Capítulo XIII

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"Demasiado por hoy, demasiado ya para el resto de mi vida" pensó Nox escrutando el techo tumbada en la cama. Aquel día la había mermado la moral, no tenia ni una pizca de ganas de disfrutar fde la noche. Una vez había salido de su cueva irreal y avena al mundo exterior, ya no podía hacer caso omiso de la vida real. Por mucho que volviera a su rutina, evitando recordar lo sucedido e ignorando la vida misma, nada seria igual. Ya no la servía cerrar los ojos y hacer como si nada hubiera acontecido, el hecho de cerrar los ojos a la verdad no hacia que dejara de existir. Debía enfrentarse a ello.

Alargó la mano a su mesilla de noche donde estaban amontonados los libros. Retiró la mano como acto reflejo al ardor de sus lomos. Aún abrasaban. La gustaría leerlos, viajar por sus hojas, zambullirse entre letras y hallar entre lineas utilizando su don. Pero no podía cogerlos como había hecho Dies, estaban ardiendo como el tronco que se quemaba en la chimenea. Parpadeó confusa, aunque hubiera visto a su hermana convertir las cenizas en el objeto que era antes...ni habiéndolo presenciado podía creerselo. Demasiado inverosímil, ¿demasiado monstruoso?

Njell pedaleaba vivamente con una sonrisa en su rostro hacia la escuela. Sus piernas hacían girar la rueda al ritmo de la canción que estaba escuchando con el Ipop.

Sentía como la brisa polar le soplaba, el cielo estaba inmensamente solitario, no se divisaba ninguna nube redonda. El sol aún no había salido y las calles estaban desiertas. Las temperaturas seguían siendo peligrosamente bajas, pero la ayuda de los fuegos de los puestos del mercado colaboraba a transcurrir ese día invernal. Agitó la cabeza colocándose los cabellos, disfrutando de las canciones de Cold Play “Se optimista Njell” pensó alentándose “Seguro que consigo hacerme su amigo, al fin y al cabo son un par de niñas adolescentes como las compañeras de clase, y sé como manejarme en este campo”.

Llegó a la verja del colegio con antelación para que no se le adelantasen las gemelas. Más nerviosamente esperó en el mismo pasadizo a las chicas, pero sólo avistó a una que se despedía de su madre detrás de la verja. Suspiró aliviado “cuantas menos mejor”. Njell la vio marcharse por el camino que había venido. Esa escena y las palabras exactas que iba a decir las había ensayado varias veces delante del espejo del cuarto de baño, tenía que salir bien. No sabía si la chica que tenía enfrente era Dies o su hermana, pero tenía que intentarlo. Aunque la idea de que fuera Dies le hizo sentir una fuerte sensación en el estómago, no se detuvo. Se aproximó apresuradamente antes de que la perdiese de vista, esbozó la sonrisa más cordial que jamás había gesticulado y la llamo.

- ¡Ei Dies!

La chica se giró haciendo volar su larga melena agarrada con dos horquillas atrás. Divisó al chico que se acercaba y reconociéndole abrió los ojos. Eran enormes y coloridamente verdes. Miro hacia a sus lados para ver si les veía alguien y rascándose la cabeza le sonrió.

- Hola de nuevo- saludó y Njell al haber sido respondido se la quedó mirando, era Dies. Aquellos dientes alineados, y sus labios carnosos y ligeramente rosados le hicieron estremecerse a causa de la incómoda sensación que sentía en su estómago.

- E…e…hola…- avergonzado dio un traspie.

“¡Las frases!, ¡las palabras que había pensado!Mierda” se alarmó nervioso Njell. Todo el diálogo que había preparado se esfumo de su mente más rápido de lo que le había costado memorizar. Cada determinante, preposición, verbo u otra palabra se le había olvidado. En ese momento sentía que ese abrigo gris le estaba pequeño, muy pequeño; y que los zapatos le calzaban excesivamente grandes, se detuvo en seco por miedo a dar un paso y dejar un zapato abandonado detrás suyo. Los cuellos bufanda de cuadros grieses le apretaba y la tela del jersey berenjena le picaba, pero le daba pudor rascarse.

Iluminando la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora