~Lamentos de viuda~

9 1 0
                                    

Llegada a Dorne, todo lo que necesitaba me acompañó en el viaje, mi amado hijo y el colgante, mi pequeño sol en mi vientre, la brillante joya en mi cuello.
Su valor era incalculable para mí, me recordaba a él, a Helio, pero me empujaba a avanzar, sus últimas palabras no cesaban en mi interior, me calmaba, me ayudaban, como una dulce nana antes de dormir.
Yo no tuve la culpa, él no me culpó, sabía que no había sido justa, pero debía avanzar.
Mi objetivo, esa idea surcaba mi mente desequilibrada, no había un ápice de duda en ello, debía empezar cuanto antes. Necesitaba buscar ayuda, la brujería no era algo sencillo, disponía de ella pero debía aprender. Tener un maestro y así lustrarme con conocimiento y práctica, para derrotarlo, cumplir la venganza que planeaba en mis adentros.
Pero antes debía arreglarlo, por lo menos explicarle la verdad. Dejé una carta en su alcoba explicando, pero no le enseñé lo suficiente. Tonta de mí. Ya habían pasado varias lunas llenas desde que pasó.
Aunque con un par de días sin su compañía ya me había dado cuenta;
Ella le otorgaba vida a las horas, hacía pasar volando el tiempo, en el mejor de los sentidos. Cuando pasábamos juntas el tiempo que podíamos, yo enseñándole a leer, ella dándome un motivo para ser, hubiera dado cualquier cosa por volver a entonces.
Sabía que estaba mal estancarme, solo pensar en ella, en nosotras, para mi era algo adictivo, me hacía sentir bien, hasta que recordaba que no volvería a ser así.
La espera del hijo de un muerto,  la pérdida de mi mejor amigo, un asesinato, una venganza y un sacrificio, demasiado sobre mis hombros. Era fuerte pero no tanto, ella me hacía débil y eso era lo que me gustaba. Repetía ese argumento, tratando de justificarme pero no era excusa. Trate de hablar con ella, de disculparme, de aclararlo, ella no quería hablar, no contestaba, me ignoraba. Un día lo hizo.
Estaba en una alcoba por el castillo, me acerqué y le dije     que lo sentía.
Se giró, la ira, veía la decepción en su rostro.
-¡Lilith, solo piensas en tí.! ¿¡Cuando estabas conmigo era por tí, te alejas por qué tú quieres y ahora tengo que perdonarte cuando tú quieras?!-
La miré, sabía que estaba en lo cierto.
-¡Ahora necesito tiempo! por favor déjame. - concluyó abandonando la sala
Apenas noté las lágrimas que surcaban mi rostro, pero las sentí al caer, un desesperado intento de huir de la realidad, resguardandome en los recuerdos de nuestro pasado, cuando yo no la había cagado ,cuando ella me quería.
Enseñándole a leer, escribir, ella acompañándome con el roce de nuestras manos, nuestros rostros casi tocándose, su respiración tan cerca, ella. Su presencia acelerando mi corazón y con ella se quemaban mis lamentos, porque ella me redimía de mis males.
Nesha era mi luz, mi luna.
Cuando luchaba contra mis impulsos, el deseo de una caricia, de una mirada, todo lo que añoraba.
Amaba ahora en sigilo de su belleza, un secreto, un fuego acallado pero peligroso.
A ella le pertenecía mi mirada y mis andares firmes temblequeban al verla, pero esta historia de amor no era justa, yo atrapada en mi mentira y ella ilusa de mis palabras.
Yo era un capítulo en su historia, ella en cambio se había apropiado de la trama de la mía.
Amandola de lejos, temerosa del futuro sin ella, así mismo negándome a creer que cualquiera pudiese amar a alguien como yo.
Añoranza del pasado, tristeza del presente y ahora cumpliría mi objetivo para el futuro.

~EL ADIÓS~
“Sangre de mi corazón descompuesto,
lágrimas de mi dolor hueco
sonar de un llanto funesto,
me halla en un remoto recobeco.

Vida destrozada,
soñar embelesada,
recordar a mi amada,
extrañar la bandada.

Amor eterno,
pesar amargo
olor a ébano,
temor aciago.”

Corazón de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora