~Dejarla volar~

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Estaba preparada para despedirme, para abandonar el insensato sueño de que nuestro amor fuera próspero. Tampoco quería ponerla en peligro si ese era el caso.  Todos los  había amado habían acabado alejándose o con un final trágico. Y sabía que mi corazón quebrado que anhelaba una historia con final feliz, no podría soportar otro golpe.
Recordé como lo había planeado todo para atrapar el topo de nuestra relación pero, eso fue antes, antes de que por una triste y rastrera venganza muriera la persona más pura que jamás llegue a conocer, antes de encontrar a Nesha. Por muy bruja que fuese no podía retroceder el tiempo para evitarlo y fui estupida perdiendo la oportunidad de recuperarlo subestimando su valor.
Cogí mi capa negra y llamé a mi sirvienta dándole una idéntica, le dije que se quedara en la calle (por asuntos de traición a la corona y la convencí diciendo que habría un guardia vigilando) y fui a arrendar una habitación. Pero no sirvió de nada ya que la retorcida competición por el corazón (mejor dicho el poder) de mi hermano, me dejó atrapada en el castillo ayudando a una de las concursantes.
En cuanto acabó, mientras Sundel distraía a Sémele, le dije que nos veríamos en el Hospicio más cercano al castillo.
Poco después me deshice de las compañías indeseadas y fui allí.
Subí y me senté en la cama, devastada, miles de sentimientos a flor de piel. Culpa, resentimiento, odio, remordimiento, pena y otros que no podía describir con palabras.
Fue tras unos minutos que alguien llamó, me levanté y abrí lo más rápido posible. Como esperaba era ella, le dije que pasase.
Mizra se veía deslumbrante, no sé si era fruto de mi melancolía, o la imagen de ella con ese vestido blanco lo que cruzaba mi mente.
Me costó unos segundos tomar el valor para hacer contacto visual, fue menos doloroso que con Nesha pero aun así.
En ese tiempo pasé mi mano sobre mi vientre donde reposaba tranquilamente el pequeño Zagreo.
Ella al verlo me felicitó.
Luego tomé sus manos, ya decidida a  decirle la verdad.
La miré apesadumbrada y le dije: Te amo, pero… No podemos seguir con todo esto, lo siento de verdad.- dije
Su reacción me pilló desprevenida, pareció no inmutarse ni sorprenderse por lo que le estaba diciendo.
-Tienes razón-respondió soltando mis manos
No sé qué esperaba pero esa respuesta me sorprendió tanto como dolió, yo la quise y no quería dañarla, pero el hecho de que ni siquiera tuviera que darle un argumento para que me diera la razón. En mi mente eso sería menos dañino, pero por lo contrario provocó un sentimiento de desazón y me hizo preguntarme si acaso ella había llegado a ver lo nuestro como yo. 
-No quiero hacerte daño ni que acabes mal por mi culpa-dije justificando mi decisión
-Lo sé, nunca tuve que haberte llamado dragoncita ni tú debiste acercarte a mi madre, esto ha sido un error- afirmó
-Espero que encuentres a alguien que te merezca- concluí destrozada por su frialdad
-Sí, algún buen noble- contestó con una media sonrisa
-No te pongas límites Mizra- dije, viendo la tristeza de su sonrisa
-No soy yo quien los pone Lilith- replicó mientras se dirijia a la puerta
-Quizás podríamos ser amigas- le dije en un intento desesperado de mantenernos en contacto
-No creo que le convenga ser mi amiga Lady Martel- contestó
Sus palabras frías como el hielo, hicieron que mi piel se erizara y conecté con la realidad dándome cuenta de todo lo que la había perdido, todos a quienes había alejado de mi.
El recuerdo de esa primera vez en la que la ví volvió, ella no era así, no podía asimilar que su cariñoso Dragoncita se hubiera tornado en un formal e indiferente Lady Martell.

“En busca de su nido
hacia el sur
volando van

Llevan amor y llevan lágrimas
pero llevan también
un himno de esperanzas”
-Juán Rodes-

Llevan amor y llevan lágrimaspero llevan tambiénun himno de esperanzas”-Juán Rodes-

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Corazón de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora