Capítulo 7

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¡Sorpresa!

¿Adivina quién soy?

Lady Alexia.

No sé si debería decir que lo odio porque tengo entendido que odiar te envenena el alma y corazón. Aunque sinceramente me importa muy poco si tengo el corazón envenenado junto a mi insuperable alma, yo solo quiero justicia para mí y mis quinientas razones. Supongo que debería presentarme, pero no quiero ser pretenciosa, no como el imbécil rubio cabello pintado de otro color, que es un narcisista de primer mundo y que me ha besado sin mi consentimiento.

¡Sí, lo odio!

Actúe como si nada hubiera sucedido porque lamentablemente, vengo criada para soportar semejante idiotez... ya lo sé, estoy mintiendo. Obviamente me gustó el beso. El muy imbécil sabe besar. Odio el hecho de que sepa besar y me molesta muchísimo más, que mi cuerpo traicionero respondiera de buena manera. No he besado a nadie desde hace mucho tiempo y realmente había olvidado lo cálido y suave que pueden llegar a sentirse unos labios. Durante mi corta vida llena de lujos y maravillas reales, dos personas fueron clave para mi desgracia personal.

Ya me desvié del tema principal, pero bueno.

¡Que venga el desglose de odio!

El primero fue un mocoso en la guardería de la compañía de mi pariente. Mi tío, Matt, no tiene el título de rey como mi tía que es la reina de Suecia y madre de mi primo Marcus. Él sí es el próximo en heredar el reino de ese país y pues... tampoco es que esté muy animado con eso. Aunque tenemos nuestras propias normas reales y una de ellas es que después de los 25 años, debemos decir si queremos el trono o no. En mi caso, Finlandia me odia y no fue que yo le di razones. Solo he sido una mujer que supo divertirse en su juventud. Bueno, me desvié del tema principal, otra vez. El mocoso de la guardería en la compañía de mi tío. Yo tendría unos dos o tres años y realmente odiaba a ese niño año tras año. Nunca convivimos mucho, pero fue traumático para mí.

Soy un niño perfecto.

Mis padres son héroes.

Soy un caballero hermoso.

Mis mamás son espías y yo soy un príncipe.

Simplemente lo bajé de la nube en la que estaba y le hice entender que él no era nadie y la única sangre real, era yo. Además de que mi padre ayudó a salvar la corona de Alemania. Entonces, el maravilloso mocoso, lloró y lloró hasta que nos peleamos y luego le dijo a toda la guardería que yo no era digna y tenía piojos. Nadie se me acercaba y decidí ponerle fin a todo eso diciendo que el mocoso se orinaba y se comía los mocos. Obviamente yo gané y al niño malcriado lo sacaron de ahí. Así que fui la reina absoluta de todo y los otros niños eran mis esclavos.

¿Cómo recuerdo eso? Es el tema de conversación favorito de mis padres en cada cena familiar. Por eso alimenté mi odio por ese niño y jamás lo volví a ver. Espero que dónde sea que se encuentre, me vea lo inalcanzable que soy cuando lo contrate como esclavo.

—Alexia, viniste. Me da gusto verte otra vez —la voz animada de Jasper, rompe mi precioso monólogo y me trae de regreso a la realidad—. Te estábamos esperando, pasa.

Y él es la segunda persona que hizo que mi personalidad fuera así. Es un egoísta y tan asquerosamente honesto con su sexualidad, que duele. Él siempre estuvo conmigo en las buenas y en las malas desde que tengo uso de razón. Jasper siempre estaba confundido y yo muy enamorada de él. Cuando cumplí 21 años, le rogué para que fuera mi primer chico. Siempre me rechazó y aunque me dolió, lo acepté.

—¿Estás siendo buena chica con el italiano? Está guapísimo —le dice a su novio, cuando nos sentamos los tres en el sofá.

Cuando me rechazó cuando le rogué que estuviera conmigo, él me pidió perdón y me suplicó porque siempre fuera buena chica, que dejaría el trabajo para que yo pudiera ser feliz. Lamentablemente, con mis impulsos de princesa dolida, se lo negué. Lo obligue a trabajar conmigo para que viera mi desdichada vida y en caso de que me dejara, me suicidaría.

El EmpresarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora