje y me puse un traje con corsé. Sonreí al verme en el espejo, sabía que estaba imponente.
Llamaron a la puerta y bajé de inmediato, allí estaban Sémele y Mizra en el comedor, pusé mi mirada sobre la joven pelirroja, nuestras miradas se encontraron, pero ambas la apartamos tras un pequeño vistazo.
Su pelo ondulado apenas le llegaba a los hombros, sus ojos ámbar, su sonrisa de medio lado y las lujosas prendas azules que llevaba. Cada detalle de ella quedaba grabado en mi memoria, era un tesoro que iba cobrando forma y aumentando a velocidad vertiginosa