Almas Gemelas

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La Ayala estaba de cabeza.

Habían mandado a los Titans a una misión aparentemente sencilla que termino por salirse de control. La liga había tenido que intervenir y como consecuencia seis miembros (dos Titans y cuatro de la JL) habían sido heridos en combate por un fuerte hechizo.

El problema no era saber cómo resolver el hechizo, Zatanna lo había hecho una hora atrás con ayuda del Dr. Fate—que para suerte de todos ya tenía experiencia en esos temas—, el problema era la cura.

Específicamente con Batman.

Un conjuro de amor no era tan difícil de combatir, apenas supieron el tipo de magia habían mandado a llamar a todas las parejas de los héroes con urgencia.

John Stewart para Shayera.

Artemisa para Wally.

Wyynde para Kaldur'ahm.

Hal para Barry.

Oliver para Dinah.

Pero... ¿Batman?

Superman cruzó los brazos, mirando a su compañera Wonder Woman con aprensión. Diana tembló, no por miedo, sino por frustración e ira. Sabían a quién tenían que llamar, es decir, se encontraba a unos pasos, en la habitación continúa cuidando de sus compañeros heridos en batalla. Aun así, no querían hablarle a Nightwing.

Hace apenas unos días que habían descubierto su relación por accidente. J'onn J'onzz los vio besándose después de una misión suicida detrás de la cabina de mando, aparentemente solos.

No había sido un beso desesperado, apenas fue un roce entre sus bocas, poco menos que el aleteo de una mariposa en una flor, un accidente. Sin embargo, lo suficientemente significativo para activar la alerta en su cabeza. Él había decidido guardar silencio pero... No había sido el único en presenciar el acto.

Diana casi enloqueció cuando se enteró, Clark quedó estupefacto igual que el resto del equipo. Porque a decir verdad, jamás creyeron que ellos podrían tener algo.

Por el amor de Dios, Bruce lo había criado como su propio hijo, todos los miembros de la JL habían presenciado el debut del primer sidekick: Robin, cuando él tenía 12 años.

Habían jugado con él, le habían comprado regalos de cumpleaños, lo habían cuidado como un club de niñeras particulares ¡Por todos los cielos! Bruce lo había ayudado con sus proyectos escolares e invitado a su graduación.

Era... Era insólito.

Inmoral desde el punto de vista de los demás.

Nightwing no era un niño, era un adulto y héroe hecho y derecho. Con un camino lo suficientemente sólido como para hacerse valer entre el mundo de los héroes, pero aun así existía la posibilidad de que Bruce estuviera ejerciendo presión sobre él, abusando de su poder desde hace años.

Por eso no podían mover un dedo, no querían hacerlo, porque llamar a Dick Grayson sería aprobar la relación enfermiza que tenían esos dos.

— ¿Quieren que llame a Selina?—Zatanna había entrado al cuarto de Batman, donde estaban Superman y Wonder Woman vigilando al murciélago, crispados y alterados, como si en cualquier momento pudiera levantarse y mandar a llamar a su amante.

—No es necesario—contestó Clark.

— ¿Es Talia?

—Ninguna de las dos—musito Diana. Zatanna resopló.

— ¿Tienen a alguien en mente?—. Ellos no respondieron—Quizás pueda ayudar un poco.

Se ofreció, ellos la miraron de forma extraña, como si pudiera ser la única en resolver sus dudas.

— ¿Cómo?

—Conozco un hechizo sencillo, revela el hilo rojo de la persona a la que estamos destinados.

— ¿Te refieres a la alma...?

—Alma gemela, sí. —interrumpió a la Mujer maravilla.

Ellos se vieron confusos, casi con miedo de aceptar. Aun así asintieron y dejaron que la maga pronunciará el conjuro al revés.

De pronto un pequeño hilo, rojo como la sangre se aferró al meñique de Bruce, sin embargo, en lugar de descender para buscar el otro extremo se enredó varias veces en el pecho del caballero oscuro.

— ¿Por qué hace eso?—pregunto Superman, afligido.

—Es por la naturaleza del sentimiento, creo que es confusión.

Ambos veteranos tragaron duro.

El hilo siguió dando vueltas por el tórax de Batman, al grado de que su piel parecía incrustada entre los hilos, dispuesta a sangrar en cualquier momento.

Finalmente bajo por su muñeca y salió corriendo de la habitación. Los tres siguieron el hilo, que se metió en la habitación del lado.

Diana sintió que se desvanecía y Superman apenas tuvo tiempo de sostenerla, igual o incluso más perturbado que ella. Sabían lo que venía y aunque no lo aprobarán del todo no tenían nada más que aceptarlo. Zatanna abrió la puerta y los tres contemplaron como el hilo subía por la pierna de Richard, sujetándose con sensualidad en su cintura pero siguiendo sin piedad hasta llegar a su yugular. Una vez ahí dio varias vueltas, apretando el cuello. Cada exhalación que Dick daba parecía estar estrangulándolo más y más.

—Culpa —sentencio Z, lo suficientemente bajo para que solo la escucharán los dos héroes detrás de ella. Podían verlo, su cuerpo tenso, temblando de impotencia porque a pesar de saber que Bruce se encontraba a unos pasos no podía verlo.

Se mantenía firme, supervisando a los Titans caídos.

— ¿B está bien?—les preguntó al darse cuenta de su presencia. Ellos no supieron que decir.

—Ve a verlo, te necesita.

Zatanna sorprendió a los presentes, tomó a Dick del hombro y lo apretó con confianza, con afecto.

Diana y Clark se dieron por vencidos, bajando la cabeza para que Dick pudiera correr hacia Bruce.

Sí su amor era algo que estaba destinado, ellos no tenían ningún derecho de intervenir.


°.°.°.°.°.°.°

Nota de Autor:

Perdón de antemano si este capitulo tiene uno u más errores gramaticales y de ortografía, lo escribí cuando me estaba quedando dormida ('・ω・').
Bueno, muchas gracias por leer :D

30 Días de tu OTP: BruDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora