ONE SHOTS [HENRY CAVILL]

41°_Geralt De Rivia

Advertencia: angustia, amor.

Título: lo que e estado esperando

"Tu Brujo está aquí. ”

Las palabras hicieron que tu corazón latiera más rápido, pero mantuviste tu expresión neutral, tan fría y recatada como si fuera cualquier cliente. "Ah, envíalo a la habitación 12. Estaré allí en un momento".

La señora te miró antes de negar con la cabeza."No tienes que llevártelo, lo sabes. Ninguna de las otras casas lo hace. Por lo que entiendo, ni siquiera da propina tan bien. Solo porque lo hiciste una vez, no significa que tenga derecho"…

"Está bien", le diste una sonrisa comprensiva, poniéndote una bata de seda negra. "Solo otro cliente para mí".

Entendiste la aprensión hacia Geralt al principio; los ojos y el cabello extraños, las cicatrices, el tamaño total de él, la mirada asesina que les dio a todos... habías oído hablar de Blaviken, probablemente deberías haber sido un poco más cauteloso con él.

Pero incluso si ellos no lo entendieron todavía, tú lo hiciste

Ella se encogió de hombros y se fue. Ajustaste cuidadosamente la túnica, dejando que cayera pecaminosamente sobre tus hombros desnudos. Realmente dejaba poco a la imaginación.

Te recogiste el cabello y te dirigiste a la habitación 12, sabiendo que era la más alejada de cualquier otra habitación ocupada en este piso. Entraste, cerraste la puerta detrás de ti antes de encerrarte y finalmente te das la vuelta.

Geralt se sentó en el borde de la cama, su armadura aún puesta, excepto por las espadas que siempre le hacían dejar al frente. Tan pronto como sus ojos se encontraron con los tuyos, se iluminaron, una sonrisa gentil apareció en su rostro antes de ser reemplazada por una tristeza silenciosa, casi decepción. "Todavía estás aquí".

"Y sigues viniendo aquí".

"Solo para ver si tú-" hizo una pausa, sus ojos se cerraron por un momento antes de volver a posarse sobre ti. “Yo… estaba de paso y solo—“

Finalmente sonríes, caminas y pasas tus brazos alrededor de su cuello y te deslizas sobre su regazo, sin importarle las hebillas o las piezas afiladas de metal. "Yo también te extrañé", murmuraste antes de besarlo, suspirando ante el ahora familiar sabor de él.

Geralt besó como si tuviera hambre, devorándote, agarrándote por la cintura como si fueras algo delicado mientras sus dientes mordían tu labio inferior y sacaba gemidos lascivos de tu boca, lamiéndolo como si fueras la comida más deliciosa.

Enredaste tus dedos en su cabello, inclinando tu cabeza en un intento de acercarte imposiblemente, cuando escuchaste su ligero gruñido de dolor.

Te echaste para atrás, sorprendida. Geralt podía ser rudo; ha dejado en claro que amaba cuando le tirabas del pelo o le dejabas mordidas de amor en el pecho. Nunca lo habías oído realmente herido .