Capítulo 2. Una Oración Para ti

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Después de mi escape, había conocido a Emil, un niño que vivía en las alcantarillas del centro de la ciudad, me enseñó a cuidarme y defenderme, tenía 15 años, e inflaba su pecho orgulloso de ser un alfa, el cuidaba a varios niños entre ellos yo, había veces que llegaban servicios infantiles, se encargaban de recoger a los niños abandonados, te llevaban a un mejor lugar, que ellos llamaban orfanato, pero ya había estado en uno antes, todos teníamos miedo, pero el me mostró varios lugares donde podía esconderme, ahorramos para poder comprar crema, pintura y un pequeño cajón para volear zapatos, caminaba varias cuadras, me sentaba afuera de un salón elegante, donde bailaban parejas mientras les servían bebidas con alcohol.

Emil, también caminaba conmigo, vendiendo rosas, el trabajo empezaba a las ocho de la noche, y seguía hasta varias horas de la madrugada, siempre estábamos afuera de aquel lugar, buscando monedas, los meseros a veces sacaban un poco de comida que sobraba justo antes de cerrar, todos nos amontonabamos tratando de recibir algo.

El era un amigo valeroso y noble al principio que me cuidó con aprecio, pero una persona noble y buena no puede sobrevivir en las calles, el me decía que las buenas obras no te salvaban del hambre o de la miseria, que para sobrevivir debías ser más fuerte que los demás y yo era parte del eslabón más débil.

Emil comenzó a juntarse con varios chicos alfas de la ciudad, aquellos chicos eran conocidos por los negocios ilícitos a los que se dedicaban, eran muy famosos por robar, se metían a tiendas departamentales, para tomar artículos que vendían después, gente mala que recientemente se dedicaba a comenzar con el comercio de sustancias prohibidas, vendían desde aceleradores de celo, hasta demás tipos de estimulantes, tenía miedo de que mi amigo se volviera también una mala persona, muchas veces lo veía cuchichear con ellos, dejó de vender flores para dedicarse a asaltar a los borrachos o mujeres solas que cruzaban la avenida buscando un taxi, agachaba la cabeza, el se sentía fuerte y valeroso cada vez que traía más para comer, todos se acercaban a él agradeciéndole por la comida, les imponía respeto, pero a mi me daba miedo, le debía la vida, el me había metido a su guarida sin conocerme, dándome la confianza para tener un lugar donde dormir, pero eso no me impedía tener miedo de lo que podía sucederme.

Los meses pasaban, el crecía y yo con el, sabía que mi celo llegaría después de cumplir 11, temblaba de miedo, pero el me decía que el me protegería, siendo un alfa yo seria su compañero, no quería eso, solo quería un amigo con quien pasar la soledad en la oscuridad de las alcantarillas.

Sabía lo que ser compañeros significaba, había visto sin querer a varios vagos teniendo encuentros íntimos entre los callejones de la ciudad, no quería eso, no quería, las cosas iban de mal en peor, cuando lo vi cargar una navaja en su pantalón, era demasiado persistente conmigo, con el tema de ser mi compañero, quería que llevara su marca mientras veía a lo lejos los niños que caminaban de la mano de sus madres para ir a la escuela, no quería convertirme en uno más de esas familias que vivían entre la basura criando niños que llegaban a la miseria, niños que terminarían como nosotros, varias veces aquellos chicos venían a buscarlo a las alcantarillas, el líder de ellos me miraba demasiado y les hacia señas a sus compañeros, temblaba sintiéndome intimidado por las feromonas que poco a poco comenzaba a sentir.

Aquel chico también alfa, gustaba de llegar cerca de mí cuando menos lo esperaba, siempre me topaba con el sin quererlo, agachaba mi cabeza temeroso, todos esperaban el momento preciso para que mi celo se presentara, como unos animales dispuestos a correr tras su presa, era el único omega mayor de la guarida, la mayoría de niños omega no sobrevivían, yo lo había hecho milagrosamente, llamando su atención.

Varias veces los veía afuera de la alcantarilla, todos ellos haciendo fila, mirándome mientras cruzaba para esconderme, el siempre caminaba junto a mi para protegerme, no quería vivir una vida tan difícil, añoraba algo más que convertirme en su omega, varias veces peleó con ellos, no sólo para ser el líder, yo también era el motivo de lucha, quien me morderia al final, como si no pudiera tener ni voz ni voto, varias veces vi a varias parejas salir del salón donde trabajaba, se tomaban de la mano mientras esperaban que un carro elegante llegará a recogerlos, deseaba estudiar y al final conocer el amor, en la oscuridad del drenaje no lo lograría.

Mi Único AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora