Capítulo XVII

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Debía actuar rápido.

El frío la erizaba el bello y las manos se articulaban con dificultad. Palpó el cuerpo tendido de Njell bajo las mantas comprobando que aún conservaba el calor. La nieve se deslizaba por los cristales del invernadero empañándose ante la tibia llama de la estufa. La tenua luna iluminaba el rostro sudoroso de Njell que se debatía en sueños. Dies llevaba reprimiendo las lágrimas desde que yacía tiritando e inconsciente su reciente amigo. La culpabilidad la nublaba la mente. Por eso huían de ellas, todo era culpa suya. Los reproches mermaban su moral, mientras que Njell se iba ahogando en sus pesadillas.

Percibió como el agua se movía en una única dirección siguiendo una corriente que descendía hacía el suelo dibujando círculos. Se había formado un remolino que arrastraba un agua más gélida. Nadó enérgicamente descendiendo más de dos metros sintiendo una fuerte presión en los tímpanos. Según descendía notaba como el aire se le iba acabando y le salía por la nariz en forma de burbujas de dióxido.

Palpó la pared rocosa por donde el agua se escapaba rápidamente y metiendo los dedos por el agujero de la piedra tiró de ella hacía su cuerpo, fuertemente. Sus intentos eran en vanos. Se estaba quedando sin aire, lo había gastado casi todo en el descenso. Se la metió el agua por la boca, tosió sin soltar el ladrillo.

Tiró con todas sus fuerzas apoyando los pies contra el muro para coger impulso, y aprovechando los últimos segundos de oxígeno que la quedaban. La piedra se fue deslizando con dificultad. Era muy pesada y parecía estar bastante roñosa por lo que no resbalaba bien. Pero otra vez no estaba sola, no tenía al aire como aliado, con era algo tangible pero tampoco invisible como el viento. Algo profundo la conectaba con algo externo. Estaba acompñada en aquella oscura soledad. Se ahogaba, y no la iba a salvar. La observaba pero no la iba a ayudar. ¿o sí? Nox notó como su tráquea se cerraba, sus pulmones se colapsaban y sus músculos de las extremidades se aflojaban con la piedra que terminó en un último tirón en sus manos. No consiguió salir a flote, no logró volver a coger un último aliento.

La piedra se hundió cayendo a la velocidad de una pluma hasta tocar el profundo suelo inundado. Como un barco se hunde en picado bajo el mar, el cuerpo de Nox quedó entre el agua y la oscuridad inmovil. Aún le funcionaban los sentidos. Sintió el agua rodeando sucuerpo, abrazándola y congelándola a la vez. Su oído percibió el repiqueteo de las gotas y chorros de manera diferente que desdela superficie. Su olfato se veía colapsado al igual que su aparato respiratorio,sus papilas gustativas cataron un sabor muy salado, y cuando el resto de los sentidos dejaron de funcionar sus grises ojos se cerraron para conciliar el sueño eterno.

Cogiendo una bocanada de aire se incorporó del suelo de donde había ido a parar. La pesadilla no le dejaba escapar, por un momento pensó que se ahogaría en sus propios sueños. Se observó las manos, no tenía arrugas de haber estado sumergido en el agua, pero parecía tan sobrecogedoramente real.

Estaba sólo en medio de una habitación de cristales negros y plantas. Giró la mirada hacia el calor. Allí estaba. Acababa de soñar con ella...o con su hermana. Se llevo la mano a la melena empapada. Los recuerdos del sueño se iban desvaneciendo según se despejaba. El frío se iba apaciguando, ya no tenía los músculos entumecidos. "Había sido solo un sueño.." se intentó incorporar aún más pero apenas le dio tiempo antes de que una hermosa figura se arrodillara enfrente de él con la sonrisa más acogedora que había visto.

- ¡Por fin!- se acercó en cuanto escuchó las mantas moverse- No te muevas muy bruscamente, aún te debe de doler. Voy a...- se detuvo cuando llevaba medio pantalón remangado de su pierna buscando su aprovación o su impedimento. Quizás no quería que le volviera a tocar. Pero Njell sólo cerro los ojos y suspiró.

- Lo siento mucho Dies

Dies tenía las ojeras marcadas, y la expresión cansada. Parecía que hubiera pasado la noche en vela. Los retazos de su vuelta a la consciencia aparecían dispersos en su memoria. El rostro de Dies dándole de comer en la oscuridad de la noche. Sus pequeños brazos incorporándole. Le advirtió, y aún así se dejó arrastrar por la imprudencia.

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⏰ Última actualización: Apr 02, 2015 ⏰

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