Advertencia: sexo rudo y enojado/ obscenidad/ lectura en segunda persona
[disculpen si tengo falta de ortografía]
Título: mala suerte
¿Estaban desalineadas las estrellas o simplemente sus manos estaban malditas? Por alguna razón cósmica desconocida, todo, literalmente todo , que Sy tocó esa mañana, se vino abajo.Comenzó con café hirviendo derramándose por todos sus pantalones, luego la puerta del baño se desprendió de sus bisagras mientras trataba de salir de la ducha. Y ahora, después de horas de trabajo en el cobertizo tratando de construirle a Aika una nueva casa para perros, las tablas de madera se rompieron por la mitad.
Sosteniendo un vaso de limonada fría, saliste y miraste a Sy, justo a tiempo para ver al toro furioso gruñir con odio y tirar el martillo que sostenía en su puño. La llamada casi hace que tu corazón se salte un latido.
–¿Está todo bien?– te apoyaste contra el marco de la puerta e inclinaste la cabeza con preocupación.
Sy se volvió para mirarte con ojos llenos de ira.
¿Enfadado?
No, Sy no estaba enojado; estaba hirviendo como si sus huesos estuvieran compuestos de carbones encendidos. Pero una brisa diferente encendió el fuego cuando la gigantesca bestia vio tu figura: un vestido blanco de verano complementaba tu figura y el tono de tu piel, tus muslos se movían casualmente mientras pateabas el suelo polvoriento.
Con el sol de arce de la tarde colgando en el medio del cielo, una gota de sudor rodó por la parte interna del muslo, lo que hizo que las fosas nasales de Sy se agrandaran de repente.
Sin decir una palabra, se precipitó hacia ti y envolvió su brazo alrededor de tu cintura. El vidrio salió volando de tu mano, rompiéndose en fragmentos cuando el hombre grande te empujó y golpeó tu trasero contra la superficie de madera de su banco de trabajo.
–Cariño, ¿qué ...?
Elevándose entre tus rodillas, Sy se quitó la camisa roja, su torso desnudo infló con salvaje orgullo masculino.
–¡Ven aquí!–gruñó, enganchando una mano debajo de tu rodilla mientras apretaba urgentemente su cinturón.
–Si puedo hacer una cosa bien hoy, es que te voy a follar en pedazos
Con una maniobra rápida, sacó su gran polla como disculpa, agarrando al monstruo hambriento que goteaba en su mano. Jadeaste cuando te arrastró aún más cerca, tu pequeño vestido blanco ahora contaminado por el polvo y la grasa. Pero no le importó, haciendo jirones de tus bragas mientras se las quitaba y te empujaba con un grito gutural.
Tus gritos llenaron el cobertizo; tus ojos se cerraron revoloteando con la dicha de que él tuviera su gruesa vara abriendo tu aterciopelada caverna. Siempre te sentiste como una virgen con Sy, sintiendo eso mismo un tinte de dolor que siguió con una corriente de presión abrumadora cuando te llenó de su circunferencia.
Aunque, virgen o no, Syverson nunca fue amable.
Su mano pronto se rompió en tu cuello, apretando ligeramente y levantando tu cabeza mientras comenzaba a follarte con empujes duros y desesperados
–Abre los ojos–ordenó, su timbre era un gruñido salvaje–será mejor que me mires a los ojos cuando te folle
Tu respuesta fue un grito tembloroso; el aire salió de tus pulmones con cada golpe de la polla de Syverson dentro de ti. Duro y lleno de furia carnal, te criticó con más dureza que nunca. Sus manos se deslizaron desde tus rodillas hasta tus caderas, tirando de ti a lo largo de su eje y sacudiéndote de la forma en que un lobo aturde a su presa.
–Esa es mi chica, se asegurará de que camines torpe durante semanas–, dijo Syverson con voz ronca, orgulloso de la forma en que te derrumbaste y te apretujaste a su alrededor. Verte tan indefensa, tan perdida en un delirio sombrío borró todos los sentidos de su fracaso.
Todo lo que podía hacer era jadear y sollozar de placer, asombrado por el fuerte arrastre de él dentro de ti. Cada golpe traía sacudidas de éxtasis eléctrico, el áspero cepillo de su cabello contra tu clítoris te provocaba una y otra vez. Con las piernas colgando en el aire, cediste a su servicio lascivo, dejándolo follarte hasta el punto en que tus extremidades se sentían deshuesadas y tus músculos quemaban. Y a pesar de que la sensación de éxtasis se arrastró cerca, no estabas listo para la abrupta erupción que te arrastró.
Como un rayo atravesando el suelo, viniste con él abismalmente profundo.hizo todo lo posible por prolongar su inevitable clímax. Como si tratara de demostrar algo, aceleró el paso, más fuerte, más rápido, hinchándose dentro de un agujero que solo se hizo más estrecho hasta que perdió la batalla por su propia lujuria. Con un gruñido atronador, Syverson inundó tu útero con su rica y fluida semilla hasta que se desbordó y se filtró por las costuras.
Dejas escapar un suspiro de alivio, mirando a tu hombre con contenido amoroso. El resplandor azul de Syverson era una neblina pesada y posorgásmica. Se mordió los labios inferiores y te dedicó una sonrisa suave, pero fue entonces cuando sus manos agarraron tus caderas y tu coño se movió alrededor de su grueso contorno que te diste cuenta de que todavía estaba duro.
Te volteó antes de que pudieras siquiera pensar. Culo colgando del borde del banco, gimoteó cuando su polla entró en su agujero rezumante.
–Te dije que iba a hacer esto bien– se atragantó y te embistió por detrás, con las caderas chocando contra tu trasero.–Te dejaré embarazada antes de que terminemos aquí