Capítulo 7. Mi Soledad

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Bailabamos sin parar, el ambiente era demasiado lento y aburrido, pensé que sería incluso más divertido que antes pero no fue así, ni siquiera me dió ánimos de tener algún encuentro subido de tono con mi acompañante, decidí regresar a casa antes de lo estipulado, abrí la puerta con disimulo, un abrigo de mujer, y una esencia desconocida me hicieron poner mis sentidos alerta, el sonido de unas risas provenientes de la cocina me hicieron dirigirme a ella.

Mi corazón latía apresurado, sospechaba y pasaban miles de cosas en mente, ninguna de ellas, no era dolorosa.

El cocinaba mientras una mujer estaba sentada en un banco viéndolo, ella me miró y me sonrió - Hola - me dijo.

Se levantó de su asiento para inclinarse para saludarme mejor, llevaba la camisa de Otabek, mostrando sus piernas, mi corazón se sentía estrujado y lastimado, pero había aprendido a esconder mis sentimientos esta no sería la excepción.

Le sonreí amablemente, ella me invitó a cenar con ellos, negué con la cabeza, el también me invitó, no quise seguir interrumpiendo - Bienvenida - le dije antes de irme, con el corazón hecho añicos.

Conocía a aquella mujer, por las fotos que vi en la a galería del celular de Chris, ella había sido durante años la novia de Otabek, sabía por él que habían terminado, el estado en el que la encontré demostraba su clara reconciliación, quería llorar amargamente, las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos, las sequé y tomé una toalla, ellos seguían platicando, mientras llenaba la tina del baño.

Quería sumergírme en el agua, perderme o desconectar mis pensamientos porque dolía, porque lastimaba, amarlo siempre fue doloroso.

La regadera y la cortina de plástico estaban mojadas, me torturaba pensar que cosas habría presenciado el baño, volví a derramar lágrimas silenciosas, el agua caliente era relajante para mi cuerpo tenso por el rechazo, ella era muy escandalosa, reía como si tuviera un micrófono incluido, era molesta, suspiré porque estando enamorado de el, cualquier persona me parecería de esa manera.

Metí mi cabeza en el agua tibia, conteniendo mi respiración, ese alfa me había lastimado de nuevo, pero quizá era yo mismo quien se lastimaba, creyendo que el algún día me vería como algo más que el niño que rescató de la calle.

Siempre había soñado el momento, en el que mis sentimientos fueran correspondidos, después de tantos años, no cabía duda, que aquello jamás ocurriría, estaba solo, lastimandome por un mal amor.

Me puse una pijama, y caminé hacia afuera topandome con el - Seguro que no quieres cenar? - me preguntó.

-Si, seguro - caminé dejándolos solos, me puse mis audífonos, para no oír más, estaba destrozado, escuchaba canciones tristes como si fuera un masoquista, o alguna clase de héroe trágico, mojando mi almohada con lágrimas lastimeras, el tenía un talento especial para hacerme llorar.

Me levanté cerca de las 6 de la mañana para ir al baño, en el perchero seguía el abrigo, dándome a entender que estaban durmiendo juntos, mi lobo estaba sufriendo conmigo, el no entendía como yo, que ese alfa no podía ser nuestro.

Me acosté en mi cama, rogándole al cielo quedarme dormido pronto, varias veces lo había escuchado a él, hablar dormido, tenía miedo de escucharlos tener, un encuentro subido de tono.

Me preparé un sandwich para irme a la escuela, ella salió de nuevo, con la camisa de aquel alfa a medio abotornar, contorneaba sus caderas, se paseaba de un lado a otro, segura de sí misma - Buenos días - ella me sonreía, quería vomitar al ver las marcas de besos en su cuello.

-Buenos días, quieres que te prepare algo? - ella negó con la cabeza, guardé mi desayuno en mi mochila, mientras abotonaba mi filipina.

-Te sientes incómodo con mi presencia? - salté nervioso a su pregunta, negué haciendo un gesto de desconcierto.

Mi Único AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora