Capítulo 4. Para Ti

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El día en que se fué, fue el día más duro y difícil para mí, el se marchó llevándose mi corazón, mi lobo aullaba por el, solo por el, siempre me llamaba, siempre presente en la distancia, fotos enviadas a través del celular, los lugares hermosos que visitaba, nos hacia participe de su vida, aunque estuviera lejos de nosotros, mi alma se sentía presa de un amor complicado, sus palabras después de mi confesión fueron duras, el me veía como un hermano, mientras mi corazón latía como loco, en la escuela, volví a toparme con Minami, lo abracé con fuerza, con toda la fuerza del mundo, lloró cuando me abrazó, lo había hecho sufrir con mi huida, pero todo había válido la pena, porque esas amables personas habían visto por el todos estos años, le conté de mi travesía, y también de mi primer amor, le había dicho que no me enamoraría pero estaba enamorado, un amor de pubertad, un amor quizá resultado de mis hormonas, o mi anhelo de ser amado, pero que a pesar de los meses y los años seguía en mi, crecía, a la par de ese amor, de ese inocente amor, tenía mucha suerte para que chicos me pretendieran, les llamaba la atención, comer mejor, hacer ejercicio con la danza, me hizo desarrollar una silueta delgada, mis piernas eran tonificadas, mi rostro con facciones delicadas, y mis ojos, los hacían verme como un potencial amoroso, me emocionaba recibir cartas de amor, o detalles, pero, no eran del destinatario que quería.

Chris siempre me cuidaba, Otabek se lo había encargado, el se encargó de espantar a todos los alfas o betas que andaban tras de mi, el me cuidaba como un hermano, yo lo veía así, el decía que nadie merecía a su hermanito, lo abrazaba en agradecimiento.

No dejé de ir a bailar con Mila, me enseñaba toda clase de bailes, pero había uno en especial que llamaba la atención, la danza aérea, veía como ella danzaba sobre el piso, para después alzarse valerosa, prendida de unas telas, como si levitara, como si fuera más fuerte que si misma, y eso me gustaba, quería bailar como ella, quería hacerlo así.

Anna y Gabriel eran una pareja amorosa, al irse Otabek, ambos quedaron llenos de tristeza, había leído que así se sentían las parejas, cuando sus hijos se marchaban, el síndrome del nido vacío, pero trataba de ser su luz, ella me enseñaba a cocinar, recordándome mi sueño, quería ser un buen pastelero, uno increíble, siempre hacíamos recetas que salían en los programas matutinos, grababa el programa, o escribía la receta en una hoja, para que por la tarde lo intentarámos, Gabriel era nuestro juez, con el tenía otra pasatiempo, le dio una fascinación por construir cosas de madera, lo acompañaba mientras el lijaba o pulia algunas de sus creaciones, quería demostrarles que la oportunidad que me dieron de vivir dignamente, había valido la pena, que jamás los abandonaría, me hipnotizaba la facilidad que él tenía para utilizar sus manos para todo lo que se imaginaba, eso me encantaba, a veces hacia bloques de madera, decía que se estaba preparando para cuando sus nietos llegaran, le sonreía tímidamente, porque eso estrujaba mi corazón, Otabek algún día seria padre, tendría una familia, y no sería conmigo, dolía, dolía demasiado, aunque fingiera que no, Anna nos llevaba limonadas, mientras esperábamos que el azabache llamara, sus llamadas eran cortas, siempre preguntando lo esencial, cuando platicábamos siempre un cuidate y portate bien, era lo único que me decía, cuando quería platicar ampliamente, poco a poco fui notando, que conmigo no se tardaba mas de dos minutos, como si hablar conmigo, no fuera importante eso me llenaba de tristeza y soledad, mi lobo lloraba conmigo.

Pronto a mi vida llegó Jean Jacques Leroy, un alfa compañero de escuela, el hablaba mucho con Minami y conmigo, reíamos varias veces, sabíamos que el estaba interesado en mi, era amable y divertido, le llamaba cara de caballo o cosas así, el solo se reía, y me miraba tiernamente, su insistencia era demasiada, me cantaba canciones con su guitarra, lo invitaba a casa, Anna y Gabriel, se unían a nosotros, el tocaba para nosotros, canciones de su época de novios, Los Ángeles negros, Leo Dan, La Rondalla de Saltillo, ellos cantaban, yo los acompañaba.

Mi Único AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora