Capítulo 3. Un Nuevo Hogar

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Me subí a su motocicleta, rodeandolo con mis brazos, traía conmigo la ropa que siempre había traído, guardada en una bolsita, arrancó después de haberle agradecido por todas las atenciones a Anna, ella insistió en que no fuera formal con ella, era una omega como yo, iría de nuevo a las alcantarillas, tendría ahora que empezar de nuevo, conseguir dinero para volver a tener un cajón para volear, el me dejó en el zócalo - Le agradezco por todo, de verdad gracias - me incliné en señal de respeto y le regalé una sonrisa, corrí hacia el zócalo, buscando perderlo de vista, y así fue.

Me cambié y guarde celosamente la ropa limpia, la guarde en un bolsa de plástico donde cargaba mis cosas, salí con una botella de jabón y agua en la mano, limpie parabrisas en lo que el semaforo volvía a estar en verde, mis demás amigos hacían malabares o escupian fuego con ayuda de gasolina.

Pasaron tres días, donde la alcantarilla era mi único hogar, amaneció y mis piernas temblaban, sentía mis manos mojadas de sudor, toqué mi frente, tenía fiebre, mi lobo gruñia, había llegado el día y no tenía ningún lugar donde esconderme, temblaba de miedo, salí con mis cosas, los rayos del sol anunciaban el nuevo día, caminé nervioso buscando un lugar donde esconderme, varios chicos como yo, habían sido atacados en su ciclo de celo, no había nadie que nos defendiera, mis piernas temblaban, estaba entrando en pánico, mi aroma se hacía potente, lo supe cuando varias personas volteaban a verme con insistencia, siempre había sido transparente, los niños de la calle lo son, siempre somos invisibles, podemos pasar a tu lado, no nos notas, podemos desaparecer de este mundo, nadie nos extraña, ni nadie nos llora, así es la triste soledad.

Seguí caminando, llegué al zócalo, buscando donde meterme, pensé esconderme en la Catedral, había escuchado que el sacerdote era amable, di unos pasos para allá, cuando sentí que alguien jaló mi brazo, me agaché con miedo, había llegado mi final?.

-Dónde carajos estabas? - alcé mi mirada, era Otabek, junto a él un tipo delgado y rubio que me miraba con curiosidad.

-Otabek, el va a entrar en celo - le dijo, el chasqueo su lengua y me cargó como un costal de papas, golpee su espalda, buscando que me soltara pero no fue así, me llevaba entre sus brazos, mientras su motocicleta andaba a toda velocidad, su aroma era fuerte, se volvía más fuerte con el mío, mi lobo aullaba por el, restregaba mi nariz en su cuello, encantado con su presencia.

Llegamos a su casa, Anna salió corriendo siguiendo a Otabek, que empezaba a gruñirme, me aventó a una cama sin consideración alguna dejándome solo, comencé a llorar sintiéndome abandonado - Yuri, el no puede estar contigo, el es un alfa, entiendes? - asentí con la mirada, lo sabía, siempre lo supe, el era mi héroe, el era un alfa, jaló mi brazo con una jeringa en su mano, yo trataba de safarme con miedo - No Yuri, es medicina, confía en mi - asentí, la aguja atravesó mi piel, comencé a jadear, retorciendome de un calor letal que fluía desde mis adentros, poco a poco fue desapareciendo y mi consciencia con el.

Desperté después de un día, abrí mis ojos, llovía a cantaros, mi ropa estaba limpia, mi piel también, salí de la cama, conocía el camino, escuchaba la voz de Anna y Otabek en la cocina, caminé lentamente, con miedo, ella me miró y me sonrió - Siéntate Yuri, hay comida caliente - le sonreí, Otabek no me miraba, ni siquiera me dedicaba ni un suspiro, mi lobo aullaba triste conmigo.

-Porqué nos mentiste? - me dijo mientras seguía ojeando su libro - ya lo se todo, estuve preguntando por ti, no tienes familia, vives en las alcantarillas del distrito, porqué nos mentiste?.

-Otabek, dejalo, el tendrá sus razones - dijo Anna, mientras me servía una sopa caliente.

-No madre, es un omega, sabes lo que hubiera pasado con el si no lo hubiera encontrado?, sabes lo que hubiera pasado si su celo se presentaba en las alcantarillas?.

Mi Único AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora